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GIJÓN 2023

Elisa Cepedal • Directora de El Cine, 5

"Mi trabajo en los últimos años ha sido un intento de entender mi identidad y mi compromiso político"

por 

- La directora asturiana firma una carta de amor a un pasado en el que creció

Elisa Cepedal  • Directora de El Cine, 5
(© FICX)

La cineasta asturiana Elisa Cepedal, que nació en Barredos, un pueblo minero a apenas 40 km de Gijón, está bien familiarizada con la historia del posindustrialismo. Para su último largometraje, El Cine, 5 [+lee también:
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, que se ha estrenado a nivel mundial en la sección Retueyos del Festival de Gijón, entrevistó a vecinos, amigos y conocidos que decidieron compartir sus historias de la época. La cineasta acompañó los testimonios de un rico archivo de imágenes tomadas por su abuelo —que trabajaba como fotógrafo en el pueblo—, que representan la vida, el trabajo y las huelgas de los mineros de aquella época.

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Cineuropa: No es que tu película necesite ningún tipo de legitimación externa, pero me imagino que estrenar un largometraje sobre la precariedad laboral en el teatro más opulento de Gijón tiene que haber sido algo especial, cuando menos.
Elisa Cepedal: Estoy muy orgullosa del lugar de donde vengo, y creo que mi trabajo en los últimos años ha constituido un intento de entender mi propia identidad y compromiso político, ya que vengo de un pueblo minero y me he criado entre constantes huelgas y demás. Barredos es diminuto, pero su gente ha tenido un gran impacto tanto en mí como en mi forma de hacer películas. Sus habitantes han venido hasta aquí para disfrutar del estreno, y para mí es importante implicarlos en este proceso de creación de algo que, aunque empezó siendo personal, se ha convertido en todo un objetivo colectivo.

¿Qué te impulsó a empezar a hacer la película y llevar a cabo las entrevistas?
En cuanto terminé mi película anterior, supe que quería hacer una sobre mi pueblo. Quería rendir homenaje a mi abuelo, que fue fotógrafo local entre los años 50 y 70, durante la dictadura. También era minero. Estaba muy orgullosa de su archivo, y algunos vecinos tenían cajas de pequeñas impresiones que él había hecho y les había vendido. Yo me dediqué a llevarlas a casa, escanearlas y devolverlas, hasta que empecé a entrevistar a la gente y a acumular material, imágenes y testimonios.

Pero lo primero fueron las imágenes, ¿no?
Sí, las imágenes fueron el principio de todo. Me pasaba por las casas de los habitantes con mi ordenador y les enseñaba las distintas fotografías, de manera que dejaba que participaran con su propia memoria. La experiencia resultó muy interesante y, de hecho, fue una de las razones por las que decidí tener mi propia voz en la película, porque acabé convirtiéndome en una testigo más de la historia. Al compartir su historia, lo que hacen es hacerme partícipe de ella, y es que todos me conocen bastante bien, desde que era pequeña.

Esta especie de mezcla de intimidad y familiaridad recuerda un poco al momento de pasar las distintas páginas de los álbumes de fotos familiares. Aunque no puedas nombrar a las personas que muestras —por mucho que lo intentes—, el hecho de sacar todos estos documentos a la luz también está ligado a cierta postura política, ¿no crees?
Sí, creo que es muy importante tratar de construir la memoria política de un pueblo de manera colectiva. Pensaba que mi abuelo solo trabajaba como fotógrafo en comuniones, bodas y eventos familiares de este tipo, pero luego descubrí que también documentaba protestas y funerales de mineros. Al principio, se trata de algo bastante personal, pero en el momento en el que se hace colectivo, se convierte en todo un movimiento político.

Los efectos visuales de la película son muy minimalistas y, en cierto modo, puros.
Suelo rodar con fotogramas estáticos porque el movimiento que se aprecia en ellos siempre me ha llamado la atención. Sin embargo, más allá del archivo y las imágenes del presente, lo que realmente quería era volver a visitar los lugares donde se tomaron las fotografías y ser testigo de cómo había cambiado todo.

El final de la película es muy evocador en ese sentido. ¿Tenías claro desde el principio que cerrarías El Cine, 5 con la procesión?
Empecé a rodar antes de la pandemia, y aunque cada ciudad tiene sus propias fiestas para un santo, durante la COVID-19 no se pudo celebrar ninguna. Así que en 2022, cuando lo hicieron por primera vez en años, me desplacé literalmente hasta allí, rodé y volví. Mi abuelo solía hacer muchas fotos de esa procesión en su día. Así que allí estaba yo con mi cámara, y en cuanto vi que llegaba la banda, supe que esas serían las imágenes con las que pondría fin a la película. Aquel día rodé mucho, pero ni siquiera lo monté. Fue ver aquella toma y saber que no necesitaba nada más.

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(Traducción del inglés)

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