Emily Mkrtichian • Directora de There Was, There Was Not
“Espero que estas imágenes de Artsaj no se conviertan simplemente en un archivo del pasado, sino que representen también un sueño para el futuro”
por Mariana Hristova
- La cineasta armenia nos habla de su relación con sus personajes y del complejo proceso de documentar la historia viva
Hemos hablado con Emily Mkrtichian, cuyo desgarrador pero conmovedor documental, There Was, There Was Not [+lee también:
entrevista: Emily Mkrtichian
ficha de la película], que retrata a cuatro mujeres de Artsaj, el territorio armenio anexionado recientemente por Azerbaiyán, acaba de recibir el premio FIPRESCI y una mención especial en la competición regional del 21.º Festival Internacional de Cine del Albaricoque de Oro (ver la noticia). La cineasta nos habla de la acogida de la película por parte del público armenio, así como de las complicadas emociones que experimentó durante el rodaje y después de terminar la película.
Cineuropa: Has hecho una película emotiva y conmovedora. Había mucha gente llorando en la proyección a la que asistí. ¿Qué tipo de comentarios recibiste después de mostrar la película en tu país?
Emily Mkrtichian: Lo que más me repitieron después de la primera proyección fue que la película hizo que mucha gente se enfrentara y experimentara emocionalmente algo de lo que habían estado intentando escapar, lo cual me sorprendió y al mismo tiempo me pareció el mejor cumplido que podía recibir. Hacer esto en una sala llena de gente, y en presencia de las historias de estas increíbles mujeres, fue algo catártico. Esa era precisamente mi mayor esperanza al hacer la película, ya que pasé por un proceso similar durante el montaje: observar profundamente algo que quería olvidar o negar, y compartir la experiencia con otras personas que pasaron por lo mismo. Pudimos llorar juntos y encontrar sanación y fuerza a través de estas historias.
Supongo que el efecto de la película también se ve amplificado por la constatación de que recuperar Artsaj a estas alturas sería muy difícil. ¿Qué opinas de esta situación?
Siento demasiadas emociones para poder dar una respuesta. Una parte de mí llora la pérdida de un lugar, mientras que otra siente vergüenza por este luto y quiere creer que volveremos a vivir en estas tierras. Capturar la belleza de Artsaj y su vida durante tantos años con mi cámara, y ahora compartir su memoria, me recuerda que el cine y la narración son mágicos. Documentan un tiempo y un lugar determinados, manteniéndolos vivos para siempre. Espero que estas imágenes de Artsaj no se conviertan simplemente en un archivo del pasado, sino que representen también un sueño para el futuro.
¿Cuál fue tu motivación inicial para acercarte a estos cuatro personajes femeninos y cómo los encontraste?
Conocí a todas estas mujeres durante mi estancia en Artsaj. En 2017, rodé allí un cortometraje y conocí a Sveta. También impartí un taller de cine de un mes de duración en un centro de tecnología creativa, donde conocí a Sose: las jóvenes de mi clase decidieron hacer un documental sobre ella. A Siranush y Gayane las conocí a través de amigos comunes. Me interesaba saber cómo mujeres de distintas edades y profesiones luchaban por conseguir más derechos, vivían vidas plenas y mejoraban su país para las personas que las rodeaban y para las generaciones futuras. He rodado con las cuatro durante casi seis años, y seguimos muy unidas.
La película muestra imágenes de Artsaj bajo asedio, ofreciendo una visión única de la situación.
Nunca tuve la intención de encontrarme con la guerra mientras hacía esta película; pretendía que fuera una historia sobre las secuelas del conflicto y el papel de las mujeres en el trabajo por la paz. Cuando estalló la guerra, me encontraba en Artsaj, rodando lo que yo creía que eran las escenas finales. Entonces todo cambió. Me quedé y filmé durante el asedio. Nunca me planteé no hacerlo. Estas cuatro mujeres decidieron quedarse y trabajar por la seguridad de quienes las rodeaban, así que era imposible pensar en hacer otra cosa. También vi que a los periodistas extranjeros solo les interesaban las imágenes sensacionalistas de la guerra y volver a contar las mismas historias. Me pareció importante documentar una faceta del conflicto que rara vez vemos: las mujeres que lo sufren y lo reconstruyen todo cuando termina.
¿Cómo fue el proceso de montaje?
Después de rodar durante casi seis años, tenía mucho material. El mayor reto del montaje fue que había rodado esencialmente dos historias: una antes de la guerra y otra después. Me llevó años entender cómo hacerlo de forma honesta y ética, sin recurrir al sensacionalismo. Al final, tuve que trabajar yo misma con el metraje para entender lo que quería decir, qué quería transmitir y el lenguaje que necesitaba para expresar todo esto. Una vez lo tuve claro, encontré una compañera de montaje, Alexandria Bombach, que me escuchó de verdad, entendió mi visión y elevó la película con su sensibilidad y maestría.
(Traducción del inglés)
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