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Francia / Bélgica

François Ozon • Director de Mi crimen

"Esta es una película sobre el triunfo de la sororidad"

por 

- El cineasta francés detalla su 22° largometraje, una punzante comedia de época con ecos contemporáneos

François Ozon • Director de Mi crimen

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, una adaptación libre de una obra de teatro de 1934 escrita por Georges Berr y Louis Verneuil, es el 22.º largometraje del talentoso y prolífico François Ozon, que ha vuelto a la comedia, mezclando alegremente la ligereza con el humor sarcástico al incorporar ecos del MeToo en una historia de los años 30. Esta película feminista llega a los cines franceses el 8 de marzo de la mano de Gaumont.

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Cineuropa: Has adaptado varias obras de teatro hasta la fecha. ¿De dónde surge esta predilección y cómo descubres esta obra de 1934?
François Ozon: Las adaptaciones suelen servirme como una buena base para contar historias porque, en general, tratan sobre cosas que me gustan, aunque no del todo, por eso las transformo. Un día vi True Confession, una comedia bastante mediocre protagonizada por Carole Lombard, que en realidad era una adaptación de una obra francesa de Georges Berr y Louis Verneuil titulada Mi crimen. Tenía curiosidad por ver cómo habían adaptado los americanos esa obra francesa, así que decidí leerla. Algunos aspectos eran realmente divertidos, con su falsa culpable que se incrimina a sí misma y se hace famosa a causa de esta mentira. Inmediatamente, pensé que el personaje tenía que ser una actriz, lo cual no ocurría ni en la obra original ni en la película americana (donde es una escritora).

Así que transformé la obra de forma que pudiera resonar con los tiempos modernos, con nuestras preocupaciones actuales, y también con las mías propias, en lo que se refiere al control general que tienen los hombres sobre las mujeres. Ahora que lo pienso, en realidad es la tercera parte de una trilogía sobre la condición femenina, después de 8 mujeres [+lee también:
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. 8 mujeres trataba del rechazo del patriarcado, ya que el hombre se quita la vida; mientras que Potiche trataba de la llegada del matriarcado con una mujer asumiendo el poder. Esta es una película sobre el triunfo de la sororidad, sobre cómo las mujeres se ayudan mutuamente para sobrevivir en una época en la que las mujeres estaban increíblemente oprimidas. Fue interesante adquirir cierta perspectiva sobre cómo habían cambiado las cosas y qué luchas tenemos pendientes para lograr la igualdad total y la libertad de las mujeres.

Tratas temas muy serios con una comedia de enredos.
Sí, y creo que el hecho de estar ambientada en los años treinta lo hace más fácil. Si hubiera contado esta historia en una ambientación moderna, podría haber sido una película más dramática, en la línea de Gracias a Dios [+lee también:
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. Ambientarla en los años treinta nos aporta un poco de distancia. Es un periodo que podemos idealizar. De hecho, el París de los años treinta que muestro se parece más al París hollywoodiense que vemos en las películas de Lubitsch o Billy Wilder. No es realista, hay una especie de estilización que nos permite hacernos preguntas y sonreír ante cosas de las que tal vez aún no podamos reírnos actualmente.

El tema principal de la película es la sinceridad dentro de una mentira. ¿Cómo buscabas abordar esto?
La idea era hacer una película sobre una mala actriz que se convierte en una buena actriz gracias a una gran mentira. He explorado las mentiras en múltiples ocasiones. El cine en sí mismo es una mentira: representamos escenas, todo el mundo interpreta personajes y, sin embargo, los espectadores van al cine para creer en ello. Hay un deseo, una necesidad infantil de creer la historia que nos están contando, aunque sepamos que no es verdad. También me gustó mucho el hecho de que esta actriz, que no es muy buena, acaba de repente encarnando ideas con las que ella misma se identifica, gracias a las palabras escritas por su abogada, y una verdad sale a la luz. Eso es lo que me gusta: que la verdad nazca de un artificio, de algo fabricado. Al final, la joven descubre una conciencia política feminista, y se convierte en un símbolo. Aprovecha la oportunidad y esta la conduce hacia una causa más noble de lo que pretendía en un principio.

¿Qué papel querías que jugase la artificiosidad en esta película?
Quería ser honesto desde el principio. La película comienza con un telón y termina con la escena de una obra. Para mí, era algo inherente al tema. La idea era estar como en una película de Renoir: la vida es una escena de teatro, donde todo el mundo interpreta un papel. La única vez que Madeleine dice la verdad, mira a la cámara, y a través de esta al espectador. Desde el principio, atravieso paredes, algo que no se hace en las películas realistas. Es un juego, un pacto que establezco con los espectadores: ¿aceptan entrar en este mundo artificial? Eso es algo que me gusta del cine, aunque entiendo que algunas personas reaccionen de forma hostil y no lo acepten. Aun así, creo que los espectadores son lo suficientemente inteligentes y conscientes como para aceptar este tipo de artificio y disfrutarlo.

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(Traducción del francés)

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