SAN SEBASTIÁN 2019 Competición
Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga • Directores de La trinchera infinita
“El miedo nos puede convertir en topos”
por Alfonso Rivera
- El trío vasco Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga firman la sensible y emotiva La trinchera infinita, protagonizada por Antonio de la Torre y Belén Cuesta, a competición en San Sebastián
Los cineastas Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga vuelven a jugar en casa –como ya hicieron con sus cuatro largos anteriores– con su nuevo film, La trinchera infinita [+lee también:
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ficha de la película], retrato de la asfixiante vida de los hombres que se ocultaron durante lustros en España por miedo a la dictadura franquista, denominado popularmente como “topos”, que interpretan Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Cineuropa se reunió con ellos durante el 67° Festival de San Sebastián, en la que figuran a competición.
Cineuropa: Alejandro Amenábar también ha tratado el tema del franquismo con su película Mientras dure la guerra [+lee también:
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entrevista: Alejandro Amenábar
ficha de la película]. Y vendrán más títulos pronto sobre este asunto, ¿cómo ha sido vuestro acercamiento a este conflicto?
Aitor Arregi: No sé si hay algo en el ambiente que lleve a esta preocupación, nunca se sabe. Nosotros creemos que la guerra civil es un periodo lo suficientemente complejo, potente y contradictorio que lo convierte en un buen material para narrarlo cinematográficamente. A diferencia de lo que dicen algunos, creemos que no se han hecho demasiadas películas sobre este tema: hay aún mucho que contar sobre ella. No nos cansamos tanto, en cambio, de ver películas sobre la II Guerra Mundial, y seguramente hay muchas más. Eso habla también de la incomodidad que genera este tema: por lo tanto es un proyecto interesante, pues el magma es muy bueno.
José Mari Goenaga: No es una coincidencia que surjan tantas películas ahora sobre este tema, pues tanto la película de Amenábar o la nuestra empezaron a gestarse hace mucho tiempo, cuando el debate social no estaba tan vivo como ahora. A veces no sabes si son casualidades, o como corrientes de energía que llevan a eso, pero sí se estrenan en un año en que resulta pertinente hablar de todo esto.
Es necesario recordar que la paz es frágil y el odio puede estallar de forma imparable, como aparece en vuestra película.
J.M.G.: Si, el testimonio está ahí. Nos interesaba traer a primera línea la historia de los “topos”, pero también hacer una alegoría sobre el miedo y cómo condiciona a las personas. Ese aspecto metafórico y psicológico nos atraía más que hacer un testimonio de la guerra civil.
En vuestro film anterior, Handia [+lee también:
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entrevista: Aitor Arregi y Jon Garaño
ficha de la película], se trabajó en una reconstrucción histórica importante, pero para contar una historia íntima. Sucede ahora lo mismo con La trinchera infinita, mostrando cómo repercute la existencia escondida de los “topos” en su ámbito familiar.
Jon Garaño: Sí, nos interesan las películas psicológicas y vemos vasos comunicantes entre nuestras películas: en Handia, unas personas para poder vivir y ganarse la vida tenían que salir de casa, mientras en La trinchera… se tienen que esconder en casa para poder vivir.
¿Habéis revisado películas anteriores sobre “topos”?
J.M.G.: Está El hombre oculto, dirigida por Alfonso Ungría en 1971, que no he visto. Pero sí vimos Mambrú se fue a la guerra, de Fernando Fernán Gómez, y Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, films que nos gustan y tuvimos presente para no repetirnos. Nos interesó sobre todo contar la experiencia del encierro sin abandonar al encerrado y su punto de vista. Contar el encierro desde ese encierro: qué se va a filtrar del exterior en esa casa y cómo va a afectar eso a estos personajes durante años. Ahí creemos que hemos aportado algo nuevo.
Firmas el guion junto a Luiso Berdejo. ¿Qué ha añadido él a este equipo vuestro largamente formado?
J.M.G.: Luiso ha sido súper importante. Arrancamos en 2011 con la idea original, pero las primeras versiones datan de 2015, cuando andábamos metidos en la producción de Handia. Nos pareció que él –por su trayectoria– encajaba en la historia: le gustó la idea y escribió las primeras premisas, las elipsis y el primer tratamiento. Luego fuimos puliendo el guion y dándole el rumbo que necesitábamos.
Al principio del film la cámara se mueve mucho y luego se va calmando.
J.G.: Queríamos que el espectador sintiese lo mismo que los personajes. Los comienzos de la película son más confusos, por eso queríamos que tuviera nervio, con más cámara al hombro. Poco a poco, los personajes pasan a la rutina y la cámara se vuelve más contemplativa y estática, testigo de la vida de una pareja.
Para terminar, como demuestra vuestra película… ¡Qué horrible debe ser vivir dentro de un armario, para volverse loco!
J.M.G.: Ese es el tema de la película: el miedo a dar el paso. Hay en ella guiños a otros tipos de encierro: a cuando algo está tan dentro de ti, una fuerza interna que te impide dar el paso hacia la libertad. El film hace referencia a muchos miedos psicológicos que puede haber en mundo. El miedo nos puede convertir en “topos”; la película trata también sobre el miedo a salir del armario, y se puede interpretar como una alegoría sobre ello: la pérdida de libertad por una circunstancia exterior a uno o interior de uno mismo.
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