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MÁLAGA 2022

Alejandro Loayza • Director de Utama

“La imagen se me da mucho mejor que las palabras”

por 

- El cineasta boliviano ha cosechado cuatro premios en el Festival de Málaga con su primer largometraje: una sensible película que aúna códigos del western con el ecologismo

Alejandro Loayza • Director de Utama
(© Michael Dunn)

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triunfó en Sundance y ha repetido aplausos/trofeos en el 25º Festival de Málaga, donde se alzó con la Biznaga de Oro al mejor film iberoamericano, de Plata al mejor director, a la mejor música y del Jurado de la Crítica (lee la noticia). Su director, Alejandro Loayza, se encuentra en Francia, recorriendo otros certámenes, como el de Toulouse, pero atiende gentilmente la llamada de este periodista.

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Cineuropa: ¿Vives ahora en Europa?
Alejandro Loayza:
En Madrid, cursando un máster de guion de Mediapro y la universidad Complutense. Estaré en España hasta agosto, pero estoy evaluando convertir Madrid en mi base y moverme entre esta ciudad y Bolivia.

Tu primera película no tiene aún distribución en España, pero sí en Francia. ¿Qué sucede con el resto del continente europeo?
El 11 de mayo estrenamos en Francia y tenemos asegurada la distribución en Suiza y Dinamarca.

¿Qué significa Utama?
“Nuestro hogar” en aimara; fonéticamente es linda y aplicable a cualquier idioma, fácil de recordar, por lo que no hemos tenido que buscar otro título, aunque en Francia han añadido subtítulo: “La tierra olvidada”.

Tú has sido fotógrafo antes que cineasta, además de rodar cortos y trabajar en una serie de televisión.
Empecé mi carrera profesional alejado del cine, haciendo algo que asegurase más dinero, por lo que estudié publicidad y luego participé en un taller de foto: ahí me enamoré de la fotografía. Después descubrí la cámara en movimiento y me gustó aún más, así que comencé a trabajar como director de fotografía. Cuando me di cuenta de las responsabilidades que podía tener un director, quise eso para mí: empecé a dirigir video clips y esa fue mi transición.

Tu pasado como fotógrafo se percibe en Utama, con esos encuadres tan estéticos.
Absolutamente, porque la imagen se me da mucho más fácil que las palabras: tenía tan claro cómo debía verse la película que dibujé todo su storyboard. Cuando la directora de fotografía Bárbara Álvarez entró en el proyecto y conversamos sobre la película, ella tenía el mismo tipo de film en su cabeza, con su luz y encuadres: fue muy fluido. Y por eso estoy haciendo un máster en guion, porque se me da muy fácil la imagen, pero no tanto la palabra: la primera versión del guion de Utama tenía 43 páginas y estaba seguro de que con eso podía filmar, pero me presionaron para que lo trabajase hasta las 75.

Es una película que expresa mucho con las imágenes, como el cine puro.
El silencio puede decir mucho más que las palabras y las miradas dicen definitivamente mucho más, porque las miradas no pueden esconder lo que sienten. Eso lo quise utilizar, tanto la mirada como los silencios, y que el paisaje recóndito hablase también. Asimismo, pensé que en una pareja que lleva viviendo tantos años juntos, como en el caso de la protagonista, tampoco se necesita hablar mucho, porque se dice todo con pequeñas acciones o gestos.

Ahí están esos maravillosos actores no profesionales: ese matrimonio anciano. Supongo que valoraste su naturalidad a la hora de elegirlos.
Creo que el proceso ha sido muy lindo y nos hemos divertido. Yo les compartí el guion, aunque hay directores que no lo hacen para así sacarles la mayor naturalidad posible, pero yo lo hice y lo ensayamos.

Utama a veces parece un western, también es una historia de amor con subtexto ecológico… ¿cómo lograste combinar tan armónicamente estos aspectos?
Trabajé mucho el guion a partir de una escaleta, luego lo dividí en fichas y las colgué en una pared para lograr ese equilibrio: todo eso lo tenía allí visualmente, y el guion se ha ido dotando de capas de profundidad con el tiempo, madurando: esto surge de la colaboración de mi hermano Santiago Loayza, productor, y de mi padre, Marcos Loayza, que ha sido un asesor de guion; y también el coproductor uruguayo, Federico Moreira.

Pero supongo que rodar en ese espacio natural, con su meteorología extrema, y con rebaños de llamas, no debió ser fácil.
Obviamente el clima es hostil: hemos filmado en la única estación posible, primavera, porque en invierno, apenas se esconde el sol, la temperatura puede llegar a menos diez grados rápidamente, hay tormentas de arena y mucho viento. Por eso estábamos vestidos como seres del desierto, aunque las llamas son animales muy inteligentes: usamos tres grupos y son tan listas que a la toma cinco o seis sabían lo que tenían que hacer. Obviamente siempre es difícil filmar con animales, pero las llamas son tan fotogénicas…

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