20/10/2021 - Entrevistamos al cineasta belga, que ofrece en su cuarto largometraje una inmersión en la oscuridad del alma humana, al sondar un crimen racista y homófobo

Hablamos con el director belga Nabil Ben Yadir, quien con Animals [+lee también:
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entrevista: Nabil Ben Yadir
ficha de la película], su cuarto largometraje, presentado en el 48º Festival de Gante, ofrece una película dura y comprometida, un gesto cinematográfico radical que se sumerge en la oscuridad del alma humana para investigar un crimen racista y homófobo indescriptible.

Cineuropa: ¿Por qué quisiste contar esta historia?
Nabil Ben Yadir: En el momento del asesinato de Ihsane Jarfi, los periódicos hablaban de un crimen homófobo. Y me pregunté por qué hablaban de un crimen homófobo y no de uno racista. ¿Por qué la sexualidad absorbe la identidad? Seguí el juicio, y reflexioné sobre la raza humana, sobre el nacimiento de los monstruos. ¿Cómo alguien se convierte en un monstruo en tan poco tiempo, y cómo se vive con ello? ¿Cómo vives el día después del crimen? Conocí al padre de Ihsane. Me dijo: “Lo único que quiero es que la gente sienta la tragedia de Ihsane a través del cine. Que lleguemos al fondo de lo que ocurrió”. Llevó tiempo reflexionar sobre la forma de hacerlo.

Para contar una historia tan radical, ¿necesitabas una forma todavía más radical?
Exacto, necesitábamos una forma radical, y seguir de cerca a los personajes. Fuimos radicales en el formato, ya que elegimos 4:3, con una sola distancia focal. Reflexionamos mucho sobre cómo grabar la violencia, y al final, no la grabé. En el momento central de la agresión, ya no soy el que graba, ya no hay un director, un director de fotografía, son los actores, o mejor dicho los personajes que interpretan, quienes tienen el poder. Ellos son los que graban y pasan su versión de la historia. Vivimos en una sociedad en que la violencia nunca se puede evitar por completo: es omnipresente. Sin embargo, hay una cosa que multiplica la violencia, y es el acto de ser grabado. Quieres ser el más fuerte, el mejor, el más divertido. El más violento. Vivimos en un mundo de puesta en escena. Todos se miran.

Lo más violento no es la violencia en sí misma, sino la indiferencia hacia la violencia.
Para mí, una de las principales formas de violencia es la falta de vocabulario y la ausencia de comunicación. En el coche, la comunicación es imposible. Para mí, esta es una de las escenas más violentas. La ausencia de palabras es una forma de violencia social. La violencia alcanza su pico más alto cuando consideras que la persona que tienes enfrente ya no es un ser humano, sino un juguete, un trozo de carne. No hay límites en ese momento. Es como golpear una bolsa, un objeto inanimado.

La película tiene una dimensión nihilista, una oscuridad total…
Me interesaba saber qué harían esos tipos al día siguiente. ¿Se irían a su casa a dormir tranquilamente? ¿Desayunarían? ¿Hay vida después de un crimen? ¿Cómo crea monstruos la sociedad? Estos monstruos no son como los de las películas estadounidenses, a los que puedes identificar a primera vista, sino monstruos que de repente se revelan a sí mismos. Hay un entrenamiento, un efecto de grupo. Si cada uno de esos tipos se hubiera encontrado con Brahim por separado, ¿qué se hubieran dicho el uno al otro?

Cuando hay un crimen, hay una víctima, y toda la primera parte de la película trae a Brahim de nuevo a la vida.
Sí, es muy importante. Espero haber conseguido algo así, dar cuerpo y vida a la víctima. Permitir un encuentro con él. La víctima, en el caso de este tipo de asesinato, es una persona que paga por su diferencia. Podría ser un hombre negro en Estados Unidos, o un joven homosexual en Lieja. Cuando descubrí este crimen, me pregunté: ¿De dónde viene este joven, qué descubren sus padres con su muerte?  

¿Podemos hablar del significado de ese deseo de realismo? Desde el principio, leemos el cartel: “Basado en una historia real”.
De hecho, descubrí que cuanto más nos acercamos a una forma de realismo, más estamos en el cine, en un cine libre de artificios. Esto produce una emoción intensa, estamos con el personaje, lo seguimos, estamos con él de manera permanente. Ya sea la víctima o el verdugo.

(Traducción del francés)