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LAS PALMAS 2023

Omar Al Abdul Razzak • Director de Matar cangrejos

“Los guionistas ponemos mucho de nosotros en los personajes”

por 

- El director y productor ha obtenido el premio al mejor largometraje de la sección Canarias Cinema en el Festival de Las Palmas, trofeo que suma a los dos que recogió en Málaga

Omar Al Abdul Razzak • Director de Matar cangrejos
(© Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria)

Omar Al Abdul Razzak, de 40 años y sangre hispano-siria, divide su tiempo laboral entre la producción (dentro de la compañía Tourmalet Films) y la dirección, pues ha dirigido tres films hasta la fecha: el documental Paradiso y las ficciones La tempestad calmada y Matar cangrejos [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Omar Al Abdul Razzak
ficha de la película
]
(una coproducción entre Países Bajos y España, donde se estrena el 26 de mayo). Gracias a este título acaba de recoger el premio Richard Leacock al mejor largometraje de la sección Canarias Cinema del 22º Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria después de triunfar en la sección Zonazine del último Festival de Málaga, donde obtuvo dos galardones (leer más). Feliz tras abrazar su nueva estatuilla, el cineasta nos recibió en un hotel de la playa de Las Canteras.

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Cineuropa: Durante el rodaje de Matar cangrejos… ¿qué le decía el Omar productor al Omar director? ¿Se llevaban bien?
Omar Al Abdul Razzak:
Durante la filmación fui solo director, mientras el jefe de producción (Manuel Arango) lo decidía todo. Ahí fui mal productor, pues quería rodar más y más haciendo gastos, como la secuencia de la atracción de feria, que me empeñé en filmar a pesar de que cambió la localización. Además, desde producción me hicieron quitar 20 páginas de guion un mes antes del rodaje: lo afronté pero, aunque teníamos siete semanas de rodaje, sólo había dinero para seis; entonces, para conseguir la séptima semana suprimimos una de preproducción y no dio tiempo siquiera para hacer una lectura de guion.

La película es ligeramente autobiográfica. ¿Quién tiene más de ti, el niño o la chica protagonistas?
Soy una mezcla de ambos, pero tengo más de ella: algo gamberra y rebelde. Todos los guionistas nos reflejamos en nuestros personajes.

Ella es un poco chicazo…
Ese tipo de chavala, un poco masculina, era habitual en los años noventa y molaban. Tengo una amiga de la infancia de quien he puesto mucho en ese personaje: era la más destructiva y problemática de la pandilla, venía de una familia desestructurada y más tarde se hizo gótica. Con ella esnifé pegamento o fumé porros por primera vez.

¿La película es nostálgica?
No está escrita desde la nostalgia y el público no la está recibiendo de esa manera. Es verdad que tiene un punto nostálgico, pero como le he dado la vuelta y posee una mirada irónica sobre ciertas cosas ocurridas en el pasado, creo que eso anula la nostalgia.

Retratas tiempos analógicos, con niños jugando libremente por la isla de Tenerife.
Eso sí es nostálgico: echo de menos la libertad de aquella época. Yo de adolescente salía de casa por la mañana, cogía la guagua con un colega y regresaba de noche, y no se preocupaba nadie ni estabas pendiente del tiempo. Ahora el teléfono móvil nos controla.

Hay en Matar cangrejos un mensaje antiturístico, pero a la vez en su trama se recibe como a un dios a un icono americano como Michael Jackson.
La película está asentada en contradicciones continuas: el negro que viene de Estados Unidos pero no es negro, los negros verdaderos que llegan luego en condiciones bastante peores… En lugares coloniales se produce un efecto de identificación con el colonizador: no lo quieres, pero en realidad deseas ser como él.

Y, además, en Tenerife existe un famoso parque de loros cuando en la isla no viven de forma natural esas aves…
Así, es. Y cuando en el colegio te mandaban dibujar la isla, lo hacíamos con un loro en medio…

Los diálogos de la película son creíbles y divertidos, entretenidos y graciosos. ¿Resultó sencillo escribirlos?
Están escritos y reescritos. Hemos escuchado primero cómo lo decían los actores naturales y así fueron cambiando. Estaba prohibido aprenderse de memoria los textos, pero los intérpretes sabían de dónde partían y a dónde debían llegar, pues todo estaba marcado. A mí me gusta ese tipo de diálogos: disfruto mucho escribiéndolos. Y tomamos muchas cosas de la realidad, como alguna conversación que escuché durante las localizaciones: de unos adolescentes que estaban sentados cerca.

El film sugiere más que informa: hace trabajar un poco al cerebro del espectador.
Eso me decía un amigo que, tras verlo, me confesó: “Es exigente, pero lo disfruté”. Me gustó mucho oír eso.

Por último, ¿cómo conseguir sintonía entre actores naturales y profesionales?
Quien se adaptó fue la actriz profesional (Sigrid Ojel), que tuvo que aprender de los naturales. Y copiamos de otros entornos: fuimos a los barrios para que ella se empapase de la gente y bajase el tono.

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