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ARRAS 2023

Katalin Moldovai • Directora de Without Air

"Uno de los temas principales de la cinta es la libertad de expresión y la opresión ligada a ella"

por 

- La joven cineasta húngara nacida en Rumanía habla de su ópera prima, una película de gran finura sobre una profesora relegada poco a poco hacia un segundo plano

Katalin Moldovai • Directora de Without Air
(© Léa Rener/Arras Film Festival)

Nos hemos sentado a hablar con la cineasta Katalin Moldovai sobre Without Air [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Katalin Moldovai
ficha de la película
]
, su ópera prima, que acaba de ser proyectada en la competición europea del 24.º Arras Film Festival tras haber sido ya presentada en la sección Discovery del 48.º Festival de Toronto.

Cineuropa: ¿De dónde extrajiste la idea en torno a la que creaste esta película cuyo guion escribiste junto con Zita Palóczi?
Katalin Moldovai: Se trata de una historia real que tuvo lugar en Rumania, el país donde crecí entre la minoría húngara local. Todo se remonta al momento en el que leí un artículo sobre esta profesora y me di cuenta de lo absurda que era la situación. Pensé que podía ser un buen tema para una película porque estaba claro que aquella información era únicamente la punta del iceberg. Ante todo, tenía la intención de abordar el miedo que se respira a lo largo de toda la película, y es que creo que tanto en Rumania como en Hungría y Europa del Este en general, todavía quedan evidencias de que la influencia de la larga dictadura comunista no se ha desvanecido todavía. Cuando suceden acontecimientos como los que se muestran en la película, se tiende a recrear esa atmósfera, a reproducirla. Por supuesto, uno de los temas principales del largometraje es la libertad de expresión y la opresión a la que a veces se enfrentan quienes se expresan con una voz personal.

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Aunque la historia gira principalmente en torno a la protagonista y a la trampa conformista que se cierra progresivamente sobre ella, también pones sobre la mesa otros temas como la migración económica o la crisis climática.
Más allá de los acontecimientos del instituto y de lo que ocurre alrededor de la protagonista, lo que quería era centrarme un poco en su vida personal. La migración económica, que ya ha separado y sigue separando a las familias de Europa del Este, es uno de los grandes problemas actuales de esta región del continente. Y el cambio climático ya es inminente; oímos y leemos muchas cosas sobre la cuestión, pero creo que todavía no somos realmente conscientes de su magnitud: en la película, se muestra cómo la gente prefiere dedicar su atención a otros problemas que, en realidad, no tienen la más mínima importancia.

La sugerencia de que los alumnos vean Vidas al límite, de Agnieszka Holland, acaba convirtiéndose en el origen de todos los problemas de la profesora. ¿Por qué esta película en particular?
Sencillamente porque fue la película que desencadenó los acontecimientos que sucedieron en la realidad. Y cuando empezamos a escribir el guion en 2019, la cuestión de la homosexualidad no estaba ni siquiera en la agenda política. De hecho, no fue hasta la primavera de 2021 cuando el gobierno húngaro lo abordó mediante una ley abierta a la interpretación. La situación es ahora especialmente delicada para los profesores, que luchan por saber qué decir y cómo decirlo, lo cual a menudo da lugar a una especie de autocensura.

La profesora en el centro de la cuestión es abandonada progresivamente por sus superiores, sus compañeros de profesión, sus amigos, los padres de los alumnos… Es un proceso de lo más despiadado.
Quería mostrar cómo el miedo se va contagiando y extendiendo en ciertos grupos —independientemente de que el grupo funcione bien o mal—, quería que se pudiera observar la capacidad que tiene para cambiar la forma de comportarse de la gente. Me parece un fenómeno extraño, pero es como si todos tuvieran sus motivos para tratar de protegerse: por dinero, porque tienen hijos, porque temen perder su trabajo, o incluso para mantener una determinada posición profesional, como es el caso del director del instituto, cuya cabeza tiene tras de sí la espada de Damocles de la subvención. Así es como se propaga el miedo. Y los alumnos son los grandes perdedores de todo esto.

¿Cuáles eran vuestras principales intenciones en términos visuales?
Estuvimos mucho tiempo buscando el instituto idóneo para el rodaje, y lo acabamos encontrando en una pequeña ciudad cerca de Cluj, en Rumanía. Elegí este lugar porque parece una ciudad de hace treinta años: no se ha renovado nada. De ese modo, quería sugerir la atemporalidad del tema. Al contrario que con las interpretaciones, quería que el escenario no fuera precisamente muy realista. Y como la historia evoca el simbolismo de Rimbaud, coloqué una serie de símbolos discretos a lo largo de la película.

¿Tienes la mente puesta ya en tu segundo largometraje?
Actualmente estoy trabajando en un nuevo guion con mi productor de siempre Béla Attila Kovács. Se trata de una película que tratará sobre una mujer que quiere tener un hijo a toda costa, al tiempo que el mundo se desmorona a su alrededor. Será más filosófica que Without Air, pero contará con tantos niveles de interpretación como esta.

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(Traducción del francés)

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