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CANNES 2023 Semana de la Crítica

Stéphan Castang • Director de Vincent debe morir

"Poco a poco, avanzamos hacia la pesadilla"

por 

- CANNES 2023: El director francés habla sobre su original primer largometraje, centrado en un hombre que es de repente víctima de incomprensibles agresiones

Stéphan Castang  • Director de Vincent debe morir

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ficha de la película
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, la ópera prima de Stéphan Castang, ha sido presentada como proyección especial en la 62ª edición de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes.

Cineuropa: ¿Qué te llevó hasta el guion de Mathieu Naert y por qué decidiste convertirlo en película?
Stéphan Castang: Lo descubrí en las residencias SoFilm, organizadas por Thierry Lounas, donde yo trabajaba como asesor. Lo que más me atrajo del guion fue la mezcla de géneros. Me gustó mucho el concepto inicial, pues pensé que tenía potencial para convertirse en una película de género, a la vez que exploraba una manifestación bastante frontal y brutal de la violencia. Además, incluía una historia de amor que permitía profundizar en otros códigos. Se trataba de un guion que combinaba distintos tipos de cine, lo cual me pareció realmente inspirador, y veía que también había potencial para desarrollar el aspecto humorístico.

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La película gira en torno a un antihéroe, un hombre corriente que se ve obligado a hacer frente a una situación extraordinaria.
En efecto, nuestro héroe posee todas las características de un antihéroe, por lo que estaba claro que era Karim Leklou quien debía interpretar este papel. Podríamos haber escogido a cualquier otro tipo de actor para una película de acción como esta, pero Karim constituía la opción ideal porque es a la vez "corriente" y único, bruto y amable. Hay algo de slapstick en él al principio de la película, con un cuerpo en constante movimiento y reacción y un rostro más bien impasible que trata de adaptarse y comprender un poco lo que ocurre a su alrededor. Es un poco como Buster Keaton cuando se encuentra al mando de un tren que ha empezado a moverse sin que nadie lo arrancara. También me atrajo desde el primer momento la idea de llevar a cabo escenas de lucha protagonizadas por cuerpos corrientes, cuerpos que son prácticamente tabú en situaciones de lucha, como el de los niños, por ejemplo. Consideraba que las peleas tenían que ser sucias y casi dantescas. Dado que se trata de gente corriente, las luchas no podían ser espectaculares ni contar con coreografías magistrales; tenían que ser torpes, como cuando la gente se pelea en la calle y miramos hacia otro lado.

La paranoia es fundamental en la película. ¿Qué enfoque le diste?
Habría sido un error reducirla a la locura. Tenía que ser más bien lo contrario, había que mostrarlo todo como una realidad, más que como paranoia, pero al mismo tiempo tenía que haber una sensación de peligro. Evidentemente, la música desempeña un papel muy importante, por lo que el compositor John Kaced y yo decidimos trabajar sobre el principio de que los leitmotivs y las frecuencias recordaran a los momentos previos a un atentado, para que los propios espectadores estuvieran en alerta máxima y prácticamente adivinaran de antemano lo que iba a ocurrir con Vincent.

Con la introducción de todos estos géneros, la paranoia, la investigación, los elementos de acción y supervivencia, etc., ¿hasta dónde querías llegar al abordar la ruptura de la cohesión social y la violencia en la sociedad actual?
Tiendo a rehuir de los mensajes ocultos y de la denuncia. Está ahí, por supuesto, y por eso la historia de amor desempeña un papel importante. Vincent tiene cuarenta y pico años y se encuentra en plena crisis: está en proceso de superar una ruptura, sus amigos no son más que fotos en una pared, está volviendo a publicar fotos en Instagram... Es cierto que empieza casi como una sátira social sobre el mundo laboral, pero si nos hubiéramos ceñido únicamente a ese hilo argumental, la película habría perdido sus otras dimensiones. Con esta película llegué a la conclusión de que, más que la violencia, lo extraordinario es el hecho de que no estemos enfrentándonos unos a otros todo el tiempo. Y es que, si nos paramos a analizar la historia de la humanidad, los tiempos de paz son en realidad más extraordinarios que los tiempos de guerra. El concepto inicial del guion refleja todo eso de manera muy clara y constituye un poco un redescubrimiento. Los elementos más contemporáneos que hay son la soledad, los encuentros a través de aplicaciones para ligar, etc.

¿Qué intenciones tenías en cuanto a la puesta en escena de la película y cómo fue trabajar con el director de fotografía Manu Dacosse?
Tuvimos mucho tiempo para dividir la película en escenas, aunque eso supusiera readaptarla cuando empezamos a rodar. Nuestra intención principal era que fuera una película que se adentrara en la oscuridad; poco a poco avanzamos hacia la pesadilla, el fuego, el padre que lo mantiene a raya con su pistola. Para las escenas de lucha, no queríamos en absoluto que fueran divertidas ni que estuvieran rodadas de tal manera, así que optamos por un formato scope, pero a menudo con la cámara al hombro, lo cual no tiene por qué resultar contradictorio, pero sí bastante inusual. Siempre empezamos con películas con encuadres bastante cerrados, y los vamos ampliando gradualmente, al igual que el alcance de la película, que también se amplía.

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(Traducción del francés)

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