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LOCARNO 2023 Cineasti del presente

Colectivo Negu • Directores de Negu hurbilak

“La película pretende colaborar en el postconflicto vasco, poniendo una pequeña luz en una parte que no se acostumbra a ver”

por 

- Dos de los integrantes del grupo artístico, Mikel Ibarguren y Ekain Albite, desvelan claves de su experimental ópera prima, que rememora traumas silenciados del País Vasco

Colectivo Negu  • Directores de Negu hurbilak
(i-d) Ekain Albite, Nicolau Mallofré, Adrià Roca y Mikel Ibarguren (© Locarno Film Festival)

El Colectivo Negu está formado por los directores Ekain AlbiteMikel IbargurenNicolau Mallofré y Adrià Roca, quienes se encontraron hace un lustro estudiando de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), en donde compartieron inquietudes y puntos de vista similares a la hora de abordar sus creaciones. De aquella unión surgieron el mediometraje Uhara y los cortos Erroitz y A rabassa morta, desembocando en el largo Negu hurbilak [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Colectivo Negu
ficha de la película
]
(literalmente “Cercano invierno”), rodado en la Navarra rural, que se ha estrenado en la sección Cineasti del presente de la edición número 76 del Festival de Locarno. Charlamos con los dos primeros, ambos de origen vasco, aunque la mayoría de este grupo de amigos (incluyendo otros miembros del equipo de la película) son catalanes.

Cineuropa: ¿Cuál fue vuestra sensación al ser seleccionados con vuestro debut para un certamen tan importante como éste?
Mikel Ibarguren:
Pues alucinamos, viendo cómo ha sido el proceso, a partir de una idea enloquecida de un colectivo de veinteañeros: al principio sólo era un corto, luego pensamos que sería un mediometraje y finalmente ha sido un largo que hemos podido terminar. En la fase de guion y documentación soñábamos con ir a este festival, pues es el espacio perfecto del cine de autor: estar en Locarno es una utopía hecha realidad.

El proyecto ha pasado por diferentes labs. ¿Os ha ayudado?
Ekain Albite:
Fue algo novedoso para nosotros y sentimos un poco de miedo, pues empezaba a hacerse grande el proyecto. Hasta entonces éramos libres para crear, sin presión, y de repente enfrentarnos a los labs nos obligaba a enseñar el trabajo. Y te encontrabas a quienes les gustaba y a otros no tanto, pero así la película se abrió y dejó de ser únicamente nuestra. Fue un campo de entrenamiento de lo que llegará después y participar en Locarno es consecuencia de pasar antes por esos labs.

El film tiene tres fases/estados: un comienzo de imágenes estáticas, una parte central narrativa de ficción y una conclusión con minutos documentales. ¿Por qué esta mutación de lenguajes?
M.I.:
Al principio sólo teníamos la idea narrativa, pero hemos querido alejar la película del marco histórico del País Vasco, no nos hemos metido en los conflictos políticos, sino que hemos llevado todo al plano personal. La protagonista representa a la gente que ha huido, es el resumen de las personas que entrevistamos en la preparación del film. Luego encontramos el pueblo de Zubieta, alejado e inmerso en las nieblas de Navarra, con pocos habitantes y de edad avanzada, donde se celebra un carnaval mitológico que aquí, en el País Vasco, estamos perdiendo: es salvaje y visceral, con mucha magia. Nuestro proceso creativo consistió en mezclar, hacer una macedonia entre lo narrativo, el pueblo y su carnaval. Negu hurbilak es pausada y detallista, finalizando con el grito de esa fiesta, pues cuando algo se está acabando a la vez queda algo vivo y esperanzador: es una luz en un film dramático y triste.

También es un viaje, tanto de la protagonista como del espectador.
E.A.:
Nadie del equipo conocía previamente los lugares donde transcurre, por lo que hay una similitud interesante en cómo hemos vivido este proceso de intuición, localización e investigación. Posee esa esencia de búsqueda y viaje: cómo experimentamos la llegada a ese lugar, cómo lo vive la protagonista y, en consecuencia, el público.

¿Cómo ha sido trabajar con actores naturales que interactúan con la profesional Jone Laspiur?
M.I.:
Fue un proceso de escucha constante y de no crear ella un personaje super estructurado. Íbamos al pueblo y ensayábamos con los intérpretes no profesionales, que no habían visto nunca una cámara de cine. Tuvimos mucho cuidado respetando sus lugares, poniéndoles en situaciones cotidianas y a partir de ahí improvisando.

El silencio social es un tema del film. ¿Creéis que puede llegar a suceder algo similar, en un futuro próximo?
E.A.:
Yo era muy pequeño cuando concluyó el conflicto político vasco y he sentido que ese silencio ha existido durante demasiado tiempo, pero no es total ya, pues hace poco tiempo finalmente otras películas lo han abordado, pero esa tardanza es el reflejo del gran dolor que supuso. El film habla de las consecuencias humanas, sin entrar en terrenos ideológicos. Negu hurbilak pretende colaborar en el postconflicto vasco, poniendo una pequeña luz en una parte que no se acostumbra a ver. Ojalá no vuelva a suceder algo así, aunque el ser humano ha tropezado con frecuencia dos veces en la misma piedra…

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