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KARLOVY VARY 2023 Proxima

Thomas Imbach • Director de Say God Bye

"Quería demostrar que Godard es uno de nosotros"

por 

- El director suizo habla sobre su último documental, un peregrinaje en búsqueda de Jean-Luc Godard

Thomas Imbach  • Director de Say God Bye

Nos hemos sentado a hablar con Thomas Imbach sobre su nueva película, Say God Bye [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Thomas Imbach
ficha de la película
]
, una road movie que se inicia en Zúrich y llega a su fin en Rolle, en la propia casa de Godard. Presentada en la competición Proxima del Festival de Karlovy Vary, la película no constituye únicamente un homenaje al llamado dios del cine, sino también una reflexión sobre el propio cine y un análisis de la actual Suiza.

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Cineuropa: ¿Cuál es el origen de la idea en la que te basaste para hacer la película y por qué es tan importante para ti el tema de la peregrinación?
Thomas Imbach:
Durante la pandemia, cuando no podía salir de Zúrich, hubo un día en el que me encontraba en mi estudio —como muchos otros— y vi por casualidad una videollamada de Godard. Fue durante el Kerala International Film Festival, en el que fue galardonado con el Lifetime Achievement Award. Aunque llevaba 20 años sin seguirle de cerca, Godard siempre significó mucho para mí. Ver en una videollamada a alguien tan mayor y vulnerable como él fue muy impactante, y me hizo darme cuenta de que tenía que hacer algo. Tenía que conocerle en persona, era mi última oportunidad de poder decirle: “Gracias, J. L. Godard.”

Todo ese tiempo andando fue como una preparación y, durante la propia peregrinación, no parábamos de hablar de si debíamos o no dejarlo todo organizado. Yo quería que lo único que se planificara fuera dónde pasar cada noche.

Como quería filmar un retrato de Godard con mi cámara de 35 mm, nuestras mochilas iban cargadas hasta el punto de pesar unos 20 kg cada una. Enseguida me di cuenta de que no estaba suficientemente en forma para cargar 20 kg por el Jura, así que decidimos caminar en todo momento junto al agua, a la orilla de lagos y ríos. La idea era encontrarnos con una Suiza normal y corriente. Por suerte, este camino nos permitió conocer a más lugareños, ya que resultó ser una ruta menos turística. Desde el principio supe que la peregrinación implicaría también peregrinar la obra de Godard y dialogar sobre su trayectoria cinematográfica y sobre mis primeros pasos como cineasta en los años ochenta.

Cuando por fin llegamos a su casa y oyó que llamaban a la puerta, probablemente pensó que se trataba del cartero; por eso vino a abrirnos y pudimos darle nuestros regalos y conversar un poco. En ese primer encuentro, me dio la sensación de que lo mejor sería no forzar las cosas, pues tenía pensado volver. Sin embargo, cuando decidí reunirme de nuevo con él, me enteré de que se había suicidado de forma asistida. Nos quedamos en shock, ya que se le veía en buena forma cuando estuvimos con él. Este suceso hizo que me viera obligado a renunciar a la idea de rodar junto a él y me concentrara aún más en el encuentro cinematográfico con su obra.

¿Cuál es el papel que tú, como cineasta, otorgas al espectador?
Con esta película, lo que quería era mostrar de dónde viene la obra de Godard. Él me hizo aprender que el cine constituye un universo propio —diferente al resto de universos—, una forma de descubrir el mundo. Me encanta el concepto de Godard de que el cine no está aquí para siempre, de que es algo que evoluciona desde que nace hasta que muere. No se trata únicamente de contar una historia, de ser experimental o no, se trata de ser auténtico. Uno tiene que preguntarse: ¿puedo fiarme de lo que veo o es algo que se ha creado a propósito con el fin de producir unos efectos determinados? A Godard no le preocupaban los efectos, aunque su estilo tan específico puede percibirse en ocasiones como perturbador. Creo que consideraba el cine como algo más grande que sus propias películas.

¿De dónde viene este deseo de subrayar su relación con Suiza, su patria adoptiva?
Para mí, Godard siempre ha sido suizo. Tenía 19 años cuando descubrí Salve quien pueda (la vida) y me pareció tan suiza —cada imagen, cada sonido— como el hornussen o Nathalie Baye en bicicleta por el Jura. Pasión fue un poco menos suiza, y también hizo otras películas un tanto más francesas, como Detective. Se movía muy bien en este terreno a caballo entre Suiza y Francia; creció así, con unos padres mitad suizos, mitad franceses. Vivió más de cuarenta años en Rolle y tiene un acento propio de la zona del cantón de Vaud. Para muchos americanos y asiáticos, Godard es francés, porque todo el mundo conoce la Torre Eiffel, pero nadie conoce Rolle. Quería demostrar que es uno de los nuestros.

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(Traducción del inglés)

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