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Baltasar Kormakur • Director

Ironía y locura de la realidad

por 

- Llega a las pantallas francesas The Sea, segunda película del director islandés: “Tal vez tiene que ver con mis orígenes españoles, pues no me gusta mucho la melancolía escandinava”

Descubierto en 2000 con 101 Reykiavik, su primera película, premiada en numerosos festivales, Baltasar Kormakur regresa hoy a las pantallas francesas con The Sea [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, (El mar), un explosivo drama familiar ambientado en una aldea de pescadores de Islandia. Nos hemos citado con el director islandés en París:

¿Por qué le interesa tanto el tema de la familia en sus dos películas? “Todos nacemos en una familia que no hemos elegido, y convivimos para bien o para mal por el resto de la vida. Esto crea relaciones humanas muy interesantes y diferentes que pueden ir desde el amor hasta el odio. En que nos influyen en el aspecto socia”.

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En su película no hay buenos ni malos, sino personajes mucho más complejos. ¿Es su visión del mundo?
“En mis películas intento ser honesto y no dar soluciones simplistas. Quiero mostrar a los seres humanos como son, sin que el espectador pueda clasificar los personajes en categorías. Me gusta que después de ver mi película se pregunten cosas. Cuando 101 Reykiavik salió en Islandia, desató debates políticos porque criticaba el sistema de la pesca. Y esto originó un debate muy interesante”.

¿Por qué recurre siempre en sus películas a un personaje extranjero, Victoria Abril en 101 y Hélène de Fougerolles en The Sea?
“Porque siempre he notado que hay falta de extranjeros en el cine islandés. Yo vivo en medio de extranjeros, hablo inglés una tercera parte del tiempo, e Islandia se está volviendo cada vez más internacional. Mi padre es catalán, y mi familia es una mezcla de nacionalidades: India, Italia, España. En The Sea, Hélène de Fougerolles es la típica mujer parisina, guapa y sofisticada. Viviendo en una aldea islandesa se siente fuera de lugar. Los espectadores de todo el mundo pueden comprender su punto de vista”.

¿Le fue difícil encontrar financiación para rodar esta película?
“Fue más fácil encontrar financiación para ésta que para mi primera película. El Instituto Sundance eligió el guión como uno de los tres mejores proyectos europeos del año. Emotion Pictures se encargó de la producción y Pyramide manifestó de inmediato su interés por distribuirla.
Por el contrario, fue muy difícil la fase del rodaje en Islandia: oscurecía muy pronto, tardábamos mucho en ver el rodaje que se revelaba en París, había demasiadas variaciones de temperatura (de -10 grados a +15 grados en dos días). Pero también esto fue interesante, porque las dificultades dieron más intensidad a las tomas”.

¿Qué proyectos tiene para el futuro?
“Estoy preparando dos películas. La primera, A little trip to Heaven (Un pequeño viaje a la Gloria), es un thriller rodado en inglés. La segunda, Saga, es una adaptación de algunas leyendas islandesas parecida a un historia mafiosa con complejos problemas familiares”.

Usted es autor y productor. ¿En qué le gusta trabajar más? “Convertirme en productor fue, principalmente, una necesidad, aunque luego no me encontré mal. La verdad es que no encontré a nadie en Islandia que hiciera ese trabajo. Ahora, con la proyección internacional que está tomando mi carrera puedo pensar en poner mi destino en manos de otros. En A little trip to Heaven, por ejemplo, no soy el productor.
Hacer de actor es distinto. Me gusta actuar y es una bonita experiencia aceptar que un director te guíe. Últimamente he participado en la nueva película de Solveig Anspach, Stormy Weather (Tiempo borrascoso).

¿Con qué director europeo se identifica?
“Me gusta mucho Kusturica. La ironía, la locura de la realidad, me atrae mucho. Me gusta también el teatro, Shakespeare e Ibsen, lo que me ha llevado a apreciar a Nikita Mikhalov. Tal vez tiene que ver con mis orígenes españoles, pues no me gusta mucho la melancolía escandinava. No me gustan mucho tampoco las películas dogma y pienso que este movimiento se estancará pronto. Era, indudablemente, un buen ejercicio, pero no pienso que dejará mucha huella en la historia del cine. Es una moda pasajera”.

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