Betty tiene diez años, miedo a los fantasmas y algunos secretos oscuros. Cuando su hermana Agnès, un año mayor, marcha a un internado, Betty se queda sola con sus padres, Régis y Mado, que están en plena separación, y con Rose, una aya casi muda. Es entonces cuando Yvon franquea el muro que separa el jardín familiar del asilo que dirige Régis. Enternecida por su fragilidad, Betty esconde a Yvon durante varios días en el cobertizo para las bicicletas del jardín. La niña le confía todos sus secretos, decidida a convertirlo en su mejor amigo y confidente. Yvon apenas habla; sin embargo, poco a poco, se irá labrando un vínculo de amistad y confianza entre ambos.