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España

Pablo Maqueda • Director de La desconocida

“No me da miedo ser perverso e incómodo como cineasta”

por 

- El joven cineasta madrileño habla sobre su nueva película de ficción, que compitió en el último Festival de Málaga y pronto lo hará en el de Cine Fantástico de Bucheon

Pablo Maqueda • Director de La desconocida
(© Pablo Maqueda)

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es la adaptación a la pantalla de la obra de teatro Grooming, de Paco Bezerra. El madrileño Pablo Maqueda (Dear Werner. Walking on Cinema [+lee también:
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) la dirige al tiempo que le ha dado una nueva dimensión. Protagonizada por Laia Manzanares, Manolo Solo y Eva Llorach, la película, que compitió en el último Festival de Málaga y pronto lo hará en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bucheon de Corea, se estrena en salas españolas –de la mano de Filmax– este viernes, 9 de junio.

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Cineuropa: ¿Vas frecuentemente al teatro para descubrir talentos y encontrar ideas/inspiración?
Pablo Maqueda
: Sí, es importante ver lo que se hace y poder empaparme un poco de todo. Yo soy bastante esponja y con el cine hago igual: voy a ver todo, hasta lo que no me interesa.

¿Pero qué te hechizó de la obra Grooming?
Me fijo mucho, cuando algo me está gustando, en las caras de los espectadores que están a mi lado. En ese caso estaban en shock, al igual que estaba yo. Esa misma sensación de desconcierto y ansiedad que he tenido a través del cine y de cineastas que me interesan lo vi allí: la obra era perfecta para construir un estado de alerta en el público. El avance de la trama te tiene siempre en vilo, eso me atraía mucho. Sentí que la obra me hablaba directamente a mí, yo me dedico al cine por Alfred Hitchcock, cineasta que vertebra el séptimo arte y su artificio. Esta obra poseía los ingredientes perfectos para poder tener un trasvase adecuado al cine y espero haberlo conseguido.

Pero debutaste en la dirección de largometrajes con un documental y ahora saltas a la ficción. ¿Ha sido una transición natural?
Sí, para mí el documental y la ficción son lo mismo: intentar contar una historia, no perder la atención del espectador en ningún momento y seguir emocionando, inquietando, llevándole a lugares donde normalmente no ha estado… Con La desconocida mi objetivo fue coger de la mano a unos personajes complejos sin juzgarlos, pero una vez que aceptamos la condición de lo terrible del rol central, vamos a ir con él hacia la oscuridad, planteándonos muchas preguntas, que es lo que me interesa cuando hago cine. Al escribir el guion no dábamos respuestas, sino que plantamos semillas que germinarán en el público al salir del cine.

¿Se ha cambiado el argumento respecto al original?
Era importante partir de la obra para construir algo más grande. Paco Bezerra fue muy generoso con la propuesta: hablamos mucho sobre los secretos de los personajes y cómo podía interpelar la historia a nosotros mismos y al espectador.

¿Cómo te planteaste la puesta en escena para plasmar los diferentes estratos (costumbrista, tensión, thriller) del film?
Efectivamente, es una película con varias capas. Mi referencia es el cine coreano, que nos reta como espectador tanto a nivel visual como de desarrollo de personajes. Los cineastas de aquel país son muy juguetones, con giros que no solo hacen avanzar la historia, sino también a nosotros en nuestra relación con los personajes. Y el costumbrismo puede ser también terrorífico: la vida no necesita grandes claroscuros para resultar inquietante. El malo no es un gran monstruo que babea y tiene alas, sino que puede ser cualquier persona con la que te cruzas en un supermercado.

Y que escucha a Julio Iglesias mientras se ducha…
La idea de la máscara tiene mucha importancia aquí: el espectador se hará preguntas, pues es inteligente y es capaz de rellenar huecos.

Pero La desconocida presenta a personajes turbios y hasta antipáticos, lo cual hace peligrar la empatía.
No me da miedo ser perverso e incómodo. Hago el tipo de cine que me gusta ver: historias retorcidas, que me cuestionan moralmente, con personajes complejos que están en mis antípodas éticas. Para eso está el arte, para cuestionarnos, zarandearnos y darnos una bofetada. Nos hemos acostumbrado a cierto cine didáctico, que nos da la razón y salimos de la sala igual que entramos. Para mí es importante que el espectador salga de allí desconcertado. El tema central de La desconocida era demasiado complejo, había que tratarlo con mucho rigor y yo no quería hacerlo de manera descafeinada, sino saltar al vacío y sin red.

Destaca el asunto del acoso virtual y las relaciones de poder…
Y además la idea de cómo en un parque lleno de gente y niños, a escasos centímetros de nosotros puede estar sucediendo algo terrible, sin que seamos conscientes de ello. Aquí, la idea del voyerismo, tan presente en el cine de Hitchcock, me gustó llevarla al tacto: cómo una mano es capaz de generar una posesión no sólo física, sino además psicológica.

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