Ramon y Silvan Zürcher • Director y productor de The Sparrow in the Chimney
"Asociamos a menudo la destrucción con algo negativo, pero a veces es necesaria para que nazca algo sano"
por Giorgia Del Don
- El dúo suizo habla sobre su universo artístico, su pasión por las naturalezas muertas y el cine como medio para experimentar con los lazos familiares alternativos
Los hermanos Zürcher están de vuelta con The Sparrow in the Chimney [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Ramon y Silvan Zürcher
ficha de la película], un tercer largometraje para el que han asumido papeles diferentes, ya que Ramon ha permanecido detrás de la cámara y Silvan se ha encargado de la producción. Esta cruel y misteriosa película, que se ha presentado en la competición por el Leopardo de Oro del Festival de Locarno, gira en torno a la naturaleza artificial de los lazos de sangre y coquetea sin pudor con distintos géneros cinematográficos.
Cineuropa: Empezando por los títulos, vuestras películas parecen estar conectadas entre sí y enriquecerse las unas de las otras. En este sentido, ¿se puede hablar de una especie de trilogía?
Ramon Zürcher: Nuestra intención nunca consistió en hacer una trilogía. De hecho, no nos dimos cuenta de las numerosas similitudes que las películas guardaban entre sí —sobre todo respecto a los lazos familiares— hasta que terminamos de rodar esta última. No es tanto la presencia de animales como el hecho de que transcurran espacios compartidos por familias, ya sean familias “de sangre” o comunidades. El aspecto más fundamental de estas tres narraciones no es otro que el psicológico, y todas abordan el deseo de vivir otra vida. Los protagonistas viven a menudo en la nostalgia, soñando con otra vida —como si esto fuera posible—, y es esta melancolía la que domina el ámbito emocional de las tres películas. Tanto Silvan como yo tenemos una pequeña obsesión que queda patente en todas nuestras películas, y consiste básicamente en no mover la cámara a menos que sea necesario y esté justificado, en no llevar nunca la cámara en la mano para no dar la impresión de autenticidad o de documental. Queremos escenificar una vida, pero una vida recreada, artificial.
Sobre el tema de la destrucción, los personajes de la película dicen todo lo que nunca se debe decir cuando se está en familia. Los diálogos son muy duros, violentos, como diseñados para acabar con la imagen idílica que la sociedad nos vende de la familia heteropatriarcal. Los lazos de sangre también se debilitan en favor de otro tipo de encuentros...
R. Z.: Sí, estoy de acuerdo con tu análisis. ¿Es necesario deconstruir el concepto de familia para que pueda nacer algo nuevo? En la película, la violencia, los pequeños y grandes ataques verbales se convierten en martillos invisibles que arrasan con todo a su paso, que hieren, que se pasan la cortesía por el forro con el fin de que este nuevo tipo de familias, en el sentido más amplio del término, puedan ver la luz. Asociamos a menudo la destrucción con algo negativo, pero a veces es necesaria para que nazca algo sano, para construir nuevos espacios. Las cenizas, como en el caso del ave fénix, acaban transformándose en tierra fértil.
Silvan Zürcher: En lo que respecta a la violencia de las palabras pronunciadas por los personajes, como no se trata de una copia realista y fiel de una familia, no tuvimos problema a la hora de crear diálogos extremadamente crueles. El mundo de la película está muy condensado, como una obra de teatro en la que las pequeñas agresiones se colocan bajo una lupa y se “magnifican” para que el espectador las vea de otra manera. Los contrastes (entre el paraíso natural que acoge a la familia y la oscuridad de sus palabras, entre el caos y el orden, entre la quietud y el movimiento) tienen una importancia capital para nosotros.
En vuestras películas, los espacios interiores, y especialmente los objetos, adquieren también una gran importancia. ¿Cuál es el origen de esta fetichización de los objetos inanimados, que a menudo dicen mucho sobre la vida personal de los personajes?
R. Z.: Los objetos, como el cuchillo que empuña la madre o la máscara de pájaro de la niña, están ahí en todo momento, pero no se convierten en aspectos verdaderamente importantes de la película hasta que reaparecen, y es entonces cuando nos fijamos en ellos de forma real y consciente, cuando llegamos incluso a asociarlos a los personajes, porque son huellas de su universo íntimo. La película se divide en tres capítulos (mañana, tarde y noche), y los objetos marcan estos momentos, como frases, como puntos y comas. Los objetos y los animales, al igual que los seres humanos, son una fuente de naturaleza muerta, al fin y al cabo. Y es que en realidad, se trata de naturaleza muerta compuesta de objetos vivos.
(Traducción del francés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.