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VENECIA 2018 Fuera de competición

Amos Gitai • Director

“La única medida de paz es la vida cotidiana”

por 

- VENECIA 2018: Cineuropa ha hablado con Amos Gitai, nacido en Haifa (Israel), sobre su comedia A Tramway in Jerusalem, en la que abarca de manera cordial la diversidad de la ciudad

Amos Gitai • Director

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, de Amos Gitai, se ha presentado junto con su corto A Letter to a Friend in Gaza en el Festival de Venecia. La película se centra en sus habitantes, que se enfrentan a las diferencias entre ellos durante el transcurso de un breve trayecto en tranvía por los barrios palestinos de Shuafat y Beit Hanina hasta Mount Herzl. Se ha estrenado fuera de la competición y está protagonizada por Pippo DelbonoMathieu Amalric y Hana Laslo,

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Cineuropa: Aparte de los personajes locales, también has decidido mostrar algunos extranjeros en A Tramway in Jerusalem. Uno de los episodios más pintorescos es ver a Pippo Delbono interpretando a un cura católico que cita a Pier Paolo Pasolini a los otros pasajeros.
Amos Gitai:
 Me encanta Pasolini y me encanta citarle en cualquier momento[risas]. También quería citar a Roberto Rossellini, pero no encontré el momento para hacerlo. Ambos reinventaron el lenguaje del cine. Solo hay que echar un vistazo a Alemania, año cero. Los americanos llegaron e hicieron comedias sobre la Segunda Guerra Mundial mientras que Rossellini mostró que, a veces, todo un país pude convertirse en la mayor víctima de todas.

Conozco a Pippo muy bien. Es muy creativo y un poco anarquista, pero cuando empieza a hablar sobre el Nuevo Testamento puede llegar a convertirte. Y luego está Mathieu Amalric, quien hace de turista en la película y lee un texto completamente laico de Gustave Flaubert, un hombre que odiaba todas las religiones y los curas. Me gusta la modernidad y no soy religioso. Sin embargo, no tengo una actitud hostil hacia ella, soy curioso. Si mi vecino, que es un rabino jefe sefardí de Haifa, me invita al Sabbat un día, respetaré su ritual e iré a la mezquita, quitándome los zapatos. Y es que la gente religiosa es igual que la laica. Incluso aunque piensen que son diferentes.

Es probablemente la película más cordial que has hecho. ¿Por qué te gustan tanto las personas extrañas y perdidas?
Tienes toda la razón, en esta película se muestra cuánto me gustan las personas. Europeos, israelís y palestinos. En mi cabeza, Jerusalén es una ciudad tipo mosaico. Es lo mejor que tiene. Es pequeña, pero es el centro de tres grandes religiones monoteístas. Adoctrinó a medio mundo. La zona rural está en el oeste, pero cuando te desplazas unos pocos cientos de metros al este, lo que parecía ser un clima mediterráneo se convierte en desértico. Siempre digo que la única medida de la paz es la vida cotidiana. Quería reunir a todas estas personas juntas y retratar una mezcla completa de personajes que, aunque podría ser solo por mi voluntad, son capaces de coexistir en este lugar tan extremo o, como en la película, al menos en el mismo tranvía.

Muestras a gente de distintos orígenes, con creencias religiosas distintas, a menudo confundidas por sus propias elecciones personales. ¿Tenías estos personajes completamente formados antes de empezar?
Solo quería rendir homenaje a todas estas fantásticas personas: Pippo, la cantante israelí Noa (cuya canción se escucha al principio de la película), Yaël Abecassis, Hana Laslo, que trabajó conmigo en Free Zone, o la maravillosa actriz Lamis Ammar, que ya no quiere tener papeles de mujer árabe tradicional. Quería que nuestro set fuera como la película, con todos integrados al final. Y, además, los judíos ortodoxos de la película lo son de verdad. En la vida real, nunca se sentarían al lado de una mujer, pero sí que lo hacen en la película. El cine puede obrar milagros a veces.

Se suele mencionar que, al principio, estudiaste para ser arquitecto. ¿Crees que eso aún te influye de alguna manera?
Por supuesto. El cine no es como pintar o escribir, que lo haces solo. Tienes que transmitir tus ideas y ceñirte a ellas al mismo tiempo. Es un arte colaborativo y, como director, tienes que escuchar y agradecer otras contribuciones. Nunca estudié cine, ni una sola hora. Hace unos años di una serie de clases magistrales con Abbas Kiarostami en Italia y Brasil. Cuando los estudiantes me preguntaron cuál era mi consejo, les dije: “Estudiad arquitectura”.

Robert Mitchum dijo una vez que estudiar cine es un poco como estudiar para ser alto. No tiene sentido.
Y esa es la razón por la que vemos tantas películas malas. Los grandes directores a menudo proceden de orígenes muy distintos, como Nicolas Ray, Michelangelo Antonioni o incluso Eisenstein, que era ingeniero. Necesitamos más espíritus libres. Esto lo aprendí en realidad de la actriz Jeanne Moreau. Me dijo una vez: “Amos, si hago una película, es porque puedo aprender algo que no sé”. Pienso lo mismo. He conocido a mucha gente que solo quiere repetir lo que ya saben o lo que ya han hecho. Eso no me interesa para nada. Soy un tipo curioso. Cuando hago una película, es porque tengo una pregunta. Y luego, la tengo que responder yo.

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(Traducción del inglés por Cynthia Triviño)

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