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GOEAST 2024

Shoghakat Vardanyan • Directora de 1489

"No es fácil hablar cuando el mundo no te apoya"

por 

- La directora armenia nos sumerge en su acercamiento emocional a la búsqueda del lenguaje artístico correcto para expresar el dolor de su familia

Shoghakat Vardanyan • Directora de 1489
(© Mariana Hristova)

Nos hemos sentado a hablar con Shoghakat Vardanyan sobre su primer largometraje, 1489 [+lee también:
crítica
entrevista: Shoghakat Vardanyan
ficha de la película
]
, una película independiente de bajo presupuesto en la que la cineasta documenta el estremecedor viaje de su propia familia en busca de su hermano, que desapareció durante la segunda guerra de Nagorno-Karabaj, conocida como la guerra de los 44 días, en 2020. Tras ganar el premio a la mejor película en el IDFA y el premio FIPRESCI el pasado otoño, el largometraje también recibió la mención especial del jurado en el goEast Film Festival (24-30 de abril), que acaba de terminar en Wiesbaden (leer el artículo).

Cineuropa: Eres pianista, pero elegiste la cámara como herramienta para expresar los sentimientos en torno a un período personal muy complicado. ¿Por qué el cine?
Shoghakat Vardanyan:
Porque no me salían las palabras ni la música. Estaba como atascada y en silencio. Y entonces, de repente, el cine me encontró. Por aquel entonces, estaba matriculada en una escuela de periodismo de investigación, y mi profesora en la clase de periodismo móvil, Inna Mkhitaryan, que era consciente de lo que me estaba pasando, me sugirió que empezara a hacer un videoblog en el que siguiera el proceso de búsqueda de mi hermano con el fin de mantenerme ocupada y no pensar tanto en el tema. Sin embargo, tras tres días haciendo el videoblog, decidí empezar a filmar otra cosa. Cada día comprendía mejor qué filmar y cómo filmarlo. De repente, sentí la necesidad urgente de captar nuestra vida mientras esperábamos el regreso de mi hermano, y no tardé en darme cuenta de lo importante que era filmar, aunque tenía la esperanza de que volviera. Sentí que no solo resultaba significativo para mí, sino para todas las personas del mundo que han vivido o están viviendo una guerra.

En lo que respecta a la forma, ¿tenías claro desde el principio lo que querías?
Me limité a seguir mis instintos. Recuerdo que a veces sentía que mi cerebro ardía y se ahogaba al mismo tiempo. Durante el rodaje, tenía que tomar decisiones rápidas y ensayarlo todo mentalmente. Hay un paralelismo entre eso y mi carrera como pianista, donde la preparación mental es esencial. Me di cuenta de que, si bien el rodaje permitía cierto grado de improvisación, también me exigía anticipar varios escenarios y prever distintos ángulos, algo que mi mente terminó por hacer de forma natural, incluso cuando no estaba rodando.

¿Cómo hiciste para convencer a tus padres de que participaran?
Para mí, lo más parecido a una explicación es que cuando realmente quieres filmar a la gente, tarde o temprano te dejan hacerlo.

La aclamada documentalista Marina Razbezhkina fue la productora creativa de 1489. ¿Qué influencia tuvo en tu trabajo?
La conocí en un momento clave, cuando ya tenía mi primer montaje y había empezado a editar dos escenas finales. Llevaba mucho tiempo deseando la opinión de una profesional del cine en la que pudiera confiar. Entonces alguien me dijo que había un taller impartido por Marina Razbezhkina. Ni siquiera sabía quién era, pero ella ya había oído hablar de mi proyecto y me invitó a su taller. Así fue como acabó convirtiéndose en mi “madrina” cinematográfica. Pensábamos en la película por separado, y luego poníamos nuestras ideas en común; me hacía preguntas importantes y me daba consejos siempre que los necesitaba. Otra de las personas que me acompañó en el proceso fue el crítico cultural y cineasta armenio Davit Stepanyan.

Y lo hiciste sin contar con el apoyo de ninguna productora. Debió de ser muy duro, ¿verdad?
No tenía tiempo para dejar de lado la historia e ir en busca de financiación. También opté por escuchar el material y dejar que me transmitiera cosas, desde cómo editarlo hasta cómo distribuirlo. Pronto comprendí cuál era la forma “normal” de hacer cine, pero este trabajo requería más.

1489 es a la vez personal y política. ¿Hasta qué punto crees que la película puede influir en la percepción que el mundo tiene de la compleja situación de Armenia?
Es la historia de mi familia, pero también es una película universal y necesaria. Sufro el silencio que rodea a la reciente limpieza étnica en Artsaj, y siento el peso de su ausencia en el discurso mundial, a pesar de la gravedad de los hechos. Cuando exhibo mi película en el extranjero, a menudo me enfrento al elemento politizado de la atención del resto del mundo y me siento marginada en los debates sobre la guerra a nivel global. En otras palabras, los países poderosos, incluidos los europeos, tienen algo que ganar poniéndose del lado de Azerbaiyán, y eso es una lástima para la vida de muchos armenios. Teniendo en cuenta que los armenios fueron y siguen siendo víctimas de un genocidio físico y cultural, no solo se nos ha dejado abandonados a nuestra suerte, sino que el mundo se ha posicionado del lado del mal. Es todo un negocio.

No es fácil alzar la voz cuando el mundo no está de tu parte. Me duele ver cómo las leyes internacionales también forman parte de esta especie de negocio. Pero el mundo se equivoca, y es que, al final, el mal también se vuelve contra quienes participan pasivamente en él.

(Traducción del inglés)

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