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España

Xavier Bermúdez • Director de Olvido y León

“El cine evidencia la huella del tiempo”

por 

- El cineasta gallego ha rodado en su tierra natal su nueva película, donde retoma los mismos personajes de su anterior León y Olvido

Xavier Bermúdez • Director de Olvido y León
(© Matteo Rovella)

El ourensano Xavier Bermúdez regresa con los mismos personajes de su anterior largometraje León y Olvido, de 2004, en su nuevo film, Olvido y León [+lee también:
tráiler
entrevista: Xavier Bermúdez
ficha de la película
]
, que se estrena en salas españolas el 26 de marzo. Son pues de nuevo sus protagonistas Marta Larralde y el recientemente desaparecido Guillem Jiménez, quienes interpretan a dos hermanos, uno de ellos con síndrome de Down. Llamamos desde Madrid al también productor, que responde al teléfono desde A Coruña.

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Cineuropa: ¿Sigue siendo necesario autoproducirse para rodar películas con temáticas poco habituales como la tuya?
Xavier Bermúdez:
Hace años que no intento que me produzcan otros y me he acostumbrado a una forma de actuar que me da libertad, pero también muchos quebraderos de cabeza. Ya me gustaría tener un productor que empatizase con lo que hago, porque es bastante agotador hacer todo en Xamalú Filmes, nuestra compañía, donde el criterio artístico prima sobre todo lo demás.

Respecto a tu nueva película ¿se puede acercar el espectador a verla sin la necesidad de haber visto la de hace 17 años, protagonizada por los mismos actores y roles?
Sí, es independiente: quien recuerde la primera encontrará cosas reconocibles, repeticiones o pequeñas variaciones sobre algunos aspectos de los personajes, pero es un film completamente autónomo y bastante diferente tanto en el estado de ánimo con que fue rodado, como en la estructura o el tono.

¿Qué sentimiento te llevó a retomar a esos mismos caracteres?
Los echaba de menos. Poco después de terminar León y Olvido, el equipo disfrutó de un periplo muy grande por festivales de cine, de Montreal y Karlovy Vary, entre otros muchos, y fue una experiencia larga, intensa y gratificante. Así que Marta y Guillem me llamaban todos los años preguntando cuándo hacíamos la segunda parte; trabajar con un grupo de gente con síndrome de Down fue absorbente, porque ellos te dan mucho afecto pero te sacan también muchísimo, y acabé agotado: pensaba que había dado de mí todo lo que tenía que dar. Siguieron pasando los años, Guillem continuaba llamándome y se me empezaron a ocurrir cosas: situaciones que podían estar viviendo los dos y de este modo acabó desarrollándose el guion, les llamé y estuvieron encantados de repetir los personajes, así que seguimos para adelante.

Esos personajes de Marta y Guillem forman una familia especial. Por lo que cuentas, parece que el equipo de aquella película también ha formado una peculiar unión, que va más allá de lo laboral…
Sí, sobre todo Marta y Guillem, que tenían una relación bastante intensa: habían sido hermanos en la ficción y se adoptaron como hermanos en la realidad.

La química entre ellos, que ya se percibía en la primera película, se sigue notando en Olvido y León.
Sí, con algunas variantes. Cuando estábamos esperando el comienzo del rodaje en Ourense, ya me avisó Guillem de que todos habíamos cambiado. Y es que el cine da constancia de una de sus cosas esenciales: la huella del tiempo.

Abordar que las personas con síndrome de Down tienen sentimientos, relaciones y sexualidad no es algo habitual en el cine: ¿sigue siendo necesario recordarlo?
Sí, sigue siendo necesario. Eso ya lo dicen en las webs de las asociaciones de síndrome de Down o si hablas con ellos: pero algunos mecanismos automáticos del subconsciente siguen funcionando igual y debemos seguir despertándolos y atacándolos, es una guerra larga. Ellos son conscientes y tiran para adelante con la alegría que les caracteriza, pero siguen necesitando un reconocimiento más hondo, siguen necesitando cambiar ese automatismo psíquico general que tenemos en el subconsciente.

Ellos tienen esa mirada tan limpia y fresca que supongo contagia un rodaje.
Sí, tienen esa frescura, pero también un gran pundonor. Cuando trabajo con los actores, ensayamos muy poco previamente al rodaje, porque quiero que pasen cosas en la filmación, no deseo que sea una mera ejecución de algo planeado: para eso tienes que estar abierto a lo que pueda surgir con los actores, tengan o no síndrome de Down. Entonces yo adapto a veces algunos diálogos o acciones a las características naturales de los actores: ellos son el material con el que trabajas, así como los impresionistas lo hacían con los paisajes. Entonces, al plantearles un cambio en el dialogo, ellos pensaban que lo hacía por paternalismo, y les tenía que convencer de que lo hago con todos igual, porque todo lo que surge en el rodaje suma.

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