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CANNES 2023 Competición

Catherine Breillat • Directora de El último verano

"Lo políticamente correcto significa no reflexionar"

por 

- CANNES 2023: La cineasta francesa, tan intensas como siempre, comenta su nueva película, que explora un romance entre una madrastra y su hijastro adolescente

Catherine Breillat • Directora de El último verano

Con su 15º largometraje, El último verano [+lee también:
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, presentado en la 76ª edición del Festival de Cannes, Catherine Breillat vuelve a la Croisette por segunda vez en la competición oficial, tras Una vieja amante [+lee también:
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en 2007, de manera que firma su primera película tras diez años de parón.

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, la cual adaptaste con total libertad?
Catherine Breillat: La mentira. Es un recurso argumental vertiginoso, espectacular y sin precedentes. Pero en el caso de esta increíble mentira, la verdad de la pareja también sale a relucir, y por eso la protagonista casi consigue hacer creer a su marido que el culpable es él por haber creído a su hijo. Se trata de una manipulación vertiginosa. El personaje de Anne es una gran abogada penalista, y en Francia los abogados penalistas mienten para defender a sus clientes: niegan las pruebas y tratan de hacer que el jurado se lo crea.

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Tu película es mucho menos explícita que Reina de corazones. ¿A qué se debe?
No quería reproducir la trama de Reina de corazones ni quería que mi protagonista fuera un depredador que tuviera ese tipo de deseo sexual, lo que pretendía era mostrar una atracción mucho más sutil, mucho más invasiva y, sobre todo, más pérfida, que estuviera más en el terreno de: no pudimos resistirnos. Me gusta hacer que la gente pierda la noción del bien y del mal. Esta película es un poco un ejemplo de cómo el mismo escenario puede tener un significado completamente distinto según el director. Todas y cada una de las escenas con las mismas líneas resultan diferentes, y eso viene de la encarnación. Para el personaje de Théo, quería un joven (Samuel Kircher) que constituyera el reflejo de la más pura adolescencia, con transparencia y pureza, pero también con dureza, quería que también se mostrara el lado más perturbador de la adolescencia. En cuanto al personaje de Anne (Léa Drucker), no se trata de una mujer en celo, sino de una mujer fría, incluso cuando se corre, y no hay libertad del cuerpo en la película. Sin embargo, hay algo detrás del amor puramente físico, y no es precisamente placer. En la película hay mucha soledad y me inspiré en Caravaggio. Los pintores no cometen errores, pero no debemos olvidar que el cine es todo encuadre. Una inclinación de cabeza así corresponde al amor burgués, con su marido. Con Théo, es más bien un sueño, así que lo enfocamos más hacia el éxtasis, como en el cuadro María Magdalena en éxtasis. Para inventar algo así hay que ser un genio, cosa que yo no soy, así que copié a Caravaggio.

¿Te resultó difícil ir a contracorriente respecto a lo políticamente correcto en la cuestión del consentimiento con esta película?
Nunca he sido políticamente correcta y nunca lo seré. Lo políticamente correcto implica no pensar, vendarse los ojos ante la realidad, ceñirnos a conceptos limitados que no tienen nada que ver con la diversidad humana y su poesía en esencia, impidiendo que la gente viva a gusto. Y cuando esto se convierte en una doxa, en una ideología del bien y del mal, equivale al pensamiento de Savonarola y conduce al fascismo. Y ahora empieza a parecerse más bien al fanatismo. Ya hay leyes que determinan lo que es delito y lo que no, así que con eso es suficiente, no debemos dejar que el fariseísmo obligue a los artistas a pensar de una forma u otra, ya que si se dejan influenciar, se convertirán en conformistas, y ser artista significa crear, no conformarse.

¿Qué opinión te merece la reputación que se ha creado sobre ti como cineasta del cuerpo y de la provocación?
Creo que simplemente soy una persona subversiva, y es la sociedad la que huele a rancio. Le pido a la gente que reconsidere las cosas que hemos establecido de forma perjudicial, incluida nuestra construcción mental. Estoy dispuesta a ser polémica, pero no escandalosa ni mucho menos sulfurosa.

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(Traducción del francés)

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