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BERLINALE 2023 Competición

Nicolas Philibert • Director de En el Adamant

"La película intenta cambiar un poco la imagen y las representaciones que tenemos a menudo de 'la locura'"

por 

- BERLINALE 2023: El respetado documentalista francés habla sobre su obra centrada en L’Adamant, un centro de día muy especial en un barco anclado en los muelles de París

Nicolas Philibert • Director de En el Adamant

El conocido documentalista francés Nicolas Philibert, que ya pasó por Cannes o Locarno, ha presentado en competición en la 73ª Berlinale En el Adamant [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Nicolas Philibert
ficha de la película
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, una obra luminosa, tierna y de una precisión excepcional sobre los problemas mentales.

Cineuropa: Tú ya habías abordado el tema de la psiquiatría en 1996 con La moindre des choses, y En el Adamant es la primera entrega de un tríptico sobre la cuestión. ¿Por qué te interesa tanto este universo?
Nicolas Philibert: Me conmueve profundamente. El mundo de la psiquiatría me parece lejano y cercano a la vez. Tengo la sensación de que los enfermos son personas como tú y como yo. Hace años, cuando hice una película sobre las personas sordas de nacimiento, tuve la sensación de estar grabando a personas que tenían un enfoque sensorial del mundo radicalmente diferente. En el caso de los pacientes de psiquiatría, lo que nos dicen, su forma de ver el mundo, que evidentemente es múltiple y diversa, nos remite mucho a nosotros mismos, a nuestros fallos, a nuestras propias fisuras.

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¿Por qué elegiste un hospital de día tan particular como L’Adamant, este barco anclado en los muelles de París, un lugar muy abierto, solar, sin distinción visual entre pacientes y cuidadores?
Todo el mundo dice que nuestro sistema francés de salud va mal. En esta paralización, la psiquiatría está todavía peor, casi abandonada, desatendida por los poderes públicos, como si en el fondo no les sirviera curar a un esquizofrénico porque no hay retorno de la inversión, me atrevería a decir. En este contexto, afortunadamente, hay equipos y lugares que resisten, que intentan continuar haciendo una psiquiatría digna de ese nombre, y L’Adamant es un ejemplo de ello. Es un lugar que está en el centro de París pero que también da la impresión de estar en otro lugar debido a la proximidad del agua, del tráfico fluvial. También es un entorno bonito, algo muy importante porque los lugares de atención psiquiátrica y los hospitales no suelen ser muy alegres. Allí, los espacios son bonitos, los materiales son bonitos, el equipo de cuidadores es muy vital, muy activo, invita a participantes: filósofos, escritores, cineastas, etc., e incluso a personas para hacer un documental, como fue mi caso. Así que es un lugar abierto sobre la vida que tiene como misión intentar devolver a los pacientes un poco de impulso, reestructurar su vínculo con el mundo cuando a menudo se encierran en sí mismos y no tienen ganas de salir de allí.  

En efecto, la película emana una especie de ternura, pero también hay que saber que yo no me precipito con mi cámara sobre las personas cuando están en plena crisis. Los pacientes que vemos en la película son muy conscientes de su estado de salud, de sus dificultades, de su enfermedad, y hablan de eso. Pero yo no los grabo, a ellos o a otros, cuando no están bien, cuando están delirando, cuando se sienten perseguidos, etc., algo que puede ocurrir. Yo me abstengo porque hay un después. ¿Qué dirían cuando se sintieran mejor? ¿Que buscaba hacer un espectáculo con su sufrimiento? Esta dimensión ética condiciona un poco las imágenes.

¿Cómo encontraste el equilibrio y la precisión para mostrar que estos pacientes son humanos como todos los demás, sin ocultar sus desequilibrios y sus sufrimientos interiores, y transmitiendo incluso una forma de humor?
Yo no quería hacer una película sobre la psiquiatría que arrastrara a los espectadores a un universo obligatorio y siempre oscuro. Cuando se frecuenta a los pacientes de un lugar como L’Adamant, hay personas que dan la sensación de estar sufriendo, pero también hay otras que no, que han encontrado una especie de equilibrio en su vida, que viven con una enfermedad a la que han conseguido dominar, aceptar. A veces este equilibrio puede parecernos un poco extravagante, al menos singular, pero allí hay personas muy cultas, muy lúcidas, a menudo divertidas, pero no es el caso de todos. Y, además, en el curso de la vida, para cualquiera, hay altos y bajos, momentos más difíciles, otros más tranquilos. Quería que el espectador perdiera un poco esos clichés que todos tenemos sobre la enfermedad psíquica: la violencia, los gritos, etc. No es así todo el tiempo y de eso trata la película: cambiar un poco la imagen y las representaciones que tenemos a menudo de “la locura”.  

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(Traducción del francés)

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