email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

BERLINALE 2024 Berlinale Special

Nicolas Philibert • Director de Averroès et Rosa Parks

"Estas conversaciones van más allá del marco psiquiátrico, todos tenemos los mismos miedos y ansiedades"

por 

- BERLINALE 2024: El documentalista francés nos cuenta por qué y cómo se sumergió en un hospital psiquiátrico, acercándose lo máximo posible a la relación paciente-cuidador

Nicolas Philibert • Director de Averroès et Rosa Parks
(© Michel Crotto)

Tras ganar el Oso de Oro el año pasado con En el Adamant [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Nicolas Philibert
ficha de la película
]
, el célebre documentalista francés Nicolas Philibert vuelve a la Berlinale —esta vez a la sección Berlinale Special— con la brillante Averroès et Rosa Parks [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Nicolas Philibert
ficha de la película
]
, la segunda entrega de su trilogía sobre los trastornos mentales.

Cineuropa: ¿Cómo surgió la idea de la trilogía? ¿Rodaste Averroès et Rosa Parks al mismo tiempo que En el Adamant?
Nicolas Philibert: La idea de hacer esta película en un hospital surgió durante el rodaje de En el Adamant. Tenía claro que no podía mostrar el Adamant como un lugar aislado, porque no es para nada así. Este centro de día forma parte del grupo de centros  psiquiátricos Paris-Centre, que incluye dos centros médicos y psicológicos donde los pacientes acuden a consulta, un centro de crisis y dos unidades hospitalarias (Averroès y Rosa Parks) en el Hospital Esquirol de Charenton. Los pacientes se desplazan de un lugar a otro. Tras pararme a pensar en esta cuestión del desplazamiento, decidí ir al hospital a hacer alguna que otra visita a François y Olivier, dos de los pacientes que aparecen en En el Adamant. Estas visitas se fueron convirtiendo poco a poco en una búsqueda de localizaciones, así que un día fui a ver al director del centro que me había autorizado a ir al Adamant y le transmití que quería rodar una segunda película, pero que esta vez quería hacerlo en el hospital. Aceptó en el acto y me dio total libertad, siempre que las personas a las que filmaba aceptaran ser filmadas.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

¿Esperabas una intensidad tan alta en las consultas individuales que filmaste?
Ese es el placer de hacer este tipo de películas como yo las hice, es decir, de una forma muy abierta, improvisada y dejando mucho espacio para lo inesperado. En psiquiatría, este placer suele estar garantizado, ya que siempre te sorprenden las personalidades con las que te topas, su singularidad, su rareza. Los clichés caen por su propio peso, pues tratamos con personas complejas que nos sorprenden, que nos desconciertan, que nos recuerdan nuestros propios límites. Sin embargo, he de decir que no elegí a los pacientes que filmé completamente al azar, sino que se lo propuse a aquellos con los que ya tenía cierta relación. Había otros que me parecían demasiado incoherentes, demasiado delirantes, demasiado malos, si bien es cierto que algunos de ellos tenían muchas ganas de ser filmados. Para hacer mis películas, siempre me baso en una ética concreta: filmar a alguien es confinarlo, congelarlo en una imagen en un momento preciso de su existencia, por lo que intento no filmar a la gente a su costa, sin su conocimiento. Digo que lo intento porque no siempre se sabe lo que ocurrirá después del rodaje. Puedes tener las mejores intenciones del mundo y, aun así, acabar hiriendo a alguien por torpeza. No es una ciencia exacta, pero intento hacer el menor daño posible. ¿Hay alguna manera de evitar abusar de ese poder? Dada la fragilidad de la situación de los pacientes, el director o directora de una película de estas características tiene que actuar con delicadeza en todo momento.

La película constituye un maravilloso homenaje a los cuidadores y a su capacidad para escuchar pacientemente y dialogar.
Creo que todos ellos son magníficos, cada uno a su manera. Se trata de un trabajo muy difícil en ocasiones, un trabajo que exige mucha delicadeza, flexibilidad y tiempo. Y es precisamente el tiempo lo les arrebatan hoy en día —tiempo en el hospital, tiempo del que ya no disponen unos cuidadores cada vez más obligados a realizar tareas de vigilancia, distribución de medicamentos y burocracia—. Pero para construir una relación con un paciente necesitas tiempo, necesitas ponerte a su nivel, ya que las personas que conoces en este tipo de centros te llevan al límite y no se conforman con respuestas predeterminadas. Se trata de personas en una constante búsqueda de un sentido, de algo que les tranquilice. Por eso, como cuidador, te ves obligado a estar siempre al límite, en alerta, y eso es algo bueno para un cineasta. Estas personas también conmueven a través de su hipersensibilidad, de su capacidad para hacernos reflexionar sobre nosotros mismos y sobre la violencia y la oscuridad del mundo. En cierto modo, todas estas conversaciones van más allá de la psiquiatría, porque todos tenemos las mismas ansiedades y miedos, lo que ocurre es que no se nos manifiestan de la misma forma que lo hacen en las personas que muestro en la película.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del francés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Lee también

Privacy Policy