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Gabriele Salvatores

Un thriller al sol

por 

- Un niño valiente desafía al mundo de los adultos. Salvatores ambienta su nueva película en el “sur” del mundo, durante el verano más caliente del siglo

Los compradores extranjeros se lanzan, en el Mercado Europeo de Cine, a adquirir lo último de Salvatores. Buenos negocios para Capitol encargada de las ventas al exterior de esta coproducción italiana (Colorado, Cattleya, Medusa y Tele+), española (Alquimia) y británica (The Producers Films). También hay aplausos en la proyección para la crítica, a las nueve de la mañana, y un cálido clima en la conferencia de prensa. Yo no tengo miedo [+lee también:
tráiler
entrevista: Gabriele Salvatores
ficha de la película
]
, única película con participación italiana en el concurso berlinés, ha entrado de inmediato en el imaginario del festival.

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En parte gracias a sus pequeños protagonistas: el valiente Giuseppe Cristiano, que se enfrenta a un crimen y salva a un niño secuestrado, y el introvertido Mattia di Pietro, obligado a actuar bajo una manta y dentro de una vorágine excavada en la tierra, sucio, hambriento, con los ojos cegados por el tórrido sol del sur de Italia.

“Analicé a unos 450 niños antes de encontrar a los adecuados”, relata Gabriele Salvatores, que no ha usado trucos ni mentiras en el plató: “Los niños son pequeños Budas, hasta que los echamos a perder. Tiene todo: el dolor, la distancia, el miedo, la alegría…, de hecho, actuar se dice en inglés “to play”, jugar, y el juego es algo tremendamente serio”.
Como la historia que Niccolò Ammaniti imaginó después de un viaje por Pulla, en una tierra donde los campos de cereal no se consuelan con un solo árbol. “¿Qué hacen los niños con sus días, de libertad y de aburrimiento? ¿Qué misterio o secreto podría suceder?, se preguntó el escritor. Y construyó un thriller en primera persona, todo en un tórrido verano. El verano en el que Michele encontró en un agujero a un chico al que se creía muerto y luego descubrió que era su padre quien lo había secuestrado.

Salvatores, ¿qué le impresionó más en el libro de Ammaniti?
“Desde hace tiempo busco un filtro que me permita hablar de la realidad alejándome del realismo y de la comedia. Puede ser un videojuego, un alucinógeno, una caries…, esta vez es el punto de vista de uno que tiene diez años y que me obliga a sostener la cámara a un metro y treinta sobre el suelo. En nuestra memoria esta visión desde abajo ha quedado, está todavía allí”.

Un niño se puede infundir valor incluso repitiendo un conjuro, pero ¿qué quiere decir para un adulto no sentir miedo?
“Mirar en los agujeros y en los rincones oscuros, ser capaz de no cerrar los ojos. Solidaridad, desobediencia. La sociedad italiana, en este momento, expresa una especie de adaptación a la realidad y también lo hace el cine. Creo que los artistas deben estar un paso por delante del público, como decía Brecht. Por el contrario, en Italia se intenta seguir los gustos del público”.

¿Qué compra el que tiene hambre?, se pregunta Michele. Y le responden: pan. ¿Hay una postura anticonsumista en tu película?
“Los niños y los ancianos no encuentran lugar en nuestra sociedad porque no producen. Todo se centra en los que contribuyen a crear nuestro supuesto bienestar”.

¿Es también por esto que ha dejado la historia en los años setenta?
“Hay un elemento realista, porque es de 1978 la ley que congela los bienes de las familias de los secuestrados. En 1978 hubo un gran número de secuestros en Italia, casi seiscientos. La distancia temporal le da, además, un sentido metafórico al asunto”.

¿Piensa que la película es adecuada también para niños?
“Me lo he preguntado. Mis nietos de seis y ocho años la vieron y les impresionó mucho. Sé que cuando en el cine pasan los avances se hace el silencio, incluso en las plateas de niños. Sí, me gustaría que la vieran”.

Es un desafío hacer un thriller en pleno sol, con muy pocas escenas nocturnas.
“El miedo no está unido sólo a la oscuridad. Un campo de cereal, cuando tienes nueve años, te llega a la altura del pecho, y abajo hay de todo: animales, espigas que te cortan las piernas, agujeros. Creo que detrás de la luz también puede haber cosas espantosas”.

El Sur sigue siendo una obsesión, desde Marrakech Express.
“Si ves la Tierra desde el espacio hay una franja desértica que divide al primer mundo del tercero. Me atrae lo que hay debajo de esa franja, en donde los contrastes son más fuertes y más sinceros. Me gusta convertir en protagonistas a quienes no lo son: regalar a dos niños tomas épicas como las de John Wayne”.

Impresiona la transformación de Diego Abatantuono en una especie de ogro.
“También Diego ha sido valiente. Ha tenido el valor de mostrar todos sus temores: la panza, la calvicie. Es importante porque no tenemos muchos actores de esa edad que puedan interpretar ciertos personajes con un físico tan importante”.

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(Traducción del italiano)

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