Patric Chiha • Director de La Bête dans la jungle
"La novela habla de todos nosotros, de lo que soñamos con vivir y de lo que vivimos en realidad"
por Fabien Lemercier
- El cineasta austriaco de origen húngaro-libanés habla sobre su libre y muy original adaptación de la obra de Henry James
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entrevista: Patric Chiha
ficha de la película], presentado en la sección Panorama de la Berlinale de este año y estrenado hoy en los cines franceses de la mano de Les Films du Losange, es el 5.º largometraje de Patric Chiha, autor de los títulos de ficción Domaine [+lee también:
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ficha de la película] (Semana de la Crítica de Venecia en 2009) y Boys Like Us [+lee también:
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ficha de la película] (2014), y de los documentales Brothers of the Night [+lee también:
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entrevista: Patric Chiha
ficha de la película], que también se proyectaron en la sección Panorama de la Berlinale en 2016 y 2020, respectivamente.
Cineuropa: ¿Qué te impulsó a adaptar libremente La bestia en la jungla, de Henry James?
Patric Chiha: Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esta idea. Su gran sencillez y su misterio siempre me han atraído porque la novela de todos nosotros, de un sentimiento y de una cuestión existencial que todos conocemos: lo que soñamos con vivir y lo que vivimos en realidad, la lucha entre nuestras fantasías y nuestra vida cotidiana, la coexistencia entre aquello a lo que aspiramos y los compromisos de la realidad. Es una gran novela sobre el amor y sobre el tiempo, al igual que todas las películas que me apasionan. Sin embargo, no conseguía dar con la clave para adaptarla, hasta que un día se me ocurrió la idea de rodar en el interior de una discoteca, uno de los lugares de la vida real donde experimentamos ese deseo de vivir por encima de la vida, de escapar del tiempo, de tener una vida aún más intensa, de huir de la realidad a pesar de que esta nos alcance.
¿Qué te llevó a decidirte por este marco temporal en el que la trama transcurre entre 1979 y 2004?
La escritura del guion no fue en absoluto sencilla porque no se trata de una novela muy narrativa, que digamos. Teníamos claro que los años 80 y 90 no podían faltar en la película, porque fueron épocas de convulsiones realmente grandes, y queríamos reflejar también las diferencias entre los distintos tipos de música y las distintas formas de salir: pasamos de la música disco a la música electrónica, de algo muy caliente a algo más frío. La brecha entre las distintas atmósferas era enorme, lo cual nos ayudó a trasladar a los espectadores a esos años. Pero no se trataba de crear una reproducción exacta de cada época: se trataba de la noche, un universo orgánico y ligeramente borroso.
¿Qué me puedes decir de tu crucial elección de los dos personajes principales?
Hacía tiempo que Anaïs Demoustier me gustaba para el papel, sobre todo por su trabajo en las películas de Guédiguian. En cuanto leyó el guion por encima, pude percibir en ella un gran deseo de participar en la película. A Tom Mercier lo conocí más tarde, pero, evidentemente, lo conocía ya de su papel en Sinónimos [+lee también:
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entrevista: Nadav Lapid
ficha de la película]. Los dos intérpretes, a su manera, son atemporales, y también son muy diferentes entre sí, lo cual me vino como anillo al dedo para la película.
¿Hasta qué punto querías llegar con el carácter singular de la película?
Para mí, esta película es tan naturalista como cualquier otra, probablemente porque así es como veo el mundo. En ningún momento traté de hacer una película extravagante. La gente habla de un estilo radical, y sí que es cierto que me gusta trabajar con cierto tipo de artificialidad, para mostrar cómo dirijo, con planos de seguimiento y una gran atención a la luz. El cine es un arte de lo más artificial, porque se recorta el tiempo y el espacio, pero a pesar de esta artificialidad, siempre se trata de llegar a la verdad de las emociones. Si bien es cierto que los personajes y las situaciones pueden resultar un poco extraños, las emociones están vivas, son reales y nos podemos ver identificados con ellas. Personalmente, me gusta que las cosas sean muy artificiales y muy profundas a la vez, y esto es lo que ocurre por la noche cuando salimos, ya que somos testigos de la nada y de la esencia misma de la vida al mismo tiempo. Y creo firmemente en todas las superficies, las pieles, las paredes, los vestidos, el pelo, etc., creo en todo lo que uso en mis películas con la esperanza de que reflejen el mundo tal y como es. Es más, no distingo realmente entre dirigir y ser espectador de la película: espero emocionarme para poder compartir esas emociones con el resto del público. En las discotecas, las emociones que experimentamos son propias de una telenovela, todo es un poco exagerado y excesivo: estamos muy contentos, o muy celosos, o muy tristes. Y también buscaba algo muy específico en cuanto a la imagen: dado que se trata de una discoteca, las luces son artificiales en todo momento, todo es un poco "demasiado", y los dos personajes principales están un poco al desnudo: los filmamos de forma muy sencilla. El mundo que les rodea es muy ruidoso, muy colorido y extravagante, pero ellos saben que se encuentran en una película mucho más sencilla.
(Traducción del francés)
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