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LOCARNO 2019 Piazza Grande

Fabrice du Welz • Director de Adoration

“Yo soy un cineasta intuitivo. Trabajo como un hombre primitivo, en el momento”

por 

- Hablamos con Fabrice du Welz durante el preestreno mundial de su nueva película, Adoration, en la Piazza Grande de Locarno

Fabrice du Welz • Director de Adoration

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. La película magnifica el amor loco de un joven simple e inocente por una chica psicótica. El cineasta belga sigue la huida insensata de Paul y Gloria, a quienes nada podrá separar. Hemos hablado con él durante el preestreno mundial de la película en la Piazza Grande del Festival de Locarno.

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Cineuropa: Tu joven héroe, Paul, vive intensamente una historia de amor que parece sobrepasarle.
Fabrice du Welz: La idea era acercarse a la historia de la forma más simple y visceral posible. Estos adolescentes se enfrentan a sentimientos demasiado grandes para ellos y se pierden. En la adolescencia, las historias de amor nos derrotan, el sentimiento amoroso es total. Yo quería tratar el amor como un despertar espiritual que tiende al misticismo.

Detesto el realismo en el cine, aunque adoro el hiperrealismo. Lo que busco es una especie de abstracción en todo. Llevar los códigos dramatúrgicos hacia una historia que sea a la vez muy abstracta y muy física.

Al mismo tiempo, es una película donde me he sentido mucho más desnudo que de costumbre. Generalmente, me escondo un poco detrás de lo grotesco, de las escenas sangrientas. Aquí había un auténtico deseo de boceto. La película se centra por completo en este chico, todo se narra en primera persona, con la mirada de un inocente. Una buena persona.

Paul es el primer protagonista dulce de tus películas.
Siempre busco acceder a la emoción. Yo sentía que era el momento de intentar algo nuevo, de superar mi pudor. Los grandes cineastas que admiro, desde Bergman a Almodóvar, son los que no dudan en utilizar su intimidad para hacer películas. Es algo que admiro y que, al mismo tiempo, me asusta. Estoy en una encrucijada con esta película. Necesitaba enfrentarme a algo que no fuese simple, ponerme en peligro.

A lo largo de la película, hay una especie de balanceo: los dos adolescentes se alejan cada vez más de la realidad.
Yo siempre hago películas de fronteras. Vamos de círculo en círculo, los puntos de referencia están cada vez menos presentes, todo se vuelve fantasmal. Me interesaba hacer que todo evolucionara en un paraíso, después en un purgatorio, después en un espacio infernal, hasta la liberación, sujeta a la interpretación de cada uno.

El rodaje es muy orgánico: grabas en 360, muy cerca de los actores, a quienes das muchas directrices durante las tomas.
Trabajo como un artista plástico. Grabamos en analógico, usamos mucho el zoom. Yo no puedo vivir las secuencias, necesito ser actor. Estoy al lado de los actores, y trabajo con ellos. Bueno, a veces me entusiasmo demasiado, quizás me falta un poco de distancia. Admiro a los cineastas cerebrales, que tienen la inteligencia de disponerlo todo. Yo soy un cineasta intuitivo. Trabajo como un hombre primitivo, en el momento. Necesito mezclar la materia, hablar con mis actores, empujarlos, vivir con ellos las cosas. 

La música y la dirección artística aparecen al principio de los créditos de cierre. ¿Por qué?
Es lo queríamos hacer en Adoration. Es una película que reanuda el realismo poético de los años 30 y 50, cuando el cine francés hacía grandes películas realistas poéticas: Cocteau, Carné, Franju, Melville…

Hoy, es un género que ha desaparecido por completo en Francia. Actualmente, la película de género está ligada al cine estadounidense, el cine de explotación de los años 70, y hemos olvidado que en los años 50, había un género floreciente en Francia: el realismo poético. Hasta en Bélgica, antes de los Dardenne, teníamos a André Delvaux. Queríamos hacer una película de género alejada del canon estadunidense, que no dude en inclinarse a la poesía. Por eso, se necesitan colaboradores que vayan en esta dirección. Había un trío fuerte en el escenario compuesto por la puesta en escena, los decorados y la fotografía.

Soy un obsesivo del brillo, de las texturas. A veces me quedo atónito ante el cine que ven nuestros hijos. Quizás me estoy convirtiendo en un viejo estúpido, pero todo es soso y frío. Yo creo que los decorados tienen alma. Y esta alma aparece de una forma o de otra en la película. Todo esto debe estar orquestado con la imagen y la música. Mientras que aquí había que tratar el fulgor amoroso. El cine es un arte profundamente sensual, tiene la belleza de los decorados, de los sentimientos, de la naturaleza.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Empiezo a grabar mi nueva película, Inexorable, en otoño. Se caracterizará por la unidad del tiempo, del lugar y de la acción. Todo ocurre en la misma casa. Es la historia de una pareja, un escritor sin éxito y una mujer que hace todo por él, que lo ama perdidamente. Un día una mujer de 20 años, inquietante y perturbada, hará todo lo posible para quedarse en la casa. La idea es hacer un thriller más cerebral, que también es un estudio de personajes.

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(Traducción del francés)

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