Polonia, 1983. A pesar de la suspensión, la ley marcial impuesta por las autoridades comunistas, destinada a reprimir a la oposición de Solidaridad, sigue vigente en el país. El 12 de mayo, Grzegorz Przemyk, hijo de la poetisa opositora Barbara Sadowska, es detenido y golpeado gravemente por una patrulla policial. Przemyk muere tras dos días de agonía. El único testigo de la brutal paliza es uno de los compañeros de Grzegorz, Jurek Popiel, que decide luchar por la justicia y testificar contra la policía. Al principio, el sistema estatal, incluido el Ministerio del Interior, resta importancia al caso. Sin embargo, cuando más de 20 mil personas marchan por las calles de Varsovia detrás del féretro de Przemyk, las autoridades deciden utilizar cualquier herramienta contra el testigo y la madre del fallecido para desacreditarlos e impedir que Jurek declare ante el tribunal.