Rose imagina la familia como una constelación: siempre unida, como suspendida en el infinito. Las estrellas pueden sentirse las unas a las otras, incluso si algunas murieron hace millones de años, incluso si se encuentran a años luz. A lo largo de un prolongado día, mientras la madre quiere estar más cerca de sus hijos, la familia de Rose, ahora fracturada, regresa a su propia constelación. En el dolor del reencuentro, deberán afrontar las verdaderas consequencias de su ancentral y devastador legado.