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IDFA 2020

Arami Ullón • Directora de Apenas el sol

“Sabía que se requería un profundo proceso de investigación y aprendizaje que llevaría años”

por 

- Hemos hablado con la realizadora paraguaya residente en Suiza Arami Ullón de Apenas el sol, que tuvo su estreno mundial como película de apertura en el IDFA

Arami Ullón • Directora de Apenas el sol

Arami Ullón vuelve a Paraguay, su tierra natal, para indagar, a través de los cuentos de su protagonista Mateo Sobode Chiqueno, en la historia del pueblo ayoreo, en su nueva cinta Apenas el sol [+lee también:
crítica
entrevista: Arami Ullón
ficha de la película
]
, presentada como película de apertura en el IDFA.

Cineuropa: ¿Tenías planeado desde el comienzo hablar nuevamente de tu tierra natal? ¿Cómo el hecho de ser paraguaya influyó en tu manera de concebir la película?
Arami Ullón: Vivir la mayor parte de mi tiempo en Suiza me ayudó a entender que un sector de europeos, todavía demasiado grande para mi gusto, ve a los pueblos originarios desde una mirada idealizada, romántica y “exotista”. Esta mirada difiere de la que ciertos sectores de Paraguay pueden tener, que muy por el contrario de idealizarlos, los discrimina, una mirada que se encarga de negarlos, como origen, como herencia cultural, y los sigue negando hoy como habitantes del país. Todas estas tendencias de pensamiento son el resultado de un pensamiento colonial vigente.

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El hecho de ser paraguaya facilitó mi entendimiento de algunos mecanismos de exclusión que operan de manera similar con otros grupos depositarios de exclusión social que le resultan “inconveniente” al sistema. Creo que me ayudó el hecho de moverme entre estas percepciones, y hacer el esfuerzo consciente de no posicionarme ni en una ni en otra. Yo sabía que se requería un profundo proceso de investigación y aprendizaje que llevaría años.

La realidad que filmas es muy compleja. ¿Como conseguiste aprehenderla?
Sí, las realidades que trabajamos en el filme son muy complejas. Y es importante mencionar a varias personas que hicieron posible una investigación certera y sensible. Mi encuentro inicial fue con Benno Glauser, un suizo de nacimiento que vive hace años en Paraguay, una persona que también hacía un constante ejercicio de cambio de puntos de vista y trabajaba con el pueblo ayoreo desde hacía muchos años. Él se tomó el tiempo y se armó de paciencia para explicarme cada detalle que yo preguntaba. Luego, más miradas se unieron, con otras personas conocedoras en profundidad del caso ayoreo: Miguel Alarcón, Daniel Gomez y Miguel Lovera, todos miembros de la ONG Iniciativa Amotocodie, con sede en Paraguay.

Por supuesto, lo discutíamos con el productor, Pascal Traeschlin, con Sabrina Blanco, directora y escritora argentina, quien trabajó conmigo como supervisora de tratamiento. Con mi pareja, Patrick, que siempre forma parte de mi proceso creativo, con quien discuto aspectos que me interpelan de manera íntima y personal. Y más tarde, se dio una enriquecedora y necesaria discusión constante sobre la dimensión sociopolítica y su traducción estética y formal, con la montadora, Valeria Racioppi.

Pero todo esto no hubiese tenido el mismo peso sin la experiencia de pasar tiempo en las comunidades ayoreo. Estar con Mateo, con su familia y con miembros de su comunidad. Ahí es donde el aprendizaje tomó su dimensión concreta y empezó a fortalecer los vínculos necesarios, que fueron luego tejiendo la narrativa visual y sonora.

¿Cómo conociste a Mateo y cómo lograste obtener que confiara en ti?
Ya en el primer viaje que realicé con Glauser al Chaco, me encontré con Mateo, un antiguo colaborador de Glauser y de Iniciativa Amotocodie. Mi llegada a la comunidad acompañada siempre de personas a quien Mateo conoce desde hace muchos años fue, sin lugar a dudas, clave en la creación de confianza entre él y yo.

Pero, Mateo y yo, también necesitamos muchos años de contacto, de diálogo, de reconocimiento del otro. También realizamos juntos varios viajes por diferentes comunidades, eso me otorgó la oportunidad no solo de reconocer la geografía del terreno chaqueño, como desafío logístico y como contexto narrativo, sino que me ayudó a entender los fuertes vínculos que Mateo tenía con otros ancianos ayoreo.

La mirada clara y posicionada de Mateo, y la estrecha relación que tiene con la comunidad, fueron los elementos que me indicaron, finalmente, cuál sería el dispositivo, la forma cinematográfica adecuada, y por supuesto, quienes serían los protagonistas. Es importante recalcar, que solamente después de tres años de investigación encendimos por primera vez una cámara y un micrófono. Antes hubiese sido muy pronto.

¿Puedes hablarme un poco de tu enfoque estético, de la manera en que tu mirada se relaciona con la realidad que observa?
Antes de nada, trabajo con gente en quien confío plenamente. Hago un trabajo previo con el equipo técnico principal donde definimos alineamientos básicos. Pero me concentro más en que cada uno de los miembros del equipo logre un profundo entendimiento del tema de la película. Paso mucho tiempo escribiendo las razones de mis elecciones y decisiones y las hablo extensamente con el equipo, pero especialmente intento transmitirles los aspectos emocionales y existenciales que me interesan.

En base a todo eso, llegamos a definir un lenguaje visual, que Gabriel Lobos logró traducir con sensibilidad. Buscábamos cercanía con la gente, un trabajo estético sin efectismos, pero con texturas, con primeros planos. Una cámara poética pero sobria, que se deja afectar por el entorno, el lenguaje corporal, el paisaje seco y polvoriento, el calor, el ritmo de la vida en las comunidades, y la devastación circundante, sin regodearse en ella.

Me impactó mucho que hayas decidido centrar la película en el trabajo de memoria de Mateo transformándolo en su “maestro de ceremonias”. ¿Era tu objetivo librar su historia de la opresión exterior, de puntos de vista ajenos?
Sería inocente intentar liberarla de la misma opresión que supone estar siendo filmado. Pero siendo conscientes de esto, la intención era que su voz pudiera abrirse un espacio que remitiera a la transmisión oral de la tradición ayoreo, de encuentros para relatar, escuchar, compartir, con la intención de que la memoria no deje de transmitirse a las nuevas generaciones. Mateo ejerce el lugar de la palabra desde mucho antes de nuestra llegada, por medio de las entrevistas y los registros de relatos y cantos, que viene realizando desde los años 70. Abrir espacio, y dar plataforma era el objetivo, siendo plenamente conscientes de que existe un director, un editor y un productor que – en un proceso posterior – decidirán que partes de esas extensas conversaciones constituirán el cuerpo de la película.

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(Traducción del italiano)

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