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SAN SEBASTIÁN 2020 Competición

Antonio Méndez Esparza • Director de Sala del Juzgado 3H

"Cuando me encuentro una situación inesperada, intento abrazarla"

por 

- Regresa a por la Concha de Oro el cineasta madrileño afincado en Estados Unidos Antonio Méndez Esparza, esta vez con un documental rodado en un tribunal de familia de Florida, Sala del Juzgado 3H

Antonio Méndez Esparza • Director de Sala del Juzgado 3H
(© Jorge Fuembuena/Festival de San Sebastián)

Hace tres años tuvimos la suerte de dialogar con Antonio Méndez Esparza, cuando compitió en el Festival de San Sebastián con La vida y nada más [+lee también:
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entrevista: Antonio Méndez Esparza
ficha de la película
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. Ahora regresa a la sección oficial del certamen con Sala del Juzgado 3H [+lee también:
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, su primera incursión en el género de no ficción, producido, como todos sus largometrajes, por Pedro Hernández, de Aquí y Allí Films. De nuevo, el cineasta recibe a este periodista en una mañana soleada de Donosti.

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Cineuropa: Tras obtener –con tu último largometraje de ficción– el galardón John Cassavetes de los Independent Spirit Awards te decides por rodar un documental, en lugar de filmar películas de súper héroes, como hacen otros cineastas cuando les cae un premio gordo...
Antonio Méndez Esparza: Pues sí, es que los súper héroes no me llaman... por ahora; yo creo que están a punto (risas). Aunque el juez de familia que aparece de mi película casi lo es: es un gran hombre, aunque se puede equivocar, claro. Es una persona que cree en el sistema, que sabe que éste tiene sus problemas y defectos. Además, ha estado abierto a exponerse él mismo en el film y en eso tengo que decir que siento gran admiración por él. He intentado que la película no sea un canto onírico hacia él, pero sí quería mostrar a un hombre que tiene su mérito.

Viendo la película, el espectador no puede evitar ponerse en el lugar de este juez y llega a dudar de las propias opiniones, sobre todo en asuntos tan complicados y complejos como los que aparecen en pantalla...
Claro... complejísimos. Él me ha contado que en algún caso ha tenido que tomar decisiones difíciles, porque allí en Florida sigue habiendo pena de muerte. Él lleva más de 20 años en la judicatura y antes estuvo en un juzgado de lo criminal, donde había que tomar decisiones de enorme peso, más incluso que las que toma ahora en esta corte de familia.

¿Ya lo conocías de tu anterior film?
Sí, de La vida y nada más, pero como toda película de ficción, te ofrece límites muy estrechos. Vi entonces en su juzgado que había muchas más texturas, y quise abrazar el tapiz inmenso, de la infinidad de casos, que hace que la realidad sea más convulsa de lo que a veces la ficción te ofrece. Siempre he intentado huir de la ficción impuesta para abrazar la realidad que me encontraba, con distinta suerte; y en este caso no hay ni historia: fuimos a filmar en ese lugar e intentamos no observar.

Y con ese material filmado... ¿en qué te basaste para estructurar el guion del film?
Fue muy complicado y al final lo hemos dividido en dos partes: una primera, cuando se están preparando las demandas, con multitud de casos –que están en distintas fases del proceso– enfrentándose al estado en condiciones mejores o peores; y la segunda ya es el conflicto, el día de la batalla, de la guerra, del juicio. En la primera parte hemos intentado crear una unidad emocional y en la segunda decidimos centrarnos sólo en dos casos, porque en dos meses de filmación grabamos cinco juicios, porque allí se resuelven muchos por acuerdo. Eso sí, había muchos de padres que entregaban la custodia...

La gente que aparece en Sala del Juzgado 3H... ¿Tuvo que cederos sus derechos de imagen?
Los niños están todos pixelados, excepto aquéllos cuyos padres nos dieron permiso para que no lo hiciéramos. Nos hemos acogido al primer artículo de la constitución, de libertad de prensa: esos juicios son públicos y están abiertos para los medios de comunicación. 

Los abogados y fiscales también se convierten en personajes principales...
Sí, son casi los protagonistas. Eso pasó mientras filmábamos, porque la idea de la película era poner el foco en las familias. Nos dimos cuenta de quiénes tenían mayor compromiso y quiénes peleaban más: ahí entró el cine-artificio.

Por eso la cámara al principio es lejana y se va acercando a los rostros hacia el final...
A medida que íbamos filmando, nos dimos cuenta de que a los abogados había que tratarlos de otra manera: en los juicios debíamos tener otra posición de cámara, nos fuimos abriendo y descubriendo lo que íbamos capturando. Por eso al final la película es más dramática.

¿Siempre soñaste en hacer un film de juicios?
En Sala del Juzgado 3H hay una relación cercana a algunas cosas y otras lejanas de esas películas. Asimismo, hay programas de televisión de jueces que siempre he detestado, porque son todo lo contrario a la conversación. Por otro lado, hay una tradición en el cine del abogado como estrella, que también rechazaba; y otra del abogado de oficio como tipo sin escrúpulos. Yo, cuando me encuentro en la realidad una situación que no espero, intento abrazarla: sobre todo cuando contradice al cine comercial.

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