Fausta tiene una enfermedad, “la teta asustada”, que se transmite por la leche materna. La enfermedad no está causada por microbios ni se pilla por contagio, afecta únicamente a las mujeres que fueron maltratadas o violadas durante la guerra del terrorismo en Perú. Hace mucho que esta guerra terminó, pero Fausta es el recuerdo vivo de ella. Su enfermedad se basa en el miedo, y éste le ha robado su alma. Cuando su madre muere inesperadamente, Fausta se ve en la obligación de afrontar sus miedos.