Lola Arias • Directora de Reas
“Se trata de una comunidad que funciona de una forma utópica sin estar “controlada” por el patriarcado"
por Muriel Del Don
- BERLINALE 2024: La directora argentina habla sobre su valiente película que utiliza el género musical para contar historias de violencia y opresión, pero también de esperanza y rebeldía

Nos hemos sentado a hablar con la directora argentina Lola Arias, que ha presentado su nueva película Reas [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Lola Arias
ficha de la película] en la sección Forum de la 74.ª Berlinale. Reas es un documental musical que da voz a detenidas que, encerradas entre los muros de una cárcel, intentan crear un mundo utópico hecho de amor, respeto y solidaridad.
Cineuropa: ¿Cómo nació la idea de la película y cómo encontraste a sus maravillosas y maravillosos protagonistas?
Lola Arias: La idea de la película tomó forma durante las visitas a las cárceles donde hacía unos talleres de teatro y cine. Me di cuenta de que la expresión artística podía ser un vehículo de empoderamiento y de expresión para personas que se encontraban en situaciones violentas y opresivas. La música, muy presente en las cárceles, es la única forma de expresión que las detenidas tienen, es una herramienta muy importante de liberación. Al comienzo pensaba filmar la película mientras les protagonistes estaban en condena, pero a lo largo de estos cinco años mucho cambió. La pandemia no me permitió seguir con los talleres y muchas de las personas que había conocido estaban saliendo de la cárcel. Por eso decidí filmar la película en una antigua cárcel, como si fuera una reconstrucción de lo que ya sucedió.
La película cuestiona y deconstruye el término "mujer" desde un punto de vista queer. ¿Qué puedes decirnos sobre este asunto?
Es muy importante cuestionarse cómo ciertas identidades son reconocidas o no en la institución penitenciaria. De hecho, tener una sección trans es algo muy nuevo. Las personas trans sufrieron mucha violencia porque su identidad no era reconocida como tal. El reconocimiento de esta identidad fue un gran paso, aunque no todas las cárceles del país tengan una sección trans como la de Ezeiza. Estas identidades queer solo pueden existir dentro de las cárceles de mujeres porque son lugares de protección. La cárcel de mujeres se convierte en territorio de una comunidad queer que une, en solidaridad, mujeres cis, mujeres y hombres trans, una comunidad basada en valores de amor, respeto y entendimiento. Se trata de una comunidad que funciona de una forma utópica sin estar “controlada” por el patriarcado, como si se encontrara en un mondo utópico, sin hombres cis. Me interesaba mostrar lo poderoso que puede ser esta comunidad transfeminista.
Aunque las historias contadas sean a menudo duras y violentas, tu película está envuelta en una increíble capa de ternura, solidaridad y resistencia…
Fue claro desde el comienzo que la película no podía reestigmatizar a las personas que representaba, reproduciendo el espectáculo de la violencia. Al contrario, tenía que producir otras imágenes, abrir posibilidades futuras, generar esperanza. Creo que la película transmite el amor y la solidaridad que hubo en el equipo de rodaje, delante y detrás de la cámara. Fue mágico lograr crear un espacio para que las personas pudieran expresarse, sentirse poderosas bailando y cantando.
Reas me hizo pensar en películas como Hedwig y The Angry Inch, pero también en los primeros largometrajes punk de Almodóvar. ¿Qué representa el musical para ti y cuáles son tus influencias?
Mientras pensaba en el guion, Almodóvar fue una gran influencia porque hay algo melodramático en mi película. Aunque muchos musicales sean completamente heteronormativos, como Grease o West Side Story, creo que hay sitio dentro del musical y del melodrama para lo queer. Reas se nutre de todos estos elementos. Cuando pensaba en las escenas, como la de la pelea mientras les protagonistes jugaban al fútbol, pensaba en esos chicos de Grease que se enfrentaban, pero con el objetivo de reapropiarme de estos códigos de manera mucho más inclusiva. Generalmente los protagonistas de estas escenas son chicos que luchan en bandas, aquí, al contrario, son les chiques que lo hacen, y con humor, disfrutando de esas peleas. Para mí, la película es una mezcla de artificialidad, producida por la reconstrucción y la elección del género musical, y autenticidad, porque les protagonistes interpretan a sí mismes. Esto se ve en sus cuerpos, en su forma de hablar.
¿Cómo influye tu larga experiencia teatral en tu forma de hacer cine?
Mi experiencia como artista es básicamente teatral. Hasta ahora, hice más de veinte obras de teatro y solo dos películas. Por supuesto, mi relación con el arte está muy marcada por mi formación y mi trabajo como dramaturga, actriz y directora. Mis películas tienen evidentemente algo artificioso, muy deliberado y muy frontal en la puesta en escena. Creo que es un poco una marca de estilo que tiene que ver con el lugar de donde vengo y que asumí como una parte de mi identidad. En vez de tratar de esconder mi experiencia teatral preferí pensar en cómo disfrutarla y hacer que este artificio, que es mi manera de ver las escenas, pudiera también convertirse en lenguaje cinematográfico.
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