Martin Provost • Director de Bonnard, el pintor y su musa
"He estado en el corazón de sus vidas durante varios periodos de tiempo"
por Fabien Lemercier
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Cineuropa: ¿En cuál de los dos personajes te inspiraste para crear la historia, en el de Pierre Bonnard o en el de Marthe?
Martin Provost: En el de Marthe. Su sobrina nieta se puso en contacto conmigo después de ver Séraphine y me dijo que quería que rodara una película que hiciera justicia a Marthe Bonnard, ya que no ocupaba el lugar que le correspondía respecto a Pierre Bonnard. He de decir que la idea no me entusiasmó particularmente en un principio. Como acababa de hacer Séraphine, no tenía la intención de filmar otra película sobre pintura. Sin embargo, la idea empezó a coger forma durante el confinamiento, pues da la casualidad de que vivo en el campo junto a la "caravana" donde vivían Pierre y Marthe Bonnard, a orillas del Sena. La naturaleza era tan bella, tan intacta por el hombre y tan mágica que decidí darle una vuelta de tuerca a los libros que tenía sobre Bonnard, a sus cuadros y, sobre todo, a la vida de Pierre y Marthe, llegando al final a la conclusión de que no quería que la película se centrara en Marthe, sino en la pareja.
¿Qué tienen en común Pierre y Marthe, dos personajes procedentes de clases sociales totalmente distintas?
El amor por la pintura, el amor por el arte, la sexualidad, y todo aquello que guarda relación con lo orgánico, que alimenta la creación y que forma parte de los cuadros de Bonnard; se trata de algo increíblemente carnal y luminoso. Es toda una parte de sus vidas que intenté reconstruir, en la alegría de vivir, la felicidad de vivir en el campo, junto al agua, con los Monet al lado, la buena comida, etc.
¿Qué criterio seguiste a la hora de escoger los cuatro períodos que conforman una trama como esta, que abarca medio siglo?
Enfoqué la película en sus historias personales a través de los medios de que disponía, por lo que tuve que simplificarla mucho. En lugar de llevar a cabo una detallada reconstrucción histórica, fui directamente al núcleo de sus vidas desde el punto de vista de varios períodos distintos. Primero, con el momento en el que se conocieron, la juventud, el apetito por la vida y el amor, el descubrimiento de sus cuerpos, el objeto de estudio que Marthe constituía para Pierre, que la observaba, la dibujaba y la transformaba todo el tiempo en sus cuadros. Luego llega el período de la adultez, con la pasión y el deseo desvaneciéndose poco a poco, un Pierre que empieza a coquetear a diestro y siniestro y una Marthe que no se deja engañar, pero que le ama; y el encuentro con Renée, esa segunda mujer en la vida de Pierre, mucho más joven que él, una alumna de Bellas Artes de la que se enamora perdidamente. Se arriesga y deja a Marthe por ella, lo cual acabará por tener un coste enorme para todos. Sin embargo, al mismo tiempo, se produce el comienzo de una nueva dimensión en la pintura de Pierre Bonnard. Y todo esto sucede a través del drama, con una apertura interior muy grande y la exploración de las zonas sombrías que darán las famosas pinturas de Marthe en su bañera. La última parte de la película representa la vejez y el reconocimiento para ellos de la estima y la necesidad que pueden llegar a tener el uno del otro, más allá de la sexualidad y el deseo: un amor que tal vez anticipa la llegada de algo más grande después de la muerte.
¿Qué decisiones tomaste en cuanto a la reconstrucción?
Decidí no mostrar la ciudad y, en cambio, darle vida a través del “matte painting”. Utilicé a Hitchcock como referencia en este aspecto. No quería reflejar el realismo que se puede observar en la salida de la Gare de Lyon, Montmartre, o las zonas industriales. Quería recrear una especie de forma poética, una visión del cine que se alejara de la realidad, y como se trata de una historia bastante romántica, podía permitírmelo.
(Traducción del francés)
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