Damien Hauser • Director de After the Long Rains
"Mis películas son mejores cuando no tengo el control de todo"
por Marta Bałaga
- El director suizokeniano habla sobre su tercer largometraje, en el que los personajes tienen que ser prácticos con respecto a sus sueños

Aisha quiere ser actriz. En Watamu, un pequeño pueblo de Kenya, su sueño parece una locura (para todos, excepto para ella). La joven está tan decidida que le pide a un pescador local que le enseñe a navegar, para poder emprender su aventura llegado el momento. Hemos hablado con el cineasta suizokeniano Damien Hauser sobre su película After the Long Rains [+lee también:
crítica
entrevista: Damien Hauser
ficha de la película], presentada en la sección Harbour del IFFR.
Cineuropa: After the Long Rains es una combinación entre cine de autor y cine infantil. ¿Cuál era tu intención?
Damien Hauser: Recuerdo que me inspiraban mucho las películas de Ghibli. Funcionan tanto para niños como para adultos, y eso es lo que intentaba hacer. Tras los primeros visionados, algunos me decían que la historia no tenía claro a quién iba dirigida, pero supongo que todos estos elementos de autor provienen de mí. Intentaba hacer una película para niños, pero que yo también disfrutara. Tampoco quería simplificar demasiado las cosas, porque los niños son muy listos.
Aisha narra su propia historia.
La voz en off ya estaba presente en la primera versión que escribí. Quizá ahí es donde algunos niños se pierden, porque no lo muestro todo, pero los adultos entienden esta parte perfectamente.
Cuando tienes a protagonistas tan jóvenes, resulta difícil conseguir que las cosas no resulten demasiado cursis. Sin embargo, también planteas temas tristes. Aisha se pregunta por qué nadie dice “te quiero” en su familia. Después de todo, es lo que hacen en las películas.
Esa frase está basada en mi propia vida. Siempre se la decía a mi padre, y él me respondía, pero con mi madre era diferente. La quiero igual, pero la primera vez que se lo dije, me miró y me preguntó: “¿Qué quieres?” [risas].
Ella creció en Kenia; nació en los años setenta, y entonces la crianza era diferente. Los niños tenían que aprender a sobrevivir, y debían hacerlo rápido. Nadie decía “te quiero” normalmente, y eso es lo que ella conocía. Al final, sentí su afecto de todos modos. No tenemos que hablar de ello, pero lo comunicamos de alguna manera.
Otro elemento que hace que la película parezca un poco más adulta es la música. Casi te hace pensar en los melodramas.
Es mi estilo, lo que yo escucho. No tenía presupuesto para ello, pero entonces mi compositor, Simon Joss, encontró a más de 50 personas dispuestas a participar. Fue una locura. Me emocioné mucho cuando lo vi. Es una película muy pequeña. Rodamos todo en Watamu con nuestros vecinos. Al principio, cuando fui allí, no conocía a nadie, excepto a mi tía. Creo que mis películas son mejores cuando no tengo el control de todo. Crecí en Suiza, y si hubiera venido a Kenia con una visión específica, no habría descubierto nada nuevo. En su lugar, hablé con la gente y presté atención. De esta forma, la película acabó siendo mucho más auténtica. En el guion, la chica era muy ruidosa e infantil. Luego conocí a Electricer Kache Hamisi, y el personaje cambió por completo. Una vez más, fue muy importante no tener ideas preconcebidas.
¿Te resulta útil contar con estas dos perspectivas? Suiza es considerado un lugar privilegiado.
Cuando crecí en Suiza, vi muchas facetas del país. He visto la riqueza, pero también los problemas. Cuando fui a Kenia en 2020 y viví allí durante medio año, los problemas eran diferentes. La situación hace que los niños crezcan un poco más rápido. Esta niña va a la escuela, vuelve a casa, cocina y lava su ropa sola, y no se queja. No es una elección, es parte de la vida. Lo he visto de cerca y lo respeto mucho.
Ella quiere ser actriz, para disgusto de su madre. ¿Tus padres también trataron de disuadirte de que te convirtieras en director?
Siempre he sido director, no había duda al respecto [risas]. Cuando era niño, hacía películas con mis vecinos, como esta vez. De alguna forma, era un estilo muy parecido. Había mucha improvisación. Más tarde, en la escuela de cine, empecé a trabajar de una forma normal y más “profesional”, solo para darme cuenta de que no me gustaba. Prefiero trabajar con un grupo más reducido de personas. Cuando tienes un plató enorme, ya no es tan personal.
(Traducción del inglés)
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