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SUNDANCE 2024 Competición World Cinema Documentary

Johan Grimonprez • Director de Soundtrack to a Coup d’Etat

"Me fascinaba el incidente del zapato de Jrushchov, pero no me daba cuenta de que tenía que ver con la política de mi propio país"

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- En el nuevo documental del director belga, la música se encuentra con la política y los resultados son explosivos

Johan Grimonprez • Director de Soundtrack to a Coup d’Etat

En su nueva película, Soundtrack to a Coup d’Etat [+lee también:
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, proyectada en la Competición World Cinema Documentary de Sundance, el director belga Johan Grimonprez nos traslada a los años 60, cuando 16 países africanos recién independizados fueron admitidos en las Naciones Unidas. Posteriormente, los músicos Abbey Lincoln y Max Roach irrumpieron en un consejo de seguridad de la ONU en protesta por el asesinato del líder congoleño Patrice Lumumba. Mezclando discusiones sobre descolonización con los gritos de Nikita Jrushchov y las canciones de Louis Armstrong, el cineasta explora ciertos aspectos que otros prefieren ignorar.

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Cineuropa: Aunque tu película se centra en un momento histórico muy concreto, parece un relato mucho más universal. ¿Estás de acuerdo?
Johan Grimonprez: Sí, es como una especie de plantilla. Ocurrió lo mismo con mi anterior película Shadow World [+lee también:
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, aunque aquella trataba de la industria de defensa. En este caso me centro más en mi propio país y en lo que hizo [en África]. Todavía es algo de lo que no se habla. Fui sumergiéndome poco a poco en el tema. Me fascinaba el incidente del zapato de Jrushchov, pero no me daba cuenta de que tenía que ver con la política de mi propio país. Este acontecimiento sentó un precedente: ningún jefe de Estado había ido antes a la ONU. Para mí, la película trata precisamente de eso: es la zona cero de cómo Occidente trataría los movimientos independentistas. En casa, no se hablaba de estos temas. En la escuela te enseñaban algunas cosas sobre la República Democrática del Congo, pero en realidad no aprendías nada. Si hablamos de descolonización, el trauma no solo tiene que ver con lo que has visto en una guerra, sino también con lo que tú mismo has perpetuado. Hasta que mi país no se enfrente a ello, nunca avanzaremos.

Hay muchos temas que tratar, por eso esperaba un documental histórico más convencional. Sin embargo, decides poner la música en primer plano. De esta forma, no hablas solo de hechos, sino también de sentimientos.
Hay cuatro protagonistas en la película, pero el quinto es la música. La música tiene agencia política; lo creo de verdad. Por ejemplo, Louis Armstrong estaba siendo utilizado por las autoridades estadounidenses, que intentaban blanquear su política enviando embajadores del jazz a todo el mundo, pero él también era un agente activo. En un momento dado, al darse cuenta de lo que estaba pasando, amenazó con renunciar a su ciudadanía y mudarse a Ghana. Le obligaron a formar parte de la historia de la Guerra Fría, pero también la hizo avanzar.

Luego tenemos a Max Roach y Abbey Lincoln, para quienes el movimiento independentista en África fue una gran fuente de inspiración. Diría que la música es muy polifacética en esta obra, y me parecía que estas contradicciones eran muy interesantes. Lo usamos como referencia en la sala de montaje. Es importante cuestionar las reglas que sigues a la hora de hacer cine. En Soundtrack to a Coup d’Etat, hay un juego constante entre la ficción y el documental, entre los relatos íntimos y la historia global. Me gusta cuando sientes dos cosas a la vez.

Es una historia coral. ¿Te daba miedo incluir tantas voces diferentes?
No, porque no subestimo a mis espectadores. El público se ha vuelto muy inteligente. Entienden perfectamente cuando juegas con elementos de vídeo musical y añades textos académicos. Reconozco que no fue fácil. Hablamos con muchos expertos y vinieron muchos asesores a nuestro estudio. Gran parte de la película se apoya en el diálogo, pero este enfoque polifónico nos permite cuestionar las cosas. Siempre existe esta distinción entre hablar a favor y hablar con alguien, y era importante ofrecer una plataforma en la que todas estas voces pudieran ser escuchadas.

Como decía Jorge Luis Borges, “el libro no nace cuando lo terminas, sino cuando alguien lo lee”. Con una película ocurre exactamente lo mismo. La historia nunca está completa, siempre está en curso, y hay una constante reescritura de la misma. Estas mesas redondas eran muy largas, pero hubo un momento en el que todo el mundo pedía que Lumumba estuviera presente. Estas fueron las cosas que descubrí al profundizar en los archivos. Por no hablar de los discursos de Jruschov. Se creía que prometía “enterrar a Estados Unidos”, pero un antiguo alumno mío los tradujo de nuevo, y lo que decía era: “Tenemos que enterrar el colonialismo”. Es una declaración muy diferente.

Eso es lo bonito de los archivos: vuelves a algo bastante conocido para descubrir que la historia oculta mucho más.
La investigación es necesaria, pero también hay que darse cuenta de que el mundo ha cambiado. Todas estas imágenes tienen que volver a encontrar su lugar, como los “niños robados” de los padres coloniales, enviados a orfanatos y luego a Bruselas. Así es exactamente como pensamos en estas imágenes de archivo. Todavía tienen muchas historias que contar.

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(Traducción del inglés)

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