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CANNES 2024 Un Certain Regard

Boris Lojkine • Director de L’histoire de Souleymane

"La idea de un rider me parecía una estupenda herramienta cinematográfica para capturar la energía de alguien que está siempre en movimiento"

por 

- CANNES 2024: El director francés habla sobre su nueva e intensa película, que sigue a un inmigrante ilegal en París que espera la respuesta sobre su demanda de asilo

Boris Lojkine • Director de L’histoire de Souleymane
(© Fabrizio de Gennaro/Cineuropa)

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, el tercer largometraje del director francés Boris Lojkine, ha gozado de un gran recibimiento en la sección Un Certain Regard del 77.º Festival de Cannes.

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, tu primer largometraje, exploraba la travesía migratoria hacia Europa, pero en tu nueva película es en las calles de París donde se desenvuelve tu personaje. ¿Qué te impulsó a querer mostrar esta otra cara de la moneda?
Boris Lojkine: Cuando Hope se estrenó, como la película terminaba justo en el momento en el que la protagonista veía las luces de Europa ante ella, la gente no hacía más que preguntarme qué pasaba después y pedirme que hiciera una película sobre la continuación. En un principio, me mostré reacio a la idea porque lo mío no es hacer películas en París; me gusta rodar en los confines del mundo, que mis obras constituyan aventuras sin fronteras. Pero lo que realmente me atrajo de este proyecto fue la idea de tener a un repartidor en bicicleta como protagonista. Me pareció una herramienta cinematográfica increíble para captar la energía de alguien que siempre está en movimiento. A partir de ahí, no tardé en darme cuenta —al conocer y hacer múltiples entrevistas a los repartidores con el fin de ser totalmente consciente de los entresijos de sus vidas, de las leyes no escritas de este mundo— de que, para casi todos ellos, la condición principal es la cuestión de obtener el permiso de residencia, y la película vincula estos papeles con la cuestión de los trámites para convertirse en repartidor. De hecho, ambos procesos están directamente relacionados, ya que entre el 50% y el 80% de los repartidores en bicicleta de París no tienen papeles, es decir, trabajan con la identidad de otra persona, tal y como vemos en la película. La única forma de obtener los papeles es a través del asilo político, y es precisamente eso lo que trata de conseguir mi personaje guineano.

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La trama constituye una auténtica cuenta atrás de unos tres días.
Tenía muchas ganas de hacer una película que se desarrollara en poco tiempo. Siempre me ha atraído el cine rumano, y siento una gran admiración por 4 meses, 3 semanas, 2 días [+lee también:
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, de Cristian Mungiu, así como —aunque se trate de un género completamente distinto— por las películas de los hermanos Safdie. Quería que la película fuera enérgica y trepidante, y esta idea encajaba perfectamente con el personaje del repartidor en bicicleta. Por otra parte, el hecho de que sea una película de corta duración también nos lleva a prestar atención a los pequeños detalles de la vida cotidiana. Como la película está prácticamente rodada en tiempo real, se nos da la oportunidad de seguir todos sus movimientos, lo cual va de la mano con mi intención de hacer una película realista.

Este breve espacio de tiempo, no obstante, es suficiente para cubrir todas las facetas de la vida de Souleymane, que van desde su complicado día a día hasta su obsesiva búsqueda de asilo, pasando por lo que ha tenido que dejar atrás en su país de origen, que se revela mediante las llamadas por FaceTime.
Para mí, era muy importante reflejar la dimensión más personal del personaje, y eso es algo que queda patente en las llamadas telefónicas a su madre y a su novia —que acaba pasando a ser su ex—. Es por eso que no es un personaje como cualquier otro, no es un simple inmigrante ni un simple solicitante de asilo, es un Souleymane que también tiene una historia personal detrás, una historia de amor que no se espera necesariamente de este tipo de personaje en una película social en la que describimos sus condiciones de trabajo y su situación administrativa. Esto le confiere un rostro humano y no victimista, porque él también es capaz de tomar una decisión, incluso en días tan complicados como estos.

La mentira ocupa también un lugar central en la película.
Tener que mentir todo el tiempo y poseer una identidad con más capas que una cebolla es el pan de cada día de estas personas. Cuando tienes que vivir con una identidad falsa, trabajar con una identidad falsa e incluso solicitar papeles con una historia falsa, ni siquiera puedes decir a tus amigos toda la verdad sobre todo. Nunca puedes ser completamente tú mismo, y ese es uno de los principales retos psicológicos, por encima de las dificultades materiales que obviamente entraña el proceso, como la explotación, los problemas de alojamiento, etc.

Trataste de no caer en el maniqueísmo con los personajes que se cruzan en el camino de Souleymane, ¿verdad?
No quería que hubiera ningún villano en la historia. La persona que le entrevista para en el proceso de solicitud de asilo es alguien que siente empatía, pero que se rige por las normas de su institución. Los policías son un poco estúpidos, pero no son para nada racistas violentos. Lo único que tenemos es un dueño de restaurante cabrón al que yo interpreto y una clienta problemática a la que interpreta mi hija, pero incluso ellos tienen sus razones.

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(Traducción del francés)

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