Svitlana Lishchynska • Directora de A Bit of a Stranger
"Juzgar a los demás conduce al genocidio"
por Marta Bałaga
- BERLINALE 2024: La guerra devasta Ucrania (y también el interior de una familia) en el documental de la directora nacida en Mariúpol

Svitlana Lishchynska, nacida en Mariúpol durante la época soviética, explora en A Bit of a Stranger [+lee también:
crítica
entrevista: Svitlana Lishchynska
ficha de la película] las vivencias de su familia, una familia compuesta por mujeres aparentemente privadas de su identidad nacional. Ahora, debido a la invasión rusa de Ucrania, la familia tendrá que replantearse todo lo que conoce, incluida su hija, que huye a Londres, y su madre, que se queda repentinamente sin hogar. Lishchynska disecciona para nosotros su documental proyectado en la sección Panorama de la Berlinale.
Cineuropa: ¿Estaba planeado que el film acabase siendo tan personal? Es cierto que la guerra juega un papel mayor en la historia, pero también lo hace tu familia y vuestra difícil relación madre e hija.
Svitlana Lishchynska: Es aterrador exponer tu pasado al mundo, te hace mostrar tus debilidades. Debilidades que intenté ocultar al inicio, dirigiendo un film que iba a tratar únicamente sobre los habitantes de Mariúpol y su colonizado y rusificado pensamiento. Jamás pretendí abrirme al mundo, pero durante un seminario uno de mis mentores, [el productor danés] Mikael Opstrup, me dijo: “Tu relato encierra dos films, y el personal es mucho más interesante que el otro”. Inmediatamente decidí concentrarme en la parte familiar e ir a por ello.
Dejas claro lo difícil que es empezar a hablar. Sin embargo, tu familia y tú acabáis por aprender a comunicaros, a manifestar vuestro afecto, cosa que nunca antes había sucedido.
Me resultó muy difícil convencer a mi familia para participar en el film. Todavía recuerdo una discusión que tuvimos hace varios años durante una Nochevieja. Sabía que algo iba a ocurrir, así que confesé a mi madre que unos amigos estaban a punto de presentarse con una cámara, a lo cual se opuso. Dejamos de hablarnos durante dos semanas, no podían entender que quisiera “exponer” así a nuestra familia, y menos frente a desconocidos. Más adelante, en febrero, y ante la sensación de una guerra inminente, se sintieron un poco culpables por lo sucedido y me dejaron grabarlas.
Al principio, mi hija solía mostrarse muy escéptica respecto a la rusificación. Sabemos que hay un problema, que está ahí, pero preferimos ignorarlo. Sin embargo, para curar una enfermedad primero tienes que llamarla por su nombre. Tienes que identificar el problema y averiguar de dónde viene. Al final, decidieron confiar en mí, entendieron que el film no las iba a perjudicar. El hecho de comenzar a hablar permitió que empezásemos a pensar de verdad en nuestra identidad. De no ser por el documental, dudo que lo hubiésemos conseguido.
En estos tiempos de guerra, y con razón, todo parece ser blanco o negro, lo cual cuestionas preguntándote qué es y para qué sirve el patriotismo. ¿Crees que el público lo podría tomar como algo polémico?
La persona que ves en el film no soy yo al cien por cien, sino la versión forjada bajo la URSS, es decir, la versión rusificada. De haber tenido todas las respuestas, habría escrito algo en Facebook y ya está. En su lugar, opté por explorar este asunto con el espectador. Esta es otra de las razones por las que decidí exponerme de este modo.
Estas incertidumbres no son nuevas para ti. En las imágenes de archivo muestras a una niñita que, quieta en una esquina, ya se hace preguntas.
Vengo de una familia normal y corriente, de una de esas que podría sentir nostalgia por el helado de la URSS. Nadie fue torturado y nadie pasó por la cárcel. Sin embargo, perdimos algo: el sentido de individualismo y la capacidad de expresarnos, de entender quiénes somos. Es por ello que quise mostrar esta tragedia y debatir sobre los problemas de la gente de a pie. Cuando pierdes el sentido de dignidad personal, pueden convencerte de hacer lo que sea, que es justo lo que le sucede al pueblo ruso. Viven inmersos en un mundo totalitario, donde el individualismo y el humanismo no son bienvenidos. A nadie le importan estos valores.
Una vez mezclado pasado y presente, familia y política, ¿qué es lo que mantiene unida la trama?
La principal idea que sostiene al film es que juzgar a los demás conduce al genocidio. Si una sociedad tolera la intolerancia, como ocurre en Rusia, es fácil que ocurran sucesos de este tipo. Siempre se empieza por cosas sin importancia y, de repente, un día te levantas con la potestad de juzgar como debería vivir el prójimo. Aun con todo, todavía albergo esperanza dentro de mí y, por extraño que parezca, esto es algo que descubrí durante la realización del film. Identidad es responsabilidad. Si dices ser ucraniano, no importa dónde te encuentres ahora mismo, tienes una obligación con tu nación y debes actuar al respecto. Si tu país está en guerra, tú también lo estás y debes ser consecuente.
(Traducción del inglés por Juan Ramón Parra)
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