A fines de la década de 1950, cuando los argelinos se rebelaron contra la ocupación francesa, tenían un arma secreta: la propaganda. El líder de Yugoslavia, Tito, envió a su camarógrafo favorito, Stevan Labudović, a unirse al Ejército de Liberación Nacional (ALN) de Argelia y hacer noticieros para difundir su causa en todo el mundo. Labudović había crecido bajo la ocupación nazi y le apasionaba ayudar a las personas a ganar su libertad. No tenía miedo de ponerse en situaciones de combate. De 1959 a 1962, documentó la revolución en decenas de rollos de metraje de 35 mm y cientos de fotografías. Más de 50 años después, su legado quedó en gran parte olvidado hasta que atrajo la curiosidad de Mila Turajlić, conocida por sus películas ensayísticas sobre historia.