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VARSOVIA 2023

Lucija Stojević • Directora de Pepi Fandango

“Desconocía que había tantos campos de concentración franceses”

por 

- La cineasta croata afincada en Barcelona habla sobre su segundo largometraje, una road movie física y emocional aliñada con música flamenca

Lucija Stojević • Directora de Pepi Fandango

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tuvo su estreno mundial en el marco del 39.º Festival de Varsovia, celebrado en la capital polaca entre los días 6 y 15 de octubre. Su directora, Lucija Stojević, nacida en Croacia y criada en Viena, pero actualmente residente en España, abordó la música flamenca en su primer documental, La Chana [+lee también:
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(2017), la cual vuelve a estar presente en su nuevo trabajo, como explica en la siguiente charla.

Cineuropa: ¿Qué te atrae y conecta con la cultura española y, especialmente, con el flamenco?
Lucija Stojević:
La gente me pregunta con frecuencia si me estoy especializando en flamenco, pero no es así. Ha sido una casualidad que mis dos películas tengan relación con él, aunque siempre he estado interesada por la música y descubrí en España el flamenco, llamándome la atención porque es más complejo de lo que parece. Hay muchas posibilidades de interpretar sus combinaciones rítmicas, pues hay ahí mucho más que folklore. Y los dos films se relacionan con el flamenco de manera distinta.

En Pepi Fandango descubres algo que no se conoce mucho: cómo familias españolas acabaron recluidas en campos de concentración franceses.
Este cruce entre el holocausto y la guerra civil española no se ha explorado mucho. Cuando se habla de campos de concentración no se asocia con Francia, que ha hecho un buen trabajo de esconder esta parte de su historia. Cuando conocí a Pepi, el protagonista, y me contó su vida fue una sorpresa para mí, pues no sabía que había tantos campos de concentración franceses. Dos momentos históricos tuvieron su cruce allí.

El documental es pues un viaje físico y, sobre todo, emocional.
Sí, una road movie con muchas capas: por un lado, es un viaje físico por la Europa de hoy, que está olvidando su historia; por otro, están los supervivientes del holocausto, quienes llevan dentro esa experiencia toda su vida. Es un viaje por su memoria, una búsqueda de una niñez que fue amputada y que nunca tuvieron ni llegarán a tener. Es un problema terrible, un trauma, sin solución. Se dan momentos de expresión y comunicación en los que se encuentra cierto alivio temporal, pero un trauma nunca se supera, y es importante pensar en esto hoy día con lo que está pasando con los niños en Palestina e Israel.

Pero como dicen los personajes en tu película, el canto alivia del dolor.
Exacto. Pepi tiene relación con España porque es judío sefardí (quienes fueron expulsados hace siglos de este país), pero siendo niño en un campo de concentración oyó cómo los críos españoles tenían una herramienta de comunicación con sus padres a través de algo cultural, como es el cante.

Pero ¿cómo conociste a los dos protagonistas de tu documental?
A través de un amigo de Barcelona, cuya madre es vienesa. Cuando estuve buscando financiación para La Chana me dijo que si iba a Austria llamase a un amigo suyo de toda la vida, que se llama Pepi y está obsesionado con el flamenco. Le llamé y me invitó a su casa sin saber nada de su vida: me abrió las puertas, oímos flamenco y a los cinco minutos empezó a llorar y me contó su historia. Comenzamos a hablar y pensar qué podíamos hacer. Fue un proceso muy largo, hicimos viajes de investigación y charlamos mucho, sobre todo en cómo afecta el pasado al presente del personaje central. Repensamos mucho el guion con cada encuentro. El viaje a Paterna, en Andalucía, y la amistad tan especial que Pepi tenía con Alfred, una relación de hombres que no hablan, como Don Quijote y Sancho Panza en búsqueda de algo que no van a encontrar, se convirtió en la estructura del largometraje.

Aunque no hablen mucho, ellos se complementan bastante.
Sí, Alfred de alguna manera se convierte en nosotros, los espectadores, que recibimos el trauma y no sabemos cómo gestionarlo. Y ahí apela a nuestra generación, quienes aún tenemos abuelos y familiares que vivieron cosas terribles. También trato en el film el tema de la memoria, algo subjetivo para lo cual buscamos documentos familiares y los encontramos en Eslovaquia, en el archivo de un director que hizo documentales pidiendo a la gente archivos familiares, creando un archivo desde comienzos del siglo XX hasta los años setenta con imágenes muy interesantes.

¿Y ha habido reacciones en los festivales ante el visionado de tu film?
Sí, sobre todo de personas con familiares que estuvieron en campos de concentración, se emocionaron mucho viéndolo.

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