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CANNES 2023 Competición

Justine Triet • Directora de Anatomía de una caída

"El equilibrio entre su posible culpabilidad y su posible inocencia pende de un hilo"

por 

- CANNES 2023: La cineasta francesa describe su nueva película, una lograda incursión en un cine de género muy particular

Justine Triet  • Directora de Anatomía de una caída

La cineasta francesa Justine Triet, que ya compitió en el Festival de Cannes en 2019 con El reflejo de Sibyl [+lee también:
crítica
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entrevista: Justine Triet
ficha de la película
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, vuelve a optar este año a la Palma de Oro con su cuarto largometraje, Anatomía de una caída [+lee también:
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Cineuropa: Es la primera vez que tratas de frente un tema dramático. ¿Qué te hizo decantarte por este tema?
Justine Triet: Ya había tratado la relación entre hombre y mujer en películas anteriores, y ya había hecho también una película sobre un juicio, pero tenía claro que si volvía a hacer una, quería que se dedicara mucho más tiempo a los detalles del juicio, hasta a los más insignificantes. Una vez que me adentré en el género y supe que la película iba a ser bastante "fuerte", nada más tener la idea de diseccionar a esta pareja en un juicio, hablé con Arthur Harari, con quien escribí el guion, y acordamos que no habría partes de comedia. En cualquier caso, siempre había sabido que si hacía una película sobre un juicio, no habría nada de comedia, y eso es algo que tenía claro desde hacía mucho tiempo.

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¿Cuál es el origen de esta atracción por el tema de los juicios?
Algo que encuentro maravilloso y totalmente angustioso al mismo tiempo en el espacio de los tribunales y la justicia es la idea de que alguien se tome la libertad de contar nuestras vidas en nuestro lugar y de que se reorganice algo tan complejo como el caos de la vida de las personas para contarlo. Y no se cuenta la verdad, es todo ficción, una narración, como un espejo de aumento, una lupa con la que se observan los detalles más pequeños de nuestras vidas, dando sentido a lo más insignificante. Además, a menudo es también el lugar donde se refleja la sociedad, su pensamiento más profundo, la forma en que podemos ver a los hombres y a las mujeres, la forma en que podemos reducirlos a una imagen.

¿Puede ser que, dentro de la pareja, hubiera sobre todo un deseo de explorar a la mujer? ¿La mujer como madre, como compañera, etc.?
Siempre lo ha habido en mis películas, pero esta vez ha sido en mayor medida. Quería mostrar a una mujer que confía en su forma de vida, estar en pie de igualdad con la persona con la que vive y quizás incluso ocupar más espacio. También cuestiono a la pareja en sí. Es algo que, en la realidad, resulta verdaderamente complicado, y se ve perfectamente en la película, porque cuando nos decimos la verdad, se producen al mismo tiempo una manifestación de violencia extrema y una muestra de amor. ¿Cómo cambia la vida cuando se tienen hijos? Todo esto estaba en el origen del proyecto: contar la historia de un personaje que asume una forma de libertad en su bisexualidad, en su forma de plantearse las cosas, y también una forma de violencia en su forma de asumirlo porque sabe que si no ocupa ese espacio, nadie se lo dará. Suena bastante feminista, pero siempre que miro a mi alrededor, veo que las mujeres que consiguen hacer lo que quieren en sus trabajos y que tienen hijos suelen ser mujeres que imponen sus elecciones. Cuando digo esto, da la impresión de que he hecho una película extremadamente naturalista sobre una pareja que se organiza para hacer la compra (risas).

Precisamente, ¿cómo ha sido trabajar en el ámbito del cine de género?
Desde el principio, ya tenía el tejido narrativo, la trama. Sabía que trataría sobre un juicio de una mujer acusada de asesinato y que nunca conoceríamos la verdad. El hecho de ir en busca de una verdad que nunca llega a saberse me parece mucho más interesante. El gran trabajo se hizo de una manera muy formal, porque estábamos tan saturados de películas y documentales sobre "historias de crímenes", que tuvimos que encontrar una forma de escritura y averiguar cómo introducirnos en ella. La idea era adentrarnos en una película que fuera muy complicada de entender y en la que se fuera iluminando a los espectadores progresivamente, de pincelada en pincelada, acerca de lo que no entendieran, que sería sobre todo la primera escena, que resulta muy confusa y se disecciona más tarde en el juicio.

¿Qué hay del entorno montañoso? ¿Y de tus principales intenciones en cuanto a la puesta en escena?
La obsesión por la caída, de abajo arriba y de arriba abajo todo el tiempo, con el fin de intentar comprender qué pasó para que cayera. Llevo diez años obsesionada con los créditos de Mad Men, creo que constituyen casi una película en sí mismos, con este hombre que no para de caer y llega a impactar con el suelo. La dirección es muy estilizada porque hacer una película sobre un juicio significa insertarte en una iconografía, en una historia del cine bastante importante. Y más en general, para distinguirla de El reflejo de Sibyl, quería que la película fuera lo menos limpia, lo menos pulida y lo menos cohesionada posible.

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(Traducción del francés)

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