Alexandros Avranas • Director de Vida en pausa
"En algún momento, teniendo en cuenta lo que está pasando con el medioambiente, seremos todos refugiados"
por Marta Bałaga
- VENECIA 2024: El director griego habla sobre el misterioso síndrome que afecta a los niños refugiados, así como de los otros temas que aborda en su película

Es 2018, y la hija de Sergei (Grigory Dobrygin) y Natalia (Chulpan Khamatova) acaba de entrar en estado de en coma, de modo que están aterrorizados ante lo que parecen ser las consecuencias del llamado “síndrome de resignación infantil”, que aparentemente está afectando a los niños refugiados. Tras verse obligada a huir de su país, la familia solicita asilo en Suecia, pero la solicitud es rechazada al tiempo que las autoridades repiten una y otra vez las mismas palabras: “No habléis del pasado, no mencionéis el asilo y no habléis de vuestros problemas ni de vuestra ansiedad”. Nos hemos sentado a hablar con el director griego Alexandros Avranas sobre Vida en pausa [+lee también:
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entrevista: Alexandros Avranas
ficha de la película], su nueva película, que ha sido presentada en la sección Orizzonti del Festival de Venecia.
Cineuropa: ¿Tenías en mente buscar nuevas formas de hablar sobre la experiencia de los refugiados?
Alexandros Avranas: Lo que más me llamaba la atención era este “síndrome de resignación infantil”. En Grecia oímos hablar de los refugiados todos los días, y también los vemos. Si nos cansamos de este tema, nos estaremos cansando de los seres humanos, por lo que no podemos hacer eso. Sin embargo, es algo que sigue ocurriendo y no hace sino plantear la ineludible pregunta de qué está haciendo la sociedad con estos niños. ¿Qué significa realmente ser un refugiado? En algún momento, dado lo que está ocurriendo con el medio ambiente, puede que todos nos convirtamos en refugiados.
Nunca había oído hablar de este síndrome. Lo cogiste y lo exageraste, se supone, de modo que hiciste que todo pareciera una sátira de ciencia ficción.
La primera vez que lo escuché también dije: “¿Eso es real?” Es como un cuento de la Bella Durmiente. Ha estado ocurriendo durante décadas y en muchos países diferentes, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente empezó a perder toda esperanza. Cambia de forma, pero sigue ahí, y es algo que también puede sucederles a niños que sufren traumas en casa.
De alguna manera, tiene lógica: el cuerpo entra en un estado de hibernación para protegerse. Pero también creas este universo extraño, con sus propias reglas y desconocidos que sonríen todo el tiempo.
“No habléis del pasado, no mencionéis el asilo y no habléis de vuestros problemas ni de vuestra ansiedad”. Es una de mis escenas favoritas, porque no sabes si debes reír o llorar. A veces tiene sentido, ya que la gente puede llegar a olvidar lo que entraña ser padre cuando lidia con un trauma tan grave. Pero ¿cómo olvidas algo como el asilo? Era fundamental no juzgar, no decir qué está bien o mal, pero lo cierto es que la película pone de manifiesto realidades muy duras.
“Ellos son los que tienen que adaptarse”. Esta frase se convierte en un estribillo que le resultará familiar a más de uno.
No deberías tener que olvidarte de todo lo que te hace ser quien eres. Porque, ¿y después qué? ¿Te conviertes en un extraño robot que sonríe todo el tiempo? Lo vemos mucho en las redes sociales. Todo el mundo sonríe, pero es falso. No mostramos lo que realmente sentimos, pero la película intenta ser honesta y cuenta esta historia de una manera bastante directa.
A veces, cuando lo que llamamos “sistema” no te deja otra opción, te ves obligado a ser falso, a mentir. No son malas personas; solo intentan sobrevivir. Hubo un gran debate sobre si estos niños estaban realmente enfermos o si lo estaban fingiendo. Durante mucho tiempo, en Suecia, algunos trataban de demostrarlo. Pero es el propio sistema el que está creando este síndrome. Te prometen el paraíso, construyes toda tu vida allí y, de repente, todo se desmorona y el paraíso vuelve a convertirse en un infierno.
Mencionas qué territorios son más susceptibles a este síndrome. ¿Fue así como decidiste de dónde sería esta familia?
La mayoría de los casos se remontan a Rusia. En 2018, que es cuando se desarrolla la película, todavía lo veíamos como un país relativamente normal. Pero ya se podía ver cierto retroceso en el ejercicio de algunas libertades, así como la persecución de minorías. Podían ser rusos, podían ser de Siria, de Ucrania… Podían proceder de cualquier país donde hubiera un conflicto grave. Una vez más, la historia se sitúa antes de la guerra, antes de que comenzara la invasión. Y además, ¿quién negaría el asilo a los ucranianos? Sería una historia completamente diferente.
El mundo en el que se adentran es absurdo, pero no del todo irreconocible. ¿Hasta dónde querías llegar?
No me considero un gran fan del naturalismo, ya que, al fin y al cabo, la realidad la podemos ver en todas partes. Pero tampoco tuve que exagerar en ningún momento, porque esta enfermedad ya era el elemento más extraño de la película. Supongo que se podría decir que esta película es minimalista, y no es de extrañar, quiero decir, ¿has estado en Ikea? También me influyó Kafka. Siempre que lo leo, pienso en el vacío y la frialdad. Al principio fue difícil encontrar la estética adecuada, pero da la sensación de que también se está borrando la identidad de esta familia. Se llega a escuchar una canción en su lengua porque se supone que, de todos modos, olvidan su pasado. Y tienen la intención de hacerlo, están dispuestos a empezar una nueva vida.
(Traducción del inglés)
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