Anne-Sophie Bailly • Directora de Mon Inséparable
"En el drama, el humor es una especie de gesto de educación hacia el espectador"
por Fabien Lemercier
- VENECIA 2024: La cineasta francesa habla sobre los mecanismos y las influencias de su película paternofilial sobre el tema de la discapacidad y la emancipación

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entrevista: Anne-Sophie Bailly
ficha de la película], el primer largometraje de la directora francesa Anne-Sophie Bailly, ha sido presentado en la sección Orizzonti del 81.º Festival de Venecia.
Cineuropa: ¿De dónde surgió la idea de hacer una película sobre el delicado tema de la discapacidad?
Anne-Sophie Bailly: Cuando era adolescente, trabajé en una residencia de ancianos donde conocí a una madre octogenaria y a su hija de unos sesenta años, y me contaron que siempre habían vivido juntas. Cuando la madre empezó a encontrarse en una situación de dependencia, no le quedó más remedio que recurrir a su hija para que esta la asistiera. Me pareció una imagen realmente radical de lo que implican las relaciones entre padres e hijos. Provengo de una familia de cuidadores, y no tengo ningún pariente discapacitado, pero cuando pasé un tiempo en un ESAT (nota del editor: centro de integración laboral para personas discapacitadas) para escribir esta película, me di cuenta de lo conmovida que estaba y de la conexión tan cercana que había podido establecer con todos los adultos discapacitados a los que conocí.
¿Cómo abordaste los dos personajes principales de madre e hijo?
El personaje principal es Mona, pero realmente se trata de la historia en torno a cómo Mona observa la forma en que Joël le devuelve la mirada. Por supuesto, es ella quien tiene que tomar una decisión, y es su mundo el que se ve afectado por la noticia de la posible paternidad de su hijo Joël. Es una mujer que siempre ha cuidado de su hijo, pero el cuidado es tanto un don como una maldición, porque vincula a quien cuida con quien es cuidado, creándose así una lógica de dar y recibir. Al pasar de recibir cuidados a tener la intención de emanciparse, Joël devuelve una especie de libertad a Mona. Quería que hubiera una trayectoria de doble emancipación reflejada en sus historias de amor: Joël vive una historia maravillosa con el deseo de tener un hijo de verdad, y Mona también vive la suya con su amante.
La película retrata a una madre abnegada que, sin embargo, no deja de ser una mujer.
Tenía la intención de mostrarla en ciertos momentos como una mala madre. Esa parte del guion en la que abandona a su hijo me dio un poco de miedo cuando la leí por primera vez, pero mantuve una fe absoluta en ella en todo momento. Porque entre madre e hijo hay un grado extraordinario de intimidad y, sin embargo, siempre pueden decirse el uno al otro: “te has equivocado, te has equivocado conmigo”. Porque incluso en el otro siempre hay una intimidad que no se puede captar. Así que quería que esta madre pudiera decir “basta”.
Aunque se trata de un melodrama, no se produce un exceso de emociones. ¿Cómo hiciste para controlar los posibles excesos de patetismo?
Quería que hubiera momentos de verdadero humor. En primer lugar, porque considero que, en el drama, el humor es una especie de gesto de educación hacia el espectador. Diría que esta predilección me viene del teatro. También es muy divertido ver a un adulto reaccionar ante el mundo de formas inesperadas. En la discapacidad no solo hay cosas graciosas, ni mucho menos, sino que también hay momentos como los que viví en el ESAT, que fueron realmente refrescantes a la par que divertidos. Así que el humor surgió de una necesidad del guion, pero también de algo intrínseco al tema. Además, tampoco quería que estos personajes fueran perfectos. Mona está lejos de ser una santa, y a veces es injusta, por lo que Joël también tenía que serlo. Lo bonito es ver cómo encajan, aunque no sean tan perspicaces el uno con el otro como creen al principio de la película.
¿Qué nos puedes decir del ritmo dinámico de la película?
Tenía en mente Gloria, la obra maestra de John Cassavetes, donde la huida es un pretexto para la evolución de la relación. Quería salirme por la tangente, y Wanda, de Barbara Loden, no dejaba de rondar mi cabeza tampoco. Mi película está impulsada por obras como estas, pero también por una urgencia, que no es otra que la de un embarazo. Una de mis principales referencias es también Ángeles sin paraíso, una película un tanto maldita de Cassavetes en la que no tenía el montaje final y la conclusión del estudio sobre el montaje (que los niños discapacitados debían permanecer en instituciones) era precisamente lo contrario de lo que quería cuestionar. Mon Inséparable constituye una humilde respuesta a la decepción de una conclusión moral y cerrada sobre un tema tan delicado, ambivalente y sensible. Mi película termina con una pregunta, pero también con la posibilidad de emanciparse, la posibilidad de que finalmente puedan salir adelante.
(Traducción del francés)
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