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Davy Chou • Director

“Como mariposas atraídas por la luz”

por 

- Davy Chou nos habla de su primer largo de ficción, Diamond Island, presentado en Cannes y distribuido en Francia por Les Films du Losange

Davy Chou • Director

Tras debutar con el documental Le Sommeil d'Or [+lee también:
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(Forum de la Berlinale 2012), el joven cineasta franco-camboyano Davy Chou ha hecho una primera y muy notable incursión en la ficción con Diamond Island [+lee también:
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. Presentado en competición en la Semana de la Crítica de Cannes 2016, el largometraje llega el 28 de diciembre a las salas francesas de la mano de Les Films du Losange, que también se encarga de las ventas internacionales.

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Cineuropa: ¿Fue inspirado el guión por la localización fascinante que es Diamond Island, esa construcción faraónica en una isla cercana a Nom Pen, o la trama se inscribió en ese lugar a posteriori?
Davy Chou: Ha sido un poco de ambas. Escribí un primer guión en 2012 que era diferente, una historia de amistad con elementos de emancipación social. Lo descarté tras un año de escritura; en ese momento hice un viaje a Camboya, donde no había estado desde hacía casi dos años. Allí, volví a Diamond Island, que había cambiado por completo con respecto a mi anterior visita. A mi asombro ante el lugar se sumó una constatación: tenía que escribir otra historia, en la que el esquema del guión descartado se fosilizara en esa localización. Hay varios proyectos inmobiliarios un poco titánicos en la zona de Nom Pen, pero el de Diamond Island es realmente particular, porque los jóvenes se han apropiado de él, aunque solo sea durante ese momento transitorio de la construcción, con todos esos muchachos que desembarcan cada noche en moto.

El eje del relato es el descubrimiento del mundo por parte de un joven llegado del campo, que confronta el mundo a un tiempo atrayente y artificial de la hipermodernidad. ¿Qué tratamiento has querido darle a este personaje?
De un modo consciente o insconciente, había dos niveles. De un lado, lo universal, con un film sobre la adolescencia, esa edad en la que cada descubrimiento nos parece un nuevo mundo a explorar, cargado de encanto y misterio. Del otro, está el contexto muy particular de la Camboya actual, con esa modernidad que llega de una manera extremadamente brutal, casi no preparada, descontrolada, y cómo los jóvenes interactúan con esta irrupción de modernidad. El punto de vista de partida era la observación que hice del lugar cuando lo descubrí. No es solo la geografía y la desmedida cinegénica del enclave, sino más bien la observación de la mirada de estos jóvenes: los que construyen el complejo y los que se pasean a pie por la noche, o esos jóvenes urbanitas que desembarcan en grupos, cuatro o cinco veces a la semana, para hacer una y otra vez los mismos tours en moto y que contemplan cómo se levantan las torres a su alrededor con una mirada en la que yo tenía la impresión —aunque se trata de una interpretación— de leer apetito, deseo, atracción, como mariposas atraídas por la luz. La película nace del alejamiento de mi mirada occidental, un poco distanciada e irónica hacia el lugar, y de la fascinación por la observación de la mirada de esos jóvenes, que no tiene filtros y simplemente está cargada de deseo. 

El film tiene un estilo muy delicado, con un ligero trasfondo de inquietud y melancolía, como una atmósfera entre dos aguas, ¿cuál era tu intención al respecto?
Es algo que está ligado a la temática de lo pasajero. Todo está en transición, en transformación, y todo va muy rápido con el capitalismo liberal que llega al lugar. Me interesaba encontrar otro ritmo, un poco flotante, en este mundo que se transforma sin saber si hemos retenido algo de lo que sucede. Esta transitoriedad es el lugar en proceso de transformación, el país en proceso de transformación, y la edad de los personajes, con el paso de la adolescencia a la edad adulta. Todos estos motivos de la mutación entre dos estados, yo quería abordarlos mediante la creación de un entorno visual y sonoro, un baño de signos, que nos haga flotar por este espacio: poner a mis personajes en ese estado entre dos estados. Más específicamente, esto implica la voluntad de una imagen muy digital, muy saturada, muy definida, que a veces casi dialoga con lo que yo podía vislumbrar como una imagen de videojuego o videoclip. Y en cuanto al sonido, no quería tener miedo a la artificialidad, sobre todo con respecto a las voces, que están muy trabajadas, a veces despegadas de los ambientes, completamente reconstruidas en la posproducción, para tratar de alcanzar ese estado un poco flotante.

¿Cuál será tu próximo proyecto?
Estoy pensando en una película que se ambientará en Francia. Tengo ganas de emprender este pequeño desafío, porque hace mucho tiempo que no ruedo en Francia, desde que hice mis cortometrajes.

Fabien Lemercier

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(Traducción del francés)

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