LOCARNO 2024 Fuera de competición
Marco Tullio Giordana • Director de La vita accanto
"Los niños ven cosas que los adultos no ven"
por David Katz
- El director italiano, que también recibió un Leopardo especial en el festival suizo, habla sobre su estupenda nueva película, un melodrama familiar que acaba en el realismo mágico

Además de hablar con Marco Tullio Giordana, el aclamado director italiano de La vita accanto [+lee también:
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ficha de la película], hemos tenido también el gusto de charlar brevemente con el reparto de la película, y al preguntarles por el atractivo del proyecto, han respondido que el máximo responsable de todo “es Marco”. Y es que, con motivo del estreno de su nueva película fuera de competición en el Festival de Locarno, y tras varias décadas de una variopinta carrera en la que ha brillado especialmente su película de 2003 La mejor juventud [+lee también:
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ficha de la película], el cineasta ha sido galardonado con el Leopardo especial por su trayectoria en el cine. Nuestra conversación ha girado sobre todo en torno a la propia película, pero también se han tratado temas como las asociaciones del director con Marco Bellocchio y Bernardo Bertolucci o su admiración por Chantal Akerman.
Cineuropa: ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Qué aspecto concreto te llevó a inspirarte en la novela original de Mariapia Veladiano, publicada en 2011?
Marco Tullio Giordana: El verdadero origen del proyecto no es otro que Marco Bellocchio, que escribió hace años el primer borrador del guion con Gloria Malatesta, y luego me ofreció la película porque ya no estaba interesado en dirigirla. Me encantó el guion, y la novela, que la leí después, me fascinó también. No obstante, como no podía ser de otra manera, hay diferencias entre ambas versiones, y la principal es el hecho de que en la novela, la niña es monstruosa. El toque maestro que Bellocchio y Malatesta le dieron a la historia consistió en convertir esta fealdad en una marca de nacimiento, una gran marca roja que deja en shock a la madre, al padre y a la tía, pero no a la propia niña. Me pareció un tema de lo más interesante, porque guarda una conexión directa con nuestra capacidad de aceptar la alteridad y a las personas que son diferentes de nosotros, así como con la idea de deformidad, pero también con la diferencia en la mirada del espectador, que está muy de actualidad hoy en día.
Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que la película es expresionista y está condimentada con un toque de fantasía y realismo mágico. Acabo de acordarme de los enanos de piedra que cobran vida. ¿Qué nos puedes decir de cómo la película tiende un puente entre fantasía y realismo?
Creo que es algo que está directamente relacionado con la imaginación de los niños, que la fantasía que tienen es muy poderosa. Ven cosas que los adultos no ven, como los enanos de piedra, que de repente sonríen y de algún modo se comunican con ellos. Y esto está estrictamente relacionado con mi propia experiencia de niño. Recuerdo que veía fantasmas y no me asustaban, ¡todo lo contrario! Y me duele no poder verlos más, porque pienso que este tipo de imaginación es primordial.
La dedicatoria a Chantal Akerman es intrigante: la relación con su obra me vino a la mente a través de la exploración del vínculo entre madre e hija, y el trauma que se transmiten entre ellas.
Fue una de las cineastas más importantes del siglo XX, y quizá lo habría sido también del XXI si no se hubiera quitado la vida a causa de la muerte de su madre, lo cual indica de por sí la compleja relación que debió de tener con ella. Y esto es algo que sin duda queda plasmado en la película. Lo expresó en muchas de sus películas posteriores, y fue algo en lo que caí cuando terminé de hacer la película. Nunca antes había pensado en ello, pero siento un profundísimo respeto y estima por esta extraordinaria directora, que fue una de los primeras en tratar ciertos temas en el cine que hoy se han convertido en algo bastante común y, por tanto, trágicamente ordinario y casi banal. Y en su época dividió a la opinión pública, cuya reacción no fue en absoluto homogénea. Fue sin duda una cineasta revolucionaria.
¿Qué nos puedes contar de la relación que has tenido con Bellocchio a lo largo de tu carrera? ¿Cuál era su enfoque original del proyecto?
Cuando tenía 20 años y soñaba con ser cineasta, los dos directores que más admiraba eran Marco Bellocchio y Bernardo Bertolucci. Y aunque nunca habría imaginado que llegáramos a ser amigos, tuve una gran relación de amistad con ambos sin dejar de admirar profundamente lo que hacían en ningún momento. Así que cuando [Bellocchio] me ofreció el guion, me sentí tremendamente halagado ante la confianza que estaba depositando en mí al confiarme un antiguo proyecto suyo. Incluso me animó a que fuera muy personal, y era plenamente consciente de que lo que yo estaba haciendo no era para nada una imitación de sus propios temas y cuestiones. Probablemente él habría insistido más en el catolicismo de la familia y los vínculos neuróticos de su relación, mientras que yo decidí moverme en un terreno más ambiguo, en cierto modo, porque no siento ningún resentimiento por la religión católica que en su momento rechacé.
(Traducción del inglés)
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