Jean-Paul Salomé • Director of Un blanco fácil
"Claramente, el tema molesta"
por Fabien Lemercier
- El cineasta francés habla sobre su thriller político y psicológico sobre la historia real y edificante de una delatora en las oscuridades del poder de la industria nuclear
Presentada en el Festival de Venecia, Un blanco fácil [+lee también:
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entrevista: Jean-Paul Salomé
ficha de la película] es el noveno largometraje de Jean-Paul Salomé, que vuelve a trabajar con Isabelle Huppert por segunda vez consecutiva tras La Daronne [+lee también:
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ficha de la película]. Esta coproducción franco-alemana, basada en hechos reales, sobre una delatora que trabaja en el sector nuclear y se ve obligada a pagar un alto precio por su compromiso social, se estrena en los cines franceses el 1 de marzo de la mano de Le Pacte.
Cineuropa: ¿Cómo descubriste la historia real de Un blanco fácil?
Jean-Paul Salomé: A través de un tuit que anunciaba la publicación del libro de Caroline Michel-Aguirre. Me intrigó y me llevó a llamar a la autora. Leí el libro y pensé: “Aquí hay una película y una buena historia que contar”.
¿Qué te interesaba más, las denuncias de la delatora o la represión del sistema?
Ambas. Este caso fue mucho más que una historia clásica de delatores. Todos los informantes tienen problemas, no es un camino de rosas, pero la senda que tuvo que recorrer Maureen Kearney fue especialmente espinosa. Rara vez había visto un “vía crucis” tan brutal, que acabó en un ataque extremadamente violento, tanto física como psicológicamente. Era diferente y, desde el punto de vista cinematográfico, significaba que la película tendría que ramificarse en cierto momento. Empieza siguiendo la línea de un thriller político hasta que, debido a un ataque tan violento que conmociona totalmente al personaje y pone su vida patas arriba, la película se convierte en un thriller psicológico y un retrato de esta mujer. Me pareció que se trataba de un giro bastante interesante y singular para la película.
El sector nuclear es un campo muy sensible, que se entrelaza con asuntos de Estado. ¿Sufriste alguna presión?
Sabíamos desde el principio que no íbamos a rodar en centrales nucleares francesas y que no tendríamos el apoyo de EDF para contar esta historia, teniendo en cuenta el papel que juega la empresa en la historia real. Rodamos en centrales de carbón en Alemania, que redigitalizamos para que fueran totalmente nucleares. Sí, hubo cierta presión, sobre todo en lo relativo a la financiación regional que suelo tener, pero que no conseguí esta vez. Ni una sola región nos apoyó. Esto es algo bastante raro; es importante no volvernos paranoicos, pero es un poco extraño. Los responsables políticos de los comités probablemente no querían verse involucrados en esta historia. Aun así, lo conseguimos gracias a otros medios. Bertrand Faivre (Le Bureau) encontró un coproductor en Alemania, lo que nos permitió completar la financiación. No es el fin del mundo, lo más importante es que la película existe, pero claramente el tema molesta a alguna gente.
El aspecto feminista de la historia también es importante porque la delatora sufre una mayor presión por el hecho de ser mujer en un mundo dominado por los hombres.
Ella pasa por todo eso porque es mujer, pero también porque hay una diferencia de contexto social. Ella se movía en medio de todos esos hombres en posiciones de poder, que en su mayoría habían ido a las mismas escuelas (ENA, Polytechnique, Les Mines, etc.), pero no formaba parte de ese mundo. Maureen Kearney pensaba que era una más porque todos trabajaban juntos, ya que la armonía social era importante en Areva en aquel momento. Ella pensó que podría conseguirlo, porque la energía nuclear tenía que funcionar. Sin embargo, el día que fue demasiado lejos, ese entorno le recordó que ella no formaba parte de su mundo. Creo que, en cierto momento, ella debió de sentirse intocable. Pagó un precio muy alto por ello. Me pareció algo interesante: una persona cercana al poder que no tenía ni un ápice de poder real, pero que pensaba que era intocable. Lo cierto es que no lo era, debido a las diferencias sociales y al hecho de que era una mujer en un mundo de hombres.
La atmósfera de thriller político de la película, que podríamos asociar con la tradición americana, también existió en el cine francés en cierto momento.
Sí, hubo algunas películas de Costa-Gavras e Yves Boisset, pero todo eso desapareció. El cine estadounidense siempre ha perpetuado esa tradición, recientemente con Spotlight, por ejemplo, pero en el cine francés hay menos ejemplos de cine reciente. Creo que hay cierto nerviosismo, y también problemas de financiación. La gente quiere comedias, y nos repetimos a nosotros mismos que los franceses también las quieren. La verdad es que es una pena, así que, cuando surgió esta historia, me emocionó la idea de seguir los pasos de algunos ilustres predecesores.
(Traducción del francés)
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