Michèle Jacob • Directora de Les Enfants perdus
"Todo el mundo tiene un monstruo dentro"
por Teresa Vena
- Hemos hablado con la directora belga sobre su primer largometraje, un viaje inmisericorde al subconsciente

Con motivo del estreno de la nueva película de Michèle Jacob, Les Enfants perdus [+lee también:
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ficha de la película], en la competición internacional del Festival de Karlovy Vary, nos hemos sentado a hablar con la directora sobre las heridas que sufrimos de niños y mantenemos de adultos, sobre el monstruo que todos llevamos dentro y sobre la especial relación que existe entre la cineasta y los niños que interpretan a los personajes principales de la película.
Cineuropa: ¿En qué te inspiraste para crear esta historia?
Michèle Jacob: Me encanta trabajar con niños. Mi último cortometraje trataba sobre el miedo y sobre el lugar que ocupan los niños en el mundo de los adultos. Para mi largometraje, quería profundizar en ese último tema. Una de mis fuentes de inspiración fue un libro que leí sobre las heridas más dolorosas que pueden llegar a sufrir los niños y la forma que tienen de enfrentarse a ellas durante su vida adulta. Ese tema en concreto me llamó bastante la atención. Los adultos suelen ponerse una máscara para ocultar sus heridas. No hay adulto que no se vea obligado a hacer frente a las heridas que sufrió de niño, y supongo que por eso la mayoría parecen tan tristes. Pero no quería hablar de los adultos directamente, lo que me interesaba era el niño que llevan dentro. Y en cuanto al argumento de la película, elegí una de las mayores heridas que se le puede propinar a un niño: la de ser abandonado.
¿Hay alguna obra literaria o película que influyera en tu forma de concebir la película?
La historia de Peter Pan fue una verdadera fuente de inspiración. Recuerdo que la leí cuando tenía nueve años y me rompió el corazón. Empaticé mucho con él. La novela original es realmente cruel y dura, pero también contiene mucha acción y poesía, y me gusta esa mezcla. En cuanto al cine, mis mayores influencias han sido Michel Gondry y Terrence Malick, aunque también Jonathan Glazer con Under the Skin [+lee también:
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ficha de la película], así como las películas de Hayao Miyazaki, donde mezcla protagonistas infantiles con historias de monstruos, películas que arrojan luces y sombras al mismo tiempo.
¿En qué clase de monstruos crees?
En hombres y mujeres. Todo el mundo tiene un monstruo dentro. Yo conozco el mío y he encontrado la manera de lidiar con él. Creo que tenemos que abrazarlo. Tenemos que enfrentarnos a nuestros monstruos y dejar de hacer como si no existieran.
¿La dinámica entre tus hermanos y tú era igual que la de los protagonistas en tu película?
Somos cuatro hermanos, tres chicas y un chico. Como yo soy la menor, nunca llegué a tener una relación muy estrecha con mis hermanos durante mi infancia. Ahora que todos somos adultos, es diferente. Para mí, las relaciones familiares son lo más importante de la vida. Para la película, quise añadir un tema que tuviera mucha fuerza, así que me decanté por la violencia contra las mujeres. Creo que el mayor trauma que un niño puede experimentar es el de abrir los ojos y darse cuenta de que sus padres ya no están.
La película constituye un viaje al subconsciente, donde residen todos los traumas. ¿Realizaste alguna investigación específica al respecto? ¿Cómo encontraste las imágenes más apropiadas para expresarlo?
Yo misma tuve un psicoanalista que se dedicó a entrar en mi cerebro durante años. Eso te proporciona todo un repertorio de imágenes y metáforas. De ahí salieron, por ejemplo, todas las ideas para las ventanas, las escaleras, las puertas y el papel pintado. El cerebro contiene múltiples habitaciones.
¿Qué criterio seguiste a la hora de escoger al reparto de niños? ¿Qué es exactamente lo que buscabas en ellos?
Las niñas son mis hijas. De hecho, la mayor ya actuó en mi cortometraje. En cuanto al papel de la más joven, Audrey, primero lo escribí pensando que lo interpretaría un niño. Sin embargo, luego cambié de parecer y me di cuenta de que mi otra hija sería la idónea para el papel. La conozco como la palma de mi mano y sabía que su extraordinaria belleza sería de lo más cinematográfica. Me resultó fácil trabajar con ella porque estamos muy unidas.
¿Te resultó difícil alternar el papel de madre y directora con ellos?
Al principio, traté de separar los papeles. Pero no había manera, y tampoco era necesario. La película no alteró nuestra relación. Como solemos hablar mucho del colegio y de la vida en general, la película fue como una prolongación de nuestro día a día. En cuanto a los otros dos niños, organizamos fiestas de pijamas y fuimos al cine para construir una relación muy natural entre todos. Los niños se convirtieron casi en hermanos, se encariñaron mucho con mis hijas.
(Traducción del inglés)
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