CANNES 2023 Semana de la Crítica
Ann Sirot & Raphael Balboni • Directora y director de Le Syndrome des amours passées
"Si nos dijesen que no tendríamos límites para nuestra próxima película, nos los pondríamos nosotros mismos"
por Aurore Engelen
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ficha de la película], la película con la que sentaron las bases de su cine, Ann Sirot y Raphaël Balboni están de vuelta con Le Syndrome des amours passées [+lee también:
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ficha de la película], una comedia romántica que cuestiona las relaciones de pareja y la heteronormatividad. El largometraje se ha presentado como proyección especial en la 62ª edición de la Semana de la Crítica, en el marco del Festival de Cannes.
Cineuropa: ¿Cómo surgió este proyecto?
Ann Sirot: Queríamos poner a nuestros personajes en una tesitura que les obligara a cuestionarse los fundamentos de la pareja heterosexual. Para ello, se nos ocurrió la siguiente idea: si querían reproducirse biológicamente, tendrían que apañárselas para tener aventuras sexuales con personas de su pasado. Todo esto nos permitió cuestionar los celos, el deseo y la sensación de no haber vivido la vida plenamente.
Raphaël Balboni: Siempre nos gustó todo lo relacionado con la comedia fantástica, el hecho de tener una premisa absurda y poder jugar con ella para poner a nuestros personajes en situaciones inverosímiles, al tiempo que nos hacíamos muchas preguntas y nos adentrábamos en lugares que nos despertaban curiosidad.
Es en la constricción donde los protagonistas encontrarán su libertad, al igual que vosotros, al fin y al cabo. ¿Creéis que esta premisa básica tan estricta favorece el juego y la creatividad?
R. B.: Ya habíamos constituido nuestras películas anteriores en torno a constricciones bastante estrictas, en concreto un número determinado de personajes y decorados. En este caso, teníamos un poco más de margen, pero seguíamos sintiéndonos más cómodos tratando de hallar la creatividad dentro de un marco bien definido. Para esta película, teníamos la intención de que todo el rodaje se desarrollara en Anderlecht, una ciudad de Bruselas. No se trataba ni de una obligación ni de una necesidad narrativa, pero nos pareció algo lógico y estimulante.
A. S.: Es algo lógico, simple y ecológico. No queríamos pasar más tiempo yendo de un decorado a otro que llevando a cabo el propio rodaje. Era cuestión también de que el presupuesto se viera reflejado en la imagen, no en los movimientos.
R. B.: De hecho, si nos dijesen que no tendríamos límites para nuestra próxima película, nos los pondríamos nosotros mismos.
A. S.: ¡Iríamos a por todas! Y se nos ocurriría algo así como: "¡Hagamos una película en la que todo sea rojo!"
¿Cómo lidiasteis con los códigos de la comedia romántica, especialmente en la escena en la que corren el uno hacia el otro, por ejemplo?
A. S.: Diría que en esta película entra en juego también uno de los subgéneros de la comedia romántica, el de la comedia de segundas nupcias, ya que se trata de dos personajes en crisis que vuelven a encontrar pareja. Es una comedia romántica, pero hacemos que los amantes tengan que pasar por situaciones que, en teoría, no son del todo románticas, como todas estas infidelidades programadas y consentidas. ¡Pero eso también forma parte de la aventura del amor! Nos lo pasamos muy bien con esta transgresión.
R. B.: Desde el principio, teníamos claro que queríamos incluir la escena en la que corren el uno hacia el otro. Es el colmo del código de la comedia romántica, ya que resulta inevitable que acaben besándose, por lo que queríamos que el espectador recibiera ese beso con muchas ganas. Durante el rodaje y el montaje, llegamos a pensar que quizá nos habíamos pasado un poco, pero en realidad todos queríamos ver ese beso.
La película se califica de comedia romántica por las escenas de sexo, que resultan divertidas y poéticas a la vez. ¿Tuvisteis la intención de que fueran así desde un principio?
R. B.: La verdad es que nos divertimos mucho imaginando estos momentos. Es algo que estuvimos ensayando durante casi dos años, tanto con el coreógrafo como con los actores, y a veces con bailarines que nos ayudaron a definirlo todo de antemano.
A. S.: No queríamos en absoluto que hubiera escenas de sexo gráfico, pues no estábamos seguros de que pudieran llegar a resultar divertidas y, al fin y al cabo, es algo muy difícil de representar en el cine. Esta dificultad radica probablemente en el hecho de que, en el momento de practicar sexo, no te paras a mirarlo todo, sino que te sumerges en la experiencia en sí, no en la observación de la misma. Idealmente, el sexo consiste en disfrutar de las sensaciones y en olvidarse de uno mismo, no en observarse, así que quisimos responder a lo que acababa de ocurrir en la escena mediante la imaginación de la secuencia por parte del espectador, tratando en todo momento de transmitir la voluptuosidad del momento.
(Traducción del francés)
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