05/04/2022 - La directora italiana habla sobre el proceso de realización de su primer largometraje, enteramente rodado en los Quartieri Spagnoli de Nápoles

Proyectada este año en el CPH:DOX, la ópera prima de Victoria Fiore, la coproducción ítalo-británica Nascondino [+lee también:
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tráiler
entrevista: Victoria Fiore
ficha de la película], narra la dura realidad cotidiana de Entoni, que vive en los Quartieri Spagnoli de Nápoles y acaba de cumplir doce años al principio de la película. Aprovechamos la oportunidad de entrevistar a la directora para hablar sobre el largo proceso de producción de este proyecto, así como su intenso viaje emocional, en el que trabajó estrechamente con una familia que vive en los márgenes de la sociedad napolitana.

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Cineuropa: ¿Cómo y cuándo comenzaste a trabajar en este proyecto?
Victoria Fiore: Es difícil señalar el momento exacto en el que empecé a trabajar en la película, porque sucedió de manera muy espontánea. Estaba organizando un taller de cine en Nápoles, cuando una trabajadora social de los Quartieri Spagnoli, Eleonora Dell'Aquila, que también es amiga mía, me enseñó vídeos de niños describiendo la ciudad con expresiones asociadas a esta zona, y estos chicos me pidieron que filmara el “cippo” [las fiestas de San Antonio, que se organizan cada año en el barrio]. Los involucramos en el proyecto, les dimos cámaras GoPro y les pedimos que nos hablaran de esta tradición. Esto se convertiría en el material inicial, que después empleamos para desarrollar Nascondino. A través de esta experiencia conocí a Entoni. A él le interesó particularmente la cámara. Quería filmar Titanic en la playa con su primo y hablarnos sobre sus sueños y sobre su barrio. Demostró una creatividad auténtica. Después conocimos a Dora [Addolorata, la abuela de Entoni], y le gustó mucho lo que estábamos haciendo. Ella me invitó a tomar café, me preguntó quién era y qué estaba haciendo exactamente. Al principio no quería salir en cámara […], pero con el tiempo, Addolorata estaba encantada de que la filmásemos más y más [libremente]. Fue un largo viaje de cuatro años.

¿Tuviste que enfrentarte a alguna dificultad técnica?
El 80 % del tiempo, mi director de fotografía [Alfredo De Juan] y yo éramos los únicos en el rodaje. Los espacios eran muy pequeños, y resultó ser una excelente decisión filmar allí, porque nos permitió mantener una sensación de intimidad con nuestros protagonistas. No trabajábamos con límites de tiempo marcados. Todo tenía que ser totalmente improvisado, todo el tiempo. Esto fue probablemente lo más difícil. Por otro lado, al final nos vino bien, porque significaba que podíamos filmar una realidad que resultaba más “viva”. Es difícil seguir la vida diaria en los Quartieri.

¿La familia ha visto la película? ¿Cómo han reaccionado?
Los primeros en ver la película fueron el abogado y la trabajadora social. Después la vio Dora. Antes de mostrarle la película, le enseñé el guion completo y hablé con toda la familia, para que supieran más o menos qué podían esperar. A Dora le gustó mucho. Posteriormente, se la mostramos a todos los demás. Desde el primer momento, Natalia [la madre de Entoni] me abrazó y lloramos juntas. Nos dio las gracias por contar una historia auténtica. A Gaetano [el hermano pequeño de Entoni] también le gustó. Queremos proyectarla en Nápoles en junio, es parte de nuestro plan.

¿Cómo fue el trabajo con el compositor de la película, CJ Mirra?
Trabajamos mucho juntos. Nápoles es un lugar claustrofóbico donde no hay un solo segundo de silencio. No esperaba crear el efecto de “fiesta musical” en la película. Para empezar, queríamos una banda sonora con base electrónica, porque Nápoles es moderna, cinematográfica y muchas cosas más. Cuando escuché el trabajo sonoro de CJ Mirra, con su cualidad casi “liminal”, lo cierto es que me gustó mucho. Se encuentra a medio camino entre la música y el diseño sonoro, entre la melodía y la música ambiente. Es el tipo de música que te toca el alma sin resultar demasiado intrusiva. Y la historia parece tan real que no puede ser verdad, si eso tiene sentido...

Como espectador, parecía que estaba viendo una película de ficción muy realista.
Queríamos aportarle ese aspecto de ficción, que fuese más allá de la realidad. La música ayuda a transportarnos a este mundo que deja de ser documental para convertirse en algo más.

¿Cómo te cambió la experiencia como ser humano?
El proceso de hacer una película es definitivamente muy intenso, y cambia muchas cosas. Es difícil no volverse cínico, es una lucha constante. A veces ocurren cosas delante de tus ojos que te dan ganas de tirar la toalla. Es ingenuo hacer un documental pensando que vas a cambiar las cosas, pero era importante estar ahí durante todo el proceso y acompañar a los personajes hasta el final, ofreciéndoles el apoyo que necesitaban. Se trata sin duda de una experiencia enriquecedora.

¿Cuál será tu próximo proyecto?
Estoy escribiendo un largometraje de ficción basado en una historia real, que está ambientado en el norte de Italia y llevará el título de Aida.

(Traducción del italiano)