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Francia / México

Jean-Charles Hue • Director de Tijuana Bible

“De algo aterrador pueden surgir pequeños milagros de amor”

por 

- Hablamos con el realizador francés Jean-Charles Hue sobre el origen de Tijuana Bible , su nueva rareza cinematográfica filmada en inglés

Jean-Charles Hue  • Director de Tijuana Bible
(© Nathalie Nivet)

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, una ficción en lengua inglesa grabada en la peligrosa ciudad mejicana, y protagonizada por el inglés Paul Anderson en un papel memorable. La película se estrena en Francia el 29 de julio a través de Ad Vitam.

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Cineuropa: ¿Cómo un cineasta francés decidió grabar en Tijuana?
Jean-Charles Hue: Hace 13 años que paso unos meses al año en México. Primero, grabé un documental en Monterrey sobre el mundo de las peleas de perros y fue la respuesta a lo que estaba buscando: en lugares donde a veces esperas lo peor, encuentras el amor, la hospitalidad, lo inesperado, esa facultad de Eros y Thanatos. Luego, fui a Tijuana, donde hice mi primer largometraje, Carne viva, que no se estrenó en cines por cuestiones de derechos musicales. Al igual que Tijuana Bible, era un retrato de la Zona Norte, un barrio de cuatro manzanas, pero el formato documental se transformaba en una ficción narrada por personajes drogadictos, prostitutas, traficantes, un policía y el alcalde (el Al Capone de Tijuana). Los seres humanos que escapan de nosotros, a veces se encomiendan a Dios y otras a la brutalidad, parecen muy predestinados y luego encuentran un camino de evasión mientras afirman que no saldrán de él pero que al menos pueden elegir sobre qué principio moral actuar. Yo grabé a todas estas personas, y mi vida se transformó un poco en ese deseo que siempre tuve de estar en ambos lados de la cámara, en la periferia, donde expulsamos a los que no pueden estar en el centro.

¿Por qué una ficción con un protagonista exmarine?
Yo quería acercarme al cine de Sam Peckinpah en Quiero la cabeza de Alfredo García, ver si conseguía expresarme a través de la ficción. Eso también me causó algunos problemas. La lengua inglesa no es la más fácil para mí. Además, trabajé con actores que tienen vidas privadas, como es natural. Sin embargo, solía trabajar día y noche, y estaba en contacto permanente con mis personajes, algo que me permitía desenvainar la cámara cuando quería. Tuvimos que grabar algunos momentos con antelación porque sólo teníamos seis semanas. Con los papeles secundarios, pude hacer una preparación porque son conocidos que interpretan sus propios roles: prostitutas, vendedores de droga, etc. Después, me lancé al modo documental. Afortunadamente, Paul Anderson fue bastante flexible: no tenía miedo porque pasó su juventud en barrios conflictivos cerca de Londres. Al modelo de su personaje, un antiguo militar, lo conocí como a muchos otros que llegan a Tijuana en busca de sexo, drogas u otra cosa. Este joven treintañero había perdido a todos sus compañeros en Afganistán cuando una mina hizo explotar su Humvee. Era muy amable, tenía una sonrisa permanente, como el Joker, y una cicatriz enorme, en forma de cruz, en el vientre. No pude grabarlo porque los narcos me echaron de la Zona Norte, algo que me ha pasado varias veces. No he vuelto a verlo y el Nick de Tijuana Bible salió un poco de esa impotencia. La ficción es un deseo de poner ante mis ojos algo que sólo pude grabar en mi memoria.

¿Hasta dónde se puede llegar en la representación de la violencia y de las drogas?
En el guión inicial, el personaje principal se inyectaba drogas. Teniente corrupto me marcó mucho en términos de redención, de dureza y de humanidad. Pero en algunas cadenas de televisión, me dijeron amablemente: “es dura” pero en realidad querían decir “no pasará”. Eso evolucionó hacia el cristal y la estética del humo en que nos perdemos: es menos cruel que pincharse pero es más o menos lo mismo a largo plazo. Tuve que mostrarlo todo, pero no lo hice de una forma tan cruda porque no era mi objetivo. Eso sólo forma parte de la vida de estas personas: se drogan, por lo que tienen cambios de humor debido a la abstinencia. Lo más duro no era mostrar la realidad porque todo el mundo la supone. La realidad es diez veces peor, más áspera, más loca, más lamentable y a veces también más bella, más generosa, puesto que esas personas también pueden ser extraordinarias, hospitalarias, agradecidas, comparten todo para poder sacarte un puñado de dólares o apuntar a tu cámara. De todas formas, yo quería empezar de cero y ver hasta dónde podíamos llegar, mostrar una especie de redención. Para mí, el límite no es ni moral ni estético, la verdadera necesidad es mostrar estos pequeños milagros del amor que pueden surgir de lo terrible.

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(Traducción del francés)

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