Charles Bunbury es el afable e incompetente director de Tuftons, un banco privado con doscientos años de antigüedad. El único problema es que no sabe nada sobre bancos. Descubre que un comerciante inescrupuloso ha dejado a Tuftons en una situación muy comprometida. Para hacer frente a la rivalidad de los bancos estadounidenses y japoneses, que se mueven a su alrededor como tiburones, Charles necesitaría ser un lobo de Wall Street; lamentablemente, se parece más a un perro labrador de Liverpool Street. Cuando arriesga todo en un osado intento de asegurar el futuro de Tuftons, termina quebrando el banco y perdiendo la fortuna de su esposa Penélope y a la propia Penélope. Charles toca fondo: su única esperanza de salvar el banco y recuperar a Penélope descansa en Oscar, un mago de las finanzas, autodidacta y sin hogar; en la remota posibilidad de ayuda por parte de su distanciada anticapitalista hija, Annabel; y en su perro, Taxi. No es un gran equipo y no tienen un gran plan. Así que probablemente sea mejor que Charles no entienda cómo la venta corta y la cobertura pueden ayudarlo a salvar la situación. La verdad es que nunca lo entendió.