Mladen Djordjević • Director de Working Class Goes to Hell
"Quería retratar el ciclo infinito de violencia y acoso"
por Vladan Petkovic
- El director serbio habla sobre su planteamiento estético, la dificultad de filmar ciertos tipos de escenas y su opinión sobre la sociedad y cómo la reflejan sus películas

La nueva película del director serbio Mladen Djordjević, Working Class Goes to Hell [+lee también:
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entrevista: Mladen Djordjević
ficha de la película], se estrena a nivel europeo en el Festival Black Nights de Tallin tras haberse proyectado en la sección Midnight Madness del Festival de Toronto. Nos hemos sentado a hablar con el director sobre su planteamiento estético, la dificultad de filmar ciertos tipos de escenas y su opinión sobre la sociedad y cómo la reflejan sus películas.
Cineuropa: Salta a la vista la elevada cantidad de escenas de grupo que contiene la película. ¿Qué nos puedes decir de ellas?
Mladen Djordjević: La sensación que me produce mi realidad inmediata y la sociedad en general en este país es que se trata de un entorno continuamente abarrotado, caótico y cacofónico. Me gusta coger autobuses nocturnos e ir a pubs hasta arriba de gente. Me he criado en una casa familiar llena siempre de refugiados, así que estoy acostumbrado a sentirme rodeado de multitudes. Eso es lo que quería reflejar en la película mediante las escenas de grupo.
La sociedad en la que vivo no se caracteriza por la individualidad, pero sí por el egoísmo, y como el egoísmo no significa nada por sí mismo, todas estas personas sienten la necesidad de estar en un grupo, y no por amor al prójimo, sino para alimentar y hacer valer su ego.
¿Te resultó difícil rodar todas estas escenas de grupo?
Ya he rodado muchas escenas de este tipo en mis otras películas, sobre todo en The Life and Death of a Porno Gang, donde el protagonista no es sino un grupo de personajes, tal y como ocurre en Working Class Goes to Hell. Para que funcione, creo que es importante ensayar mucho, ya que ayuda a los actores a sentirse seguros. Asimismo, hay muchos actores no profesionales en estas escenas, y considero que sus rostros contribuyen a dotar a la película de una mayor autenticidad.
La mayoría de la gente piensa que es muy complicado dirigir este tipo de escenas que dan lugar a tantos detalles, por lo que da la sensación de tratarse de algo bastante difícil. Sin embargo, creo que es mucho más difícil dirigir escenas con solo dos personas en el plano. En este caso, lo más complicado fueron las escenas de sexo y las secuencias íntimas entre Mija [Leon Lučev] y Svetlana [Tamara Krcunović], ya que tenían que crear un contraste con la brutalidad, la crudeza, la violencia y la oscuridad del resto de la película. Así que estas fueron las más complejas, al igual que las escenas con Danica [Lidija Kordić], un personaje discreto como un fantasma que se encarga de conferir algo de delicadeza a todo este alboroto y caos. Las escenas de Danica en el centro turístico de los trabajadores son también de lo más terrorífico de la película.
En el largometraje hay menos sangre y violencia de lo que cabría esperar.
Quería que la película se basara más en la realidad y no se adentrara en una violencia muy gráfica. Se trata más bien de violencia psicológica y de una atmósfera de desesperanza. La cinta constituye una instantánea de una sociedad que ya ha sido violada múltiples veces y de forma muy brutal, por lo que ya no queda violencia.
Cabe recalcar que mi idea no era dar lugar a una catarsis al final. Son numerosas las películas de venganza que terminan con catarsis, pero yo quería evitar eso porque mis personajes recorren un camino complicado y, al final, se dan cuenta de que la fuerza no reside ni en Dios ni en el diablo. Creo que es mucho más importante que los personajes logren llevar a cabo su propia toma de conciencia.
No hay verdaderos héroes en la película. Cuando los protagonistas llegan a una posición de poder, se convierten en lo mismo que sus perseguidores.
Exactamente. Quería retratar un ciclo de violencia y acoso que nunca se cierra, un mecanismo imparable en el que la víctima se convierte en verdugo. En cierto sentido, se trata de toda una crítica a la revolución. Creo que las revoluciones no se producen de forma externa en la sociedad; las verdaderas revoluciones se fraguan en el interior de las personas. Lo que llamamos "revolución" es un truco, como un reality show. Los centros de poder existentes permanecen en su posición dominante haciéndose pasar por otro centro de poder, y esto es precisamente aquello contra lo que lucho en todas mis películas.
¿Cuál fue tu modus operandi a la hora de escoger a los actores y trabajar con ellos?
Tanto Leon Lučev como Tamara Krcunović tienen una capacidad de transformación asombrosa, y ambos se entregaron por completo. Para los demás personajes, fue un largo proceso de casting con mi ayudante, Nikola Todorović, y todos los miembros del reparto contribuyeron de manera muy positiva a la dinámica del grupo. Pero todo pasaba por ensayar mucho, esa era la clave.
La banda sonora del compositor búlgaro Kalin Nikolov es impresionante. ¿Cómo fue el proceso de trabajar en ella?
Hay mucho trabajo detrás de la banda sonora, ya que combina perfectamente con la música y el diseño de sonido de Alexandru Dumitru. La banda sonora consta de elementos aparentemente sencillos que, cuando se combinan, adquieren mucha fuerza y contribuyen en gran medida a crear la atmósfera. Estoy muy satisfecho con ella.
(Traducción del inglés)
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