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Francia

Emmanuel Mouret • Director de Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait

"Esta película es una oda a nuestra inconsistencia"

por 

- El director francés Emmanuel Mouret habla de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, su cinta con etiqueta Selección Oficial Cannes 2020 que llega ahora a las salas francesas

Emmanuel Mouret • Director de Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait
(© Pascal Chantier)

El décimo largometraje de Emmanuel Mouret, Las cosas que decimos, las cosas que hacemos [+lee también:
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ficha de la película
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recibió la etiqueta Selección Oficial en la 73ª edición del Festival de Cannes. La película, que habla de la complejidad de las elecciones amorosas, se estrena el 16 de septiembre en los cines franceses a través de Pyramide.  

Cineuropa: El amor y el azar son un hilo conductor en tu filmografía. ¿Por qué te gustan tanto estos temas?
Emmanuel Mouret: La aleatoriedad de las situaciones, de las sorpresas, de los problemas, de la crueldad, de las historias. El amor es un tema tan apasionante que puede parecer un juego pero, ante todo, es una aventura; tan excitante, lúdica e intensa, como cruel y dramática, que cuestiona de forma permanente nuestras costumbres y sociedades. Pues el amor o la atracción amorosa no respetan las reglas comunes a los hombres. De repente, para vivir juntos, nos vemos obligados a respetar una serie de reglas que el amor nos lleva a infringir. La primera regla, fundamental, es la de una especie de escrúpulo hacia los otros, una preocupación por el otro, que consiste en no herir a nadie. Sin embargo, en el momento en que hay amor y hay otras personas en juego, siempre hay riesgo de herir y de hacer daño porque el otro es importante.  

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El guión mezcla muchas historias. ¿Cómo lo desarrollaste?
Quería hacer una película que fuese muy “narrativa”, donde se cruzaran varias historias. Es una especie de estructura de embudo donde varias historias se van a condensar poco a poco entre ellas. Me interesaba combinar relatos diferentes, pero el primero que tenía en mente era el de una persona que es invitada a la casa de una pareja, en este caso un primo y su nueva novia, pero el que invita debe ausentarse y el invitado se encuentra con la novia. Después, viene mi gusto personal: me gustan mucho los paréntesis en los paréntesis, las historias en las historias, las historias sobre las historias, las historias que crean otras historias. También quería entrar en la complejidad de cada personaje, que pudiéramos conectar con ellos, comprenderlos, tener todos los pros y los contras para, llegado el momento, ser empáticos con cada uno de ellos, no tener que tomar partido en el uno contra uno.

En la película, hay un registro “intelectual” (se habla, se analiza, se cuenta todo con detalles), pero todo puede desaparecer en un instante. ¿Este tipo de contraste te divierte?
Es divertido porque yo creo que nos reconocemos mucho en eso, en decir yo puedo hacer esto, yo puedo hacer aquello, y luego hacemos “clic”. Cuando afirmamos algo, a veces es un poco pretencioso y es reconfortante para el espectador ver que nos equivocamos. Y luego nos levantamos y pasamos a otra cosa. Es la misma satisfacción que yo sentía de joven cuando veía comedias.

La película se apoya en una cantidad considerable de diálogos. ¿Tienes la impresión de ser un caso particular en la materia?
Es algo propio de las comedias, de las series estadounidenses, de los “showman” y de los monologuistas. Jugamos mucho con las palabras y esa volubilidad necesita atención. Yo creo que el espectador se siente más estimulado cuando se invita a su imaginación a participar de lo que está escuchando. En Francia tenemos un poco de miedo a la palabra que se despliega. Existe esa idea, que ya he oído en las escuelas de cine, de decir lo mínimo. O, en todo caso, de dar la mayor información posible con pocas palabras. Me parece que es la peor forma de hacer diálogos ya que, por el contrario, cuantas más palabras dice un personaje, más complejo se vuelve. En la adolescencia, lo que me gustaba de las películas italianas y estadounidenses, era la voz. Me parecía que el ritmo de la película, aunque no comprendiera el diálogo, eran las voces. Y yo prefiero las películas que hablan mucho y que, en un momento dado, dejan de hablar, más que las películas donde no se habla nada y, de repente, empiezan a hablar. Es una elección personal, aunque también me gusta el cine negro, el western, etc. Pero es cierto que mis personajes se hacen preguntas, por lo que es difícil dirigir personajes que no hablan. La palabra es la acción. Una palabra puede herir o causar alegría. Lo que decimos tiene efectos reales.  

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(Traducción del francés)

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